Sin identidad
Castilla y León se conformó en Comunidad Autónoma en 1983 como una amalgama de provincias con elementos culturales e históricos comunes, es cierto, pero también con grandes diferencias. ¿Qué diferencia a La Rioja de Soria?. Acaso está justificada la autonomía de La Rioja como Comunidad Autónoma uniprovincial.
La forzada constitución de nuestra región es la crónica de la no incorporación de Santander (hoy Cantabria) y de la anteriormente mencionada La Rioja. In extremis se consiguió que Segovia se incorporara a la naciente comunidad. León por su parte se incorporó por un estrecho margen. Castilla y León es un monstruo de Frankenstein, donde las tendencias localistas tienen mucho más peso que las autonómicas. ¿Acaso en León o Segovia se sienten tan castellano-leoneses como en Valladolid? Yo no lo creo.
Esto viene a cuento de la polémica sobre la fiesta oficial de Castilla y León. El otro día, el alcalde de Salamanca, Julián Lanzarote, lanzó la ocurrencia de que el 23 de abril, fiesta de Villalar y oficial de la comunidad, no era la celebración más adecuada. Propuso que se celebrara el 30 de mayo, porque un día como ese de 1230, Fernando III el Santo (nacido en Zamora, por cierto) consiguió unir los reinos de León y de Castilla, conformando el principio de la unificación de reinos que tendría su culminación durante el reinado de los Reyes Católicos en el siglo XV. A esta propuesta se han unido el alcalde de León, Mario Amilivia, y el de Segovia, Pedro Arahuetes. Ambos de distintos signos políticos.
Así que a estas alturas, todavía estamos así.