Innovar para salvar la prensa escrita
Ya no hay ninguna duda de que el mundo de la prensa escrita está mutando. Es un silencioso pero implacable trasvase de la rotativa a las pantallas. Los medios digitales están cobrando importancia a marchas forzadas. Este asunto de fondo está siendo agravado por la crisis económica que privan a los diarios de parte de su publicidad. Pero mirando un poco más allá es fácil darse cuenta de no se trata de algo puntual. Las formas están cambiando. Las ventas de periódicos en España han caído. Todas las cabeceras de ámbito nacional, salvo ABC que se mantiene más o menos y Público que ha subido su tirada, han vendido bastantes menos ejemplares que en años anteriores.
Hace un par de años cuando El País anunciaba que iba a rediseñarse, escribí una entrada en el blog contando cómo debería ser, en mi opinión, un diario del siglo XXI si realmente ha de ser útil en un mundo digital donde la rapidez de las noticias es básico. Aparte de tener en cuenta la ecología en su fabricación, la necesaria abundancia de imágenes y gráficos más que de textos, la participación de los lectores y los artículos de opinión, ahora añado algunos más. Me parece evidente que otra cosa importante es el cambio de formato. Los diarios de papel han de ser más pequeños y manejables. Por lo menos a mí me resulta incomodísimo ir en transporte público y leyendo la prensa escrita.
También me parece importante ofrecer otro tipo de contenidos, como promociones de las novedades editoriales (quizás en la sección de cultura) donde se pueden poder en práctica las sinergias con las editoriales, muy evidentes en el caso de PRISA con importantes nombres como Santillana y Alfaguara, ofreciendo primeros capítulos de nuevos lanzamientos o incluso novelas por entregas. Y como estas puede haber mil novedades imaginativas con los que destacar de la competencia, lanzando un producto diferente e innovador sin perder el prestigio ganado a pulso de una cabecera que es, al fin y al cabo, el principal aval de un diario y no ha de dejar de serlo por cambiar de filosofía. En definitiva, es hora de cambiar el modelo del siglo XIX por el del siglo XXI, en el que el papel ha de desaparecer. Pero mientras tanto quizás sea un buen momento para experimentar con nuevas propuestas…