Arthur Rimbaud, un punk en el siglo XIX
Hay un puñado de vidas en la historia que sorprenden y son dignas de ser recordadas de vez en cuando. Reconozco que hasta hace relativamente poco tiempo sólo conocía unos vagos datos sobre el poetá francés del siglo XIX Arthur Rimbaud. Sabía que era un tipo medio loco, un provocador, un vividor, un drogadicto, un borracho, un hombre autodestructivo y que había llevado una existencia bastante intensa. Pero también había muchas cosas que no sabía.
A través de los siempre inexcrutables caminos de internet, di el otro día con un artículo en un blog que hablaba sobre Rimbaud y detallaba su biografía. Nacido en 1854, desde pequeño destacó por ser tan brillante como gamberro. Lo suyo eran sin duda las letras. Cuando aún no había cumplido los dieciséis años, Rimbaud había escrito revolucionarios poemas que trastocarían la historia de la literatura e influirían a multitud de autores posteriores. Por mucho que parezca un autor típicamente romántico, nada más lejos de la realidad. De hecho se confesaba parnasiano militante. El parnasianismo no es exactamente no contrario del romanticismo, sino que despoja a éste de toda referencia de las vivencias subjetivas.
Lo más curioso de Rimbaud es que abandona por completo la escritura a los veinte años. Su obra, por tanto, se reduce a su etapa adolescente. A partir de aquí, Rimbaud se embarca en diversas aventuras que lo llevan hasta Java, Chipre, Yemen y Etiopía. Una enfermedad le hizo volver a Francia y, con tan sólo 37 años, murió en Marsella.
En el siglo XX hubiera sido un punk, el arquetipo de estrella del rock: vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver.