El caso del IVA catalán
Recuerdo que hace tres navidades, y desde entonces ha sido recurrente, recibí un archivo PowerPoint por correo electrónico. Ese documento formaba parte de la campaña que algunos medios de comunicación orquestaron contra los productos catalanes con motivo de… ¡Hum, no recuerdo por qué era!, centrándose especialmente en el cava. Creo que el PowerPoint era éste, aunque no podría jurarlo. En la primera diapositiva se podía leer «¿Sabes que el IVA del cava catalán es SÓLO para Cataluña? Y no sólo eso, sino también al comprar cualquier producto en cualquier parte de España si su sede está en Cataluña.» También se comenta que, con motivo del nuevo Estatut, el 100% del IVA se había transferido a la comunidad autónoma. El resto de las diapositivas son entelequias, falsedades y estupideces de considerable calado basadas en la primera falsedad de todas.
Porque creo que a estas alturas ya nadie tendrá dudas de que esto no es cierto. Por si alguien todavía no se ha enterado lo explico de manera rápida. El desarrollo del estado de las autonomías ha supuesto una asunción de competencias cada vez mayor. Entre esas competencias está la educación y la sanidad, dos apartados que, posiblemente, son de los más costosos. Esto ha de financiarse de algún modo. Desde hace algunos años se viene barajando una nueva ley de financiación para las comunidades autonómas. Para ello se ha estudiado ceder un 50% del IVA (en vez del 35% actual) recaudado por el Estado a las comunidades autónomas, a TODAS las comunidades autónomas, así como un porcentaje igual del IRPF (antes era un 33%).
Sí, si un castizo madrileño se compra un Seat Ibiza, el 50% del IVA de esa compra irá a Cataluña, donde tiene la sede social la empresa. Del mismo modo si un catalanísimo barcelonés se compra un Renault Clio, el 50% del IVA irá a Castilla y León, porque el domicilio social de Renault España está en Valladolid. Como véis no es más que una burda mentira fácilmente rebatible a poco que se busque por internet, pero que termina calando. ¿Por qué nos seguimos creyendo las cadenas que nos mandan por correo electrónico?