Más sobre Windows Vista
Microsoft siempre nos hace caer en la misma trampa. Más del 95% de los ordenadores personales del mundo tienen alguna versión de Windows, incluídas la mayoría de las Administraciones Públicas. Esto supone una enorme dependencia de esta plataforma y un hándicap a la hora de migrar hacia otros sistemas como, por ejemplo, GNU/Linux.
Al final todos los usuarios que actualmente tienen Windows XP caerán en Windows Vista tarde o temprano. Esto no tiene nada de malo si no fuera porque esta actualización de software implica una actualización de hardware si queremos ver las «maravillosas» características del nuevo sistema operativo de Microsoft. En mi caso con 512 Mb de RAM y 256 Mb de tarjeta gráfica no pienso aumentar ni un solo «mega». A cambio el rendimiento de Windows Vista es sensiblemente menor que con XP, aunque se puede trabajar perfectamente con él. Abrir aplicaciones como Outlook 2007 es algo engorroso y tarda más de lo que debiera.
Otro asunto también es el de las excesivas protecciones contra el software maligno y las restricciones del administrador. Desactivar todos estos mecanismos es algo tedioso. Dejar el sistema personalizado a gusto de uno lleva más trabajo que con Windows XP.
El aspecto visual es quizás uno de los que más han cambiado con el nuevo Windows. El interfaz Aero cumple con discrección la función de embellecer y dar dinamismo a un escritorio tradicionalmente muy estático, mucho más que en MacOS X e incluso GNU/Linux con Beryl. Los efectos de minimizar y maximizar ventanas son suaves, rápidos y nada ostentosos. El efecto «exposé» que muestra todas las ventanas abiertas en el escritorio es una de las novedades (robada a MacOS X), al igual que la Windows SideBar o barra lateral donde podemos anclar «gadgets» (de nuevo la copia a MacOS y sus «widgets»).
En definitiva y tal como dije el otro día, si estamos contentos con nuestro Windows XP hay que pensárselo dos veces antes de actualizarse si no tenemos una máquina realmente potente. Vista no supone una gran ventaja respecto a su predecesor y desde luego no justifica esta larga espera de seis años.