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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
14 de mayo de 2009

God Help the Girl

Los que somos seguidores de los escoceses Belle and Sebastian estamos de enhorabuena. Uno de sus pilares compositivos, Stuart Murdoch, publicará el próximo 22 de junio su proyecto «en solitario» bajo el nombre de God Help the Girl. En él colaboran tocando prácticamente todos los miembros de la banda a lo que hay que sumar las increíbles voces de las chicas Catherine Ireton (que canta la mayoría de los temas), Brittany Stallings, Anna Milles, Asya, Dina Bankole y Celia García. El aire del disco nos recuerda mucho (muchísimo) a la de Belle and Sebastian. Además Murdoch recupera dos canciones de su grupo, ‘Act of the Apostle’ y ‘Funny Little Frog’, y las reinterpreta para mejorarlas bastante.

En realidad, God Help the Girl promete ser mucho más que un álbum. En el futuro (se comenta que el año que viene) será la banda sonora de una película escrita por el propio Stuart. Pero de momento quedémonos con la música. Los temas del disco, como dije antes, tienen cierto aire a sus trabajos anteriores y (algo que me gusta mucho) recuperan los arreglos orquestales y las melodías delicadas que casi habían dejado a un lado en sus últimos trabajos. He tenido la oportunidad de escucharlo detenidamente y me ha encantado. Es difícil quedarse con un solo corte, pero quizás destaquen el sencillo que se acaba de lanzar, ‘Come Monday Night’ y ‘Musicians, Please Take Heed’, aunque como digo el conjunto es bastante redondo y escuchable sin notar bajones de calidad.

La web de God Help the Girl conserva todo lo bueno de la estética «belleandsebastianista». Un toque retro, chicas guapas, tratamiento tipográfico exquisito y mucha información tanto escrita como en forma de audio o vídeo. Ahí he encontrado un pequeño y bonito documental (una especie de «cómo se hizo») que os pongo a continuación:

Y el videoclip de ‘Come Monday Night’:

13 de mayo de 2009

Las palabras también mueren

Que los idiomas son entidades vivas que van mutando con el tiempo es algo evidente. Esa evidencia se hace patente cuando consultamos el diccionario de la RAE. Las palabras que lo forman también cambian. Unas se incorporan, otras modifican su significado y otras desaparecen. Esas desapariciones apenas las notamos, porque rara vez las buscamos. El otro día leí un artículo sobre las palabras en peligro de extinción. Son vocablos que, en algunos casos, hace siglos que no se utilizan y que finalmente son retiradas del diccionario de la RAE. Muchas pasan al diccionario histórico para que no se pierdan y estén accesibles para los estudiosos y los lingüistas.

En la última actualización del diccionario (la 22ª edición) publicada en 2001 se retiraron ni más ni menos que 6008 palabras. Por contra, se incorporaron 11425 nuevas entradas, así que el saldo neto es positivo (5417 palabras). Así que no hay peligro de que el idioma «adelgace» demasiado. Ejemplos de palabras eliminadas son «depós» (sinónimo de «después» que jamás había oído), «tesaurero» (sinónimo de «tesorero») o «fallazgo» (sí, aún estaba este arcaísmo de «hallazgo»). Voces como «retrónica» o «abés» están ya propuestas para su eliminación en la próxima edición prevista para el año que viene.

Como se puede ver, las palabras que ya no aparecerán en las nuevas ediciones del diccionario se dejaron de usar hace mucho tiempo y algunas incluso sorprende que no se hayan eliminado antes. Pero hay otros vocablos que, aunque no estén en peligro de extinción en las páginas escritas, sí lo pueden estar en el hablar del día a día. Hace un par de años con motivo del Día del Libro se lanzó una iniciativa para «apadrinar» una palabra poco utilizada. Esta idea tan original tuvo bastante repercusión en los medios e incluso políticos de primera línea como el presidente Zapatero «apadrinaron» su palabra favorita…

12 de mayo de 2009

Antonio Vega

Internet se ha plagado en pocas horas de comentarios y artículos sobre el fallecimiento esta mañana de Antonio Vega. La verdad es que yo nunca he sido un gran seguidor suyo ni de Nacha Pop más allá de la consabida ‘Chica de Ayer’. Pero me ha dado por buscar por ahí vídeos y canciones suyas y me he encontrado con una gran canción que casi no recordaba y que es mi favorita. Es ‘Esperando Nada’ de su primer disco en solitario ‘No Me Iré Mañana’ (1991), una canción que me parece muy buena. El vídeo es de una actuación de Antonio en la conmemoración de los 10.000 días de La 2 en abril de 1994. Por el mismo precio incluye también su tema más conocido como solista, ‘El Sitio de Mi Recreo’:

12 de mayo de 2009

Las marcas son relativas

El coche es, para bien o para mal, uno de los iconos culturales de nuestro tiempo. Y como tal es objeto de culto, de coleccionismo y también de curiosidades. Estos días, buscando información sobre el mercado del automóvil a lo largo del mundo confirmé algo que, en realidad, ya sabía: que los grandes conglomerados de la industria de la automoción utiliza indistintamente sus marcas dependiendo del país o del continente. Para ser más concretos: la imagen (o el concepto) que tenemos aquí de, por ejemplo, Chevrolet no es la misma que la que se puede tener en América Latina. Y Opel, aquí una marca de sobrada confianza y calidad, no existe como tal en Norteamérica o en Oceanía. General Motors es, por la cantidad de marcas que reúne, la que más variedad y más variaciones curiosas y chocantes produce, pero no la única.

Este tema no nos es del todo ajeno. Recordamos como durante muchos años, la marca italiana Fiat comercializaba en España sus coches bajo el emblema de Seat. A su vez, hasta hace muy poco tiempo, los modelos de Seat de la penúltima hornada se vendían en Centroamérica y Sudamérica como Volkswagen. Y quién no ha visto un Opel británico que no es Opel, sino Vauxhall. En el mundo de la economía global las marcas es algo relativo. Veamos algunos ejemplos.

General Motors vende automóviles en los cinco continentes y lo forman dieciséis marcas (Buick, Cadillac, Chevrolet, Daewoo, DuPont, EV-1, GMC, Holden, Hummer, Isuzu, Oldsmobile, Opel, Pontiac, Saab, Saturn, Suzuki y Vauxhall). Escojamos un modelo emblemático de la marca Opel en España: el Opel Astra. En el resto del mundo, el Astra se comercializa bajo cinco marcas diferentes. La denominación que se usa en España es la misma para el resto de Europa, Asia y África. En América Latina este modelo es conocido como Chevrolet Vectra (sí, Vectra), En Estados Unidos y Canadá como Saturn Astra, Holden Astra en Australia y Nueva Zelanda y, por supuesto, Vauxhall Astra en Reino Unido. Saliendo del gigante GM, Renault comercializa en India el Dacia Logan bajo la marca matriz (Renault Logan). En Estados Unidos el Volkswagen Golf no es Golf, sino Rabbit. Las versiones más deportivas del modelo se llaman GTI y GLI sin más. Así podríamos estar casi hasta el infinito, porque las variaciones posibles son múltiples y algunas muy chocantes, como el pickup deportivo que se vende en Australia sobre la base del viejo Opel Astra y que allí llaman Holden Ute. Curioso, ¿no?

11 de mayo de 2009

‘Life on Mars’

Es vergonzoso el modo en que las televisiones españolas, salvo honrosas excepciones, tratan a los telespectadores. Aunque tal vez tenemos lo que nos merecemos. El espectador español carece por completo de cultura televisiva. Cultura que sí tienen sobre todo los países anglosajones. Menos mal que nos queda internet… Digo todo esto porque tras el estreno por parte de Antena 3 de la serie de la BBC ‘Life on Mars’ con la emisión de los dos primeros episodios, la ha relegado a uno de los canales de TDT (creo que en .neox). En el paquete de aquella primera emisión iba incluída la producción propia ‘La Chica de Ayer’, una versión españolizada de la serie británica. Las comparaciones son siempre odiosas. ‘La Chica de Ayer’ cosechó críticas pésimas y unánimes. No la vi, ni ganas tengo. Me quedo con la producción de la BBC, de la que ayer pude ver los tres primeros episodios.

‘Life on Mars’ es una de esas series que explotan la nostalgia por los tiempos pasados. A grandes rasgos se cuentan las aventuras de Sam Tyler, un policía de Manchester que, tras ser atropellado, se ve arrojado a una época que no es la suya. Concretamente retrocede treinta y tres años, hasta 1973. En realidad su cuerpo y su mente se «desdobla». Mientras en 2006 se debate entre la vida y la muerte en un hospital, en los setenta lucha por atrapar a los malos en un mundo áspero y salvaje donde forzosamente ha de encontrar su hueco. Los argumentos de cada episodio tienen claramente dos hilos. Por una parte las circunstancias personales de Sam, su incomprensión hacia lo que ha sucedido y si realmente lo que está viviendo es verdad o es sólo un sueño. Y por otro el clásico guión de polis y malos, con todos los tópicos que el género requiere (jefes groseros, comida basura, mesas con teléfonos que no paran de sonar, humo, alcohol, etc). Es en esta segunda faceta donde la serie flojea y da la impresión de que es una excusa, un relleno para cada episodio. A mí al menos me lo parece.

En todo caso, ‘Life on Mars’ es una gran serie, tan grande como corta porque se rodaron dos temporadas de ocho episodios cada una y emitidas por la BBC One en 2006 y 2007 respectivamente. Entrando en su web nos damos cuenta hasta qué punto se ha explotado la nostalgia a la que me refería antes. En la sección de descargas encontramos muchas referencias a la televisión británica de la época (por ejemplo ese logo de BBC 1 Colour). La serie obtuvo varios premios entre los que hay que destacar un BAFTA y un Emmy. Para terminar, y tratándose de una producción británica y ambientada en los setenta, no podíamos olvidarnos de la banda sonora, en la que se escucha por ejemplo a Pink Floyd, Led Zeppelin, The Who y, por supuesto, a David Bowie.

10 de mayo de 2009

‘Las Horas del Verano’

¿Qué valor real tienen los objetos? ¿Tienen un significado más allá de su utilidad o fuera de su contexto? A grandes rasgos eso es más o menos lo que nos plantea el realizador francés Olivier Assayas en ‘Las Horas del Verano’ (2007). Assayas, a pesar del título, firma una película más otoñal, más crepuscular, que veraniega. No necesariamente triste pero con cierto reproche hacia el desapego de sus protagonistas por la herencia de sus progenitores.

Hijos y nietos se reunen en torno a Hélène, última heredera del legado de su tío, un conocido (y cotizado) artista y coleccionista de arte. Será la última vez que puedan verla con vida. Su muerte repentina precipita las cosas. Es entonces cuando llega el momento de decidir si vender o conservar la colección de objetos conservados durante años en la casa familiar. Cada uno de los tres hijos salvará de la venta sus objetos preferidos, aquellos que le evocan su infancia.

Inicialmente, ‘Las Horas del Verano’ fue un encargo del Museo D’Orsay a Assayas. Este detalle se nota, porque la película pone un especial interés en todo lo que rodea a los museos: tasadores, colecciones, subastas, las disputas de los herederos… Pero también hay muchos otros temas tratados simbólicamente a lo largo del metraje. Por ejemplo la anciana ama de llaves que, después de toda una vida sirviendo a Hélène, ha de abandonar la mansión ante su inminente venta y que es casi un símbolo de la memoria, del pasado que se desmembra. O los nietos, a los que Assayas trata con cierto desdén y hasta desprecio. La escena final de la fiesta-botellón es tratada casi como una profanación a la memoria de su abuela aunque a la vez nos queda una cierta sensación de retorno a los orígenes justo antes de que aparezcan los títulos de crédito.

9 de mayo de 2009

Nokia 5800, el pariente «pobre» del iPhone

Los teléfonos móviles son ya, desde hace tiempo, pequeños ordenadores que pueden realizar casi las mismas funciones que una máquina normal. Llevo probando mi Nokia 5800 algunos días y me he encontrado con cosas interesantes y otras que no me han gustado tanto. Pero empecemos por las críticas.

La primera impresión nada más sacarlo de la caja es que los acabados dejan mucho que desear. La tapa trasera me parece frágil y el aro cromado que rodea el objetivo y el flash de la cámara parece que no está bien fijado. Lo mismo digo de las tapas laterales donde se guarda la SIM y la tarjeta de memoria. Da la impresión de que al abrirlas se van a romper. En cuanto a la pantalla táctil, la apariencia es buena, aunque hace pequeñas onditas, como si tuviera una película transparente de plástico. Otra cosa que no me ha gustado es la duración de la batería. En cuatro días lo he tenido que cargar dos veces. Es verdad que le he dado muchísimo uso y he probado absolutamente todas las funciones que trae, pero eso no justifica ese consumo tan brutal de energía. El Nokia 5800 también reproduce música y vídeos. En el primer caso me parece fatal que no se lleve bien con el iTunes. No respeta el orden de las pistas ni admite las portadas de los discos. En cuanto al vídeo, hay que instalar reproductores especificos para poder ver DivX y otros formatos.

El gran pero que tiene el Nokia 5800 es la falta de software de todo tipo, pero especialmente de aplicaciones gratuitas. En un móvil con tantas posibilidades como éste se echa de menos un software que aproveche todo el potencial que ofrece el tener integrado el WiFi, el GPS, la radio o la pantalla táctil. Digo lo de aplicaciones gratuitas porque me parece increíble que haya que pagar por todo. El otro día, buscando un lector de PDF, me doy cuenta de que el único que existe es el Adobe Reader LE, una versión mini del famoso lector de Adobe. Para todas las plataformas es gratuito, pero para Symbian S60 cuesta la «módica» cantidad de ¡12 euros!. Lo mismo ocurre con otras aplicaciones. El sistema de firmado de aplicaciones para verificar su autenticidad es muy estricto y, aunque hay formas de «hackear» el teléfono, no es nada sencillo hacerlo. Como Android tenga éxito, estos se van a enterar.

Pero el teléfono tiene cosas buenas, muy buenas, que me han sorprendido. La primera de todas es el GPS, que funciona de maravilla tanto con los mapas incluidos como con Google Maps o con aplicaciones como SportTracker. El WiFi también va bastante rápido. Como conclusión diré que este Nokia 5800 se queda a medio camino de lo que quiere ser, sobre todo a nivel de usabilidad del interfaz, de acabados y de aplicaciones gratuitas disponibles. El 5800 no es el iPhone ni lo será aunque intente dar el pego al primer vistazo. El móvil de Apple está a años luz en cualquier aspecto (incluido el precio). Aunque se quede corto en prestaciones, por lo que he podido probar los materiales son excelentes y la pantalla táctil va mucho mejor que la del Nokia. Las comparaciones son siempre odiosas, pero hay que reconocer en este caso que el 5800 es el «iPhone de los pobres», una de tantas copias que le han salido. Eso no significa que no podamos disfrutar de él y sacarle el máximo partido posible. Es justo lo que espero hacer.



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