‘Elige tu Propia Aventura’
Como ya sabréis, uno de mis temas favoritos –y de los que proporcionalmente menos he hablado aquí– es el de la ficción interactiva. Desde hace unos años este concepto se aplica a los videojuegos de aventuras conversacionales. Pero el concepto existe desde hace mucho tiempo. Sin duda el ejemplo más popular es de los libritos de la colección ‘Elige tu Propia Aventura’. Como no podía ser de otra manera, esta afición me viene de pequeño. En la biblioteca del colegio donde iba tenían bastantes libros de esta colección. Eran fácilmente reconocibles por su color rojo intenso. Recuerdo haber pasado las tardes de los viernes en clase pasándolo de maravilla con aquellas lecturas. Si no me falla la memoria tiene que haber todavía por casa un par de esos libros. Incluso de uno de ellos –‘La Tumba de la Momia’– hice una versión para mi ordenador de entonces (un MSX2).
Y es que por la estructura de estos libros, se prestaban a ser convertidos en sencillos videojuegos. La mecánica –para quien todavía no los conozca– era muy sencilla. El lector comenzaba el libro normalmente. Al final del texto (normalmente un capítulo) debía elegir entre dos o tres acciones. Dependiendo de esa elección se dirigía a una u otra página donde la acción continuaba hasta encontrarse con una nueva disyuntiva. De este modo, el número de historias diferentes posibles era bastante amplia y la cantidad de finales distintos podía llegar hasta más de cuarenta.
El origen de este tipo de libros hay que buscarlo en los Estados Unidos en el año 1969. La idea fue de Edward Packard, un novelista, ensayista, poeta y jurista neoyorkino y partió de los cuentos que contaba a sus hijos en la cama antes de dormir. Creó un tipo de historias que fueran más interactivos y divertidos para ellos. El primer fruto «serio» de esa idea fue ‘La Isla de la Caña de Azúcar’, publicada originalmente en 1976 por la editorial Bantam Books. En 1979 se convirtió en una colección propia bajo el nombre de ‘Choose your Own Adventure Series’. A lo largo de los años ochenta, el concepto se exportó a multitud de países y traducido a varios idiomas. Aquí en España fue Timún Mas quién editó y publicó las versiones en castellano con esas portadas rojas a las que antes me refería. La colección aquí constó de 90 volúmenes mientras que la original alcanzó ni más ni menos que los 185.