El triunfo de la templanza
Aún no se sabe las puertas que se abrirán o se cerrarán tras los resultados de las elecciones de ayer. La noche electoral fue bastante interesante, aunque desde un primer momento los sondeos a pie de urna ya indicaban cual iba a ser la tendencia. Todas las encuestas daban al PSOE como claro ganador (no tomaremos la de la COPE que daba prácticamente un empate). Vale que no acertaron del todo, pero anticipaban lo que luego sucedería.
Lo cierto es que Zapatero aguantó bastante bien la embestida del Partido Popular más duro, que había puesto todas sus fuerzas y medios afines en poder derrotar al PSOE. Mi impresión es que el electorado de izquierdas acudió a la llamada por el voto útil y vació a otros partidos como Izquierda Unida, Esquerra Republicana en Cataluña o la Chunta Aragonesista en Aragón para frenar el tirón populista. Aquellos con quienes no iba la película (fuerzas de centro como CiU) obtuvieron unos resultados similares a los de los anteriores comicios.
Al final el escenario de la batalla dejó a Zapatero como claro ganador con 169 escaños y 11.064.524 votos, el récord de la formación socialista en toda su historia y a un Partido Popular crecido, pero con 153 escaños y 10.169.973 votos. Falta el escrutinio del voto por correo que quizás modifique algo estas cifras, aunque carecerá de mayor trascendencia. Las dos principales fuerzas políticas lo son aún más después del 9-M y fagocitan buena parte del resto.
En último término el triunfo de Zapatero es el triunfo también de la templanza, del saber mantener el tipo en los momentos difíciles, en los momentos de insultos radiofónicos, de manifestaciones callejeras difamatorias y de campañas de inédita dureza y virulencia contra el Gobierno y contra prácticamente todas sus medidas importantes. Eso es un mérito cuando lo fácil hubieran sido las contramanifestaciones o la descalificación mútua. Lo más lamentable de todo es que se ha conseguido inculcar sobre un sector de la población un estado de opinión basado en falsedades y convertirlo en un ejército fanatizado capaz de cualquier cosa por conseguir el triunfo. Y si tenemos en cuenta los resultados, el mensaje ha calado y (ojalá me equivoque) el clima político seguirá caliente otros cuatro años más.