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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
6 de enero de 2010

‘El Principito’

Estas vacaciones he dedicado apenas una hora u hora y media a leer uno de los libros más conocidos y leídos de la literatura universal. Me refiero a ‘El Principito’. Fue escrito en 1943 por Antoine de Saint-Exupéry. Son muchas las peculiaridades que tiene esta pequeña obra de aproximadamente un centenar de páginas. La principal de ellas son sus múltiples lecturas. Tantas que ha suscitado profundos debates sobre su significado último. Pero lo cierto es que está escrito con tal ambigüedad y con tan amplia simbología que admite tantas interpretaciones como lectores se acerquen a ella. En una primera lectura no encontramos más que un cuento para niños más, quizás incluso algo trasnochado. Pero algo nos hace volver a leerlo: es el comienzo.

‘El Principito’ empieza con un aviador atrapado en medio de un desierto a causa de una avería en el motor de su avión. Esto está tomado de la realidad, puesto que Saint-Exupéry tuvo una experiencia similar junto a otro piloto en el desierto del Sáhara. Su situación llegó a ser tan extrema que comenzaron a tener alucinaciones. Y son estas aluciones las que quizás en el libro hacen al aviador oír voces que después se materializarán en un niño que asegura provenir de un pequeño planeta donde sólo vive él junto a tres volcanes y una flor. Tras huir de él comienza un periplo por otros planetas minúsculos donde viven personajes curiosos en cada uno de ellos (El rey, el vanidoso, el borracho, el contable, el farolero y el geógrafo, que es quien le indica que puede visitar un enorme planeta llamado la Tierra). Todos ellos son, como puede verse, modelos rechazables del comportamiento humano.

Decía que éste no es sólo un libro para niños. Una muestra más es su final, tan abrupto y trágico, pero no desvelaré más… Seguimos… Otro aspecto interesante del libro es el que nos encontramos nada más abrir la tapa. La pequeña (y archiconocida) fábula de la serpiente que engulle a un elefante. Los adultos ven en el dibujo un sombrero. Del mismo modo, y siguiendo esa idea de que los mayores no tienen imaginación, tenemos el pasaje del cordero y la caja. El aviador no sabe dibujar un cordero a gusto del Principito, así que decide dibujar una caja y asegura que el cordero está dentro. Tan sólo hay que aplicar la imaginación. A lo largo de toda la narración vemos una crítica absoluta al estilo de vida de los mayores, frente a la inocencia de los niños. En mi lectura particular tuve la sensación de que Saint-Exupéry fue permeable a filosofías de vida orientales, quizás al confucionismo o incluso al budismo.

En definitiva, ‘El Principito’ es uno de esos libros que todo el mundo debería leer varias veces. Siempre encontrará nuevos significados y en buena medida el estado de ánimo del lector influirá en su sentido. Imprescindible.



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