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La bitácora personal de Ricardo Martín
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30 de marzo de 2010

OVNIs y Ejército del Aire: La IG-40-5

Como ya sabéis, mi postura ante el fenómeno OVNI es, sobre todo, desmitificadora. Esto no significa que no me interese o me resulte una temática atractiva, sino que evito siempre darle un enfoque sensacionalista o, como muchos hacen, «peliculero». Uno de esos aspectos que hacen que el fenómeno me atraiga es la existencia de documentos como el que hoy os presento. Se trata de la Instrucción General 40-5, emitida por el MOA (Mando Operativo Aéreo) del Cuartel General del Estado Mayor del Ejército del Aire el 31 de marzo de 1992. Teóricamente se trata de un documento clasificado, pero en la práctica se han publicado numerosos expedientes que contienen como base alguno de los formularios contenidos en esta Instrucción General.

La IG-40-5 establece las normas a seguir, el protocolo, ante un encuentro con un fenómeno extraño. Más concretamente su título oficial es «Normas a Seguir Tras la Notificación de Avistamientos de Fenómenos Extraños en el Espacio Aéreo Nacional». Resulta de lo más curioso echar un vistazo a las 28 páginas de que consta. En la primera de esas páginas define su misión:

Establecer las normas que determinen los cauces de recepción de información, sea cual fuere su procedencia, relativa a avistamientos de fenómenos extraños dentro del Espacio Aéreo Nacional, nombramiento de Oficial Informador, procedimiento de elaboración de los Informes, y clasificación, tramitación y custodia de los mismos.

Es interesante lo que puede leerse en la tercera página acerca de la colaboración de los ciudadanos particulares y del resto de fuerzas del Estado, incluyendo incluso la remisión de una nota a los medios de comunicación para promover que cualquiera que observe fenómenos anómalos lo comunique a la autoridad más cercana (Policía Local, Guardia Civil, Policía Nacional, etc). En las sucesivas describe el protocolo a seguir, las instrucciones internas que han de cumplir para obtener toda la información necesaria para abrir un expediente y, por tanto una investigación. Esos datos recopilados, según la Instrucción, tendrán inicialmente carácter confidencial.

En el punto 4 del Anexo A (Cometidos de los Oficiales Informadores e Investigadores) leo «Materiales/Restos Presuntamente Procedentes de OVNIs»:

Si existiesen restos o trazas materiales que se sospeche provienen de OVNIs, deberán ser manejados con extremo cuidado y protegidos de cualquier posible modificación o deterioro que pudiese reducir su valor en posteriores exámenes y análisis.

Antes de proceder a su manipulación se deberá, siempre que sea posible, registrar fotográficamente y anotar su posición, temperatura (si es anormal), signos de radioactividad y, en general, cualquier otro aspecto que se considere de interés.

La última parte está formada por el cuestionario de once páginas que ha de rellenar el testigo del avistamiento. Se trata de un conjunto de preguntas bastante exhaustivas en la que el individuo ha de contestar a cuestiones sobre el estado del terreno, posibles marcas, tipo de observación, tamaño, forma y detalles de todo tipo del objeto visto, trayectoria, hora de observación, olores, distancias, velocidades, lugar físico (interior de un vehículo, aire libre, etc). Y también algunas preguntas sobre el propio testigo (interés en parapsicología u ocultismo, familiaridad con fenómenos aéreos conocidos, problemas en la visión, efectos secundarios tras la observación, etc). El documento completo lo podéis consultar en la web de Juan José Benítez que, aunque no estoy de acuerdo con sus conclusiones, hay que reconocerle el mérito de ser el único sitio (que yo haya encontrado) que contiene la Instrucción íntegra.

En definitiva, de todo esto yo sacaría una conclusión: el fenómeno OVNI es algo que existe y que naturalmente preocupa a aquellos encargados de la protección de nuestro espacio aéreo. Ni más ni menos. Nadie se atreverá a dar una explicación. Eso sería otro tema, pero las Fuerzas Armadas están al tanto de todo aquello que ocurre en el cielo. Increíble, ¿no?



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