Los «lagartos» de ‘V’
Recientemente se ha publicado en DVD una de series de televisión más impactantes que recuerdo de cuando era pequeño. Y parece que en la España de mediados de los ochenta también causó sensación. Así lo atestiguan los artículos que, por ejemplo, el diario El País le dedicó entre febrero y marzo de 1985. Crítica y opinión se mezclaban en una serie que unos calificaron como de propaganda nortemericana mientras que otros la tildaban de antifascista:
«Desde su aparición como género, los telefilmes han sido uno de los principales vehículos de propaganda norteamericana. El último producto de la televisión norteamericana acaba de llegar a nuestros hogares.V plantea una aparentemente sencilla trama basada en la llegada a Estados Unidos de unos lagartos antropófagos que poseen un avanzado desarrollo tecnológico y una buena capacidad de camuflaje para hacerse pasar por ciudadanos. Frente a ellos se reúne un sector de resistencia bélica que utiliza técnicas de guerrilla urbana.
Los visitantes, de los que no se aportan más datos ideológicos que su maldad intrínseca y la fuerte jerarquía con la que se organizan, visten todos ellos con uniformes rojos y escriben en sus ordenadores en un idioma que, curiosamente, recuerda de inmediato a los caracteres cirílicos de la caligrafía del ruso.»
«Lagarto, lagarto», EL PAÍS, 23 de febrero de 1985.
«En V se califica, por boca de los propios personajes protagonistas, de fascistas a los visitantes extraterrestres, y de resistencia antifiascista a los guerrilleros que se les oponen. Las referencias en este sentido son múltiples: los principales miembros de la resistencia han estado implicados, de una manera más o menos directa, con distintos movimientos de guerrilla antifascista en todo el mundo: los guerrilleros de El Salvador (la primera imagen que aparece en el primer capítulo es la de un guerrillero salvadoreño clamando por la libertad de El Salvador, mientras es filmado por el periodista protagonista, Mike Donovan); los guerrilleros surafricanos (el sacerdote); incluso con las víctimas del nazismo durante la II Guerra Mundial (el viejo judío que estuvo en los campos de concentración nazis), etcétera. La misma resistencia que lucha contra los visitantes es una clara alusión a la resistencia antifascista durante la Il Guerra Mundial, y los visitantes han implantado un sistema con evidentes connotaciones comunes con el fascismo y el nazismo (incluso el logotipo principal de los visitantes es parecido a la esvástica nazi).»
«‘V’ , un telefilme antifascista», EL PAÍS, 5 de marzo de 1985.
Algunos pusieron el grito en el cielo por la violencia y las escenas demasiado impactantes que ofrecía la serie, emitida, no olvidemos, los sábados a las siete de la tarde, y con los niños frente al televisor:
«La emisión ayer, en hora de máxima audiencia infantil, del cuarto capítulo de la serie norteamericana V provocó la protesta de telespectadores, pues el programa terminaba con el parto, bastante explícito, de dos monstruos engendrados en la unión de una mujer con un alienígena de apariencia humana.
En llamadas a Televisión Española, según informaron fuentes de este medio, los telespectadores adujeron que el programa es supuestamente para niños y fue emitido en hora de máxima audiencia infantil: de 19.00 a 20.30 horas.»
«Protestas por la violencia y el parto de un monstruo en la serie televisiva ‘V'», EL PAÍS, 24 de febrero de 1985.
Yo, igual que muchos de vosotros, era ajeno a todas estas polémicas estúpidas y me sentaba frente a tele a ver la serie. La verdad es que, ahora que la he podido volver a ver, recordaba menos cosas de las que imaginaba. Sólo algunas escenas concretas, como esa en la que Mike Donovan lucha con un visitante y por primera vez le quita la piel sintética de la cara y debajo sale un bicho feo con pinta de reptil que para colmo saca la lengua como una vívora. Eso fue un susto tremendo porque creo que nadie se lo esperaba. De hecho, a partir de aquel momento, la serie ya me pareció más de terror que de ciencia-ficción. Otra de las cosas que recordaba era la parafernalia que usaban los visitantes: sus naves tan bonitas y bien diseñadas (incluso vistas con los ojos de hoy), sus uniformes o sus armas.
‘V’ fue un fenómeno social a todas las escalas. Las revistas juveniles venían con pósters de los personajes de la serie, se vendían pistolas a imitación de las de los temibles lagartos e incluso en las tiendas de chucherías se comercializaban gominolas con forma de ratoncitos imitando la comida favorita de Diana y los suyos.
Veintitrés años después las cosas son muy diferentes. Aunque el argumento de la serie me sigue pareciendo bastante bueno y está bien llevado, los efectos especiales son cutres y algunas situaciones son un poco de risa. ‘V’ es una serie que se ha quedado vieja si la comparamos con producciones actuales como ‘Perdidos’, pero tiene unos guiones sólidos y muy clásicos que siguen atrapando al espectador.