‘Ático’
En el resumen de la contraportada de ‘Ático’ (Destino, 2004) se dice que se trata de una novela moderna. En cierto modo es verdad y no sólo un reclamo grandilocuente para atrapar a posibles compradores. Esta obra del barcelonés Gabi Martínez supone un enganche entre varios conceptos que en principio pueden parecer contradictorios: la realidad y la virtualidad, la cultura del norte y la del sur o la soledad personal y la hipercomunicación que permite internet.
Eduard es un programador de videojuegos que se encierra en un ático para crear su obra maestra: el juego al que todo el mundo querrá jugar, una especie de simulador social. Durante su reclusión sólo se comunicará con sus amigos mediante el correo electrónico y teléfono. Pero descubre que frente a su terraza viven unos inmigrantes marroquíes, el viejo, sabio y filósofo Ahmed y la joven Faridza, con quien Eduard mantendrá una relación platónica a través de la literatura. Y de fondo, como un paisaje, la guerra de Afganistán del otoño de 2001. A la vez también se narran las andanzas de un jugador, Kazuo Tanaka, mientras supera las pantallas del propio videojuego.
‘Ático’ desconcierta. Las escenas donde se narran las pantallas del videojuego me han parecido poco conseguidas y la relación entre Eduard y sus vecinos es poco creíble. Gabi Martínez parece que está más preocupado por dotar a su obra de esa «modernidad» de la que hablaba al principio antes que construir una verdadera historia. En general me gusta el modo en la que está escrita. El fallo quizás sea de planteamiento, que a mí no me termina de convencer. Por salvar algo, siempre gusta ver referencias al mundillo de la informática (algunos no muy correctos), a los videojuegos (sobre todo a ‘Los Sims‘) y al cine (‘Amélie’ y ‘En Construcción’). En definitiva, una curiosidad tan de la época en que fue escrita que ya parece superada.