Discos descuidados
Ya comenté el otro día que recibí un paquete con discos y películas. De entre esos discos había un poco de todo. Algunos eran de pequeños sellos independientes y otros de discográficas más grandes. Para mi desgracia he podido constatar como cada vez se cuida menos la edición de los discos, ya sea el típico librillo (a veces ni siquiera puede llamarse así porque es una triste hoja) con las letras y con los datos del trabajo o la propia caja que contiene el CD.
Al principio no me gustaba el formato digipak. Esas cajas de cartón que se doblan, se rompen o se manchan a la mínima me ponían enfermo. Pero me he dado cuenta de que casi siempre está más cuidado que el formato de caja de plástico de toda la vida. Últimamente las cajas de los discos que vienen en este formato son de un plástico de una calidad pésima, tremendamente quebradizo, en concreto esa especie de «florecita» que sujeta el CD en la caja a veces se rompe con sólo mirarlo. Sin embargo la mayoría de mis primeros CDs (que tendrán unos quince años) conservan sus cajas originales, y eso que han sufrido muchos vaivenes.
¿Así es como se recompensa a quienes compramos los discos en vez de bajárnoslos con la mula? Vale que lo que se compra es la música, pero se agradece que el envoltorio sea el valor añadido que muchos buscamos al tener un CD original. Y no pagamos 12, 15 o 18 euros por tener una caja cochambrosa. Lo que creo que está bastante claro es que no es cuestión de costes de producción, porque son precisamente las pequeñas discográficas las que cuidan más sus producciones y curiosamente son también quienes comercializan sus discos más baratos. El ejemplo más claro de este tipo de ediciones es el disco de debut de Prin’ La Lá, que viene en una especie de libro de pasta dura y con 40 páginas. Su precio era de 12 euros…