El High Line neoyorkino y algunas ideas para Zamora
Momentos como los actuales requieren acciones imaginativas y audaces. A nivel urbanístico también. Por eso me ha encantado leer el artículo sobre la inauguración de primer tramo de la reconversión del High Line de Nueva York, una extensa red elevada de vías férreas construida en los años treinta para el transporte de mercancías que recorre parte de la isla de Manhattan. Hacia la década de los ochenta la línea quedó en desuso y comenzó a cubrirse de maleza. En un primer momento se pensó en desmontar toda la plataforma elevada, un enorme «scalextric» de 2,33 kilómetros de longitud, pero los vecinos de la zona del West Side se negaron porque formaba parte ya del paisaje. En 2004 se convocó un concurso de ideas y el ayuntamiento de la ciudad de los rascacielos puso encima de la mesa 50 millones de dólares para el proyecto. Los ganadores fueron los arquitectos y urbanistas Diller Scofidio + Renfro. En 2006 se comenzaron las obras y el pasado 8 de junio por fin se abrió a los peatones el primer tramo.
El proyecto, y aquí está lo importante, preserva la mayoría de los elementos ya existentes, incluyendo parte de las vías y las traviesas del ferrocarril, sobre las que crecen plantas para constituir un peculiar jardín. En algunas zonas, las vías se entrelazan con losas de lo que parece granito para hacerlo transitable por las personas. Todas las estructuras han sido revisadas y algunas reconstruidas.
Al ver las imágenes del nuevo High Line peatonal me ha venido a la mente Zamora y la abandonada vía férrea de la Ruta de la Plata en la zona del puente de hierro. Me pregunto si podría hacerse algo parecido con ese tramo. Estoy hablando lógicamente de algo mucho más humilde y a menor escala. Ya sé que nuestro Ayuntamiento no está para tirar el dinero, pero por imaginar que no quede. El proyecto tendría un concepto clave: la reversibilidad. Nunca se sabe si en el futuro se reabrirá el tren que nos conecte con Salamanca. Por eso una de las premisas básicas es la de no tocar ni desmontar ningún tramo del ferrocarril, sino la de superponer un pavimento que bien podrían ser losetas de granito u otro material fijado a las traviesas o a otro elemento estructural. Sería necesario también la construcción de una valla de seguridad a lo largo del recorrido, especialmente en las partes más elevadas (el puente de hierro). Según los cálculos que he hecho serían unos 700 metros desde el túnel de Candelaria Ruiz del Árbol hasta la calle de Villaralbo, justo al otro lado del río. En un proyecto más ambicioso podríamos llevar esa distancia hasta los 2.300 metros y llegar hasta el cementerio de San Atilano, una zona en plena expansión urbana.
En mi absoluta ignorancia no sé si esto puede llevarse a cabo con un coste razonable, pero es un ejemplo de lo que, tomando ideas ajenas, puede llegar a hacerse sin destruir lo ya existente, algo que por otra parte es muy típico de España.