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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
28 de julio de 2010

Abolidas las corridas de toros en Cataluña

Mi actitud ante lo que se ha llamado la lidia, la tauromaquia, el «arte del toreo», la «fiesta nacional» o como lo queramos llamar ha ido evolucionando con el tiempo. Si al principio me pareció algo curioso y pintoresco, esa sensación se transformó en indiferencia, en desdén, y desde hace un tiempo –supongo que cuando lo he meditado un poco– en rechazo. Como ya sabéis los que seguís el blog desde hace tiempo, escribí un artículo muy crítico, incluyendo no sólo las corridas de toros, sino todos aquellos festejos taurinos que suponen la tortura y muerte pública del animal. También dije en su día que esa imagen, esa estética que transmitían todos estos eventos son por las que somos mundialmente conocidos en el extranjero. Una «fiesta» bárbara, retrógrada y que, afortunadamente, tiene cada vez menos seguidores. Las nuevas generaciones se muestran como mínimo indiferentes.

Esta mañana, el Parlament de Catalunya aprobaba la prohibición de las corridas de toros por 68 votos a 55 y con 9 abstenciones, ratificando así la iniciativa legislativa popular presentada por la plataforma antitaurina catalana Prou!, compuesta no sólo por catalanes, sino por defensores de los animales de toda España y de fuera de nuestras fronteras. Porque, aunque algunos hayan querido utilizar esta iniciativa para sus intereses políticos –los de un lado y los del otro–, lo cierto es que detrás de este grupo no hay más ideología que el rechazo por la tortura y la muerte animal en un ambiente festivo y con público. En este sentido no es difícil encontrar casos de oportunistas aficionados espontáneos a la tauromaquia sólo por el hecho de que hay que serlo para convertirse en un auténtico español de pura raza, aunque jamás hayan pisado una plaza ni puedan decir el nombre de más de tres toreros actuales. Igualmente los hay que la rechazan de plano por razones identitarias, como si en otros países no existieran también estas fiestas. Ni unos ni otros tienen razón.

Igual que digo esto, también respeto las opiniones de los aficionados, aunque no las comparta. De los aficionados de verdad, se entiende. Por eso creo que la prohibición no es el mejor método para acabar con las corridas de toros. Es notorio que la afición en Cataluña está en decadencia, a mucha más velocidad que en otros lugares de España y que el sentimiento antitaurino está muy desarrollado. Pero tal vez hubiera sido mejor dejarlo morir por sí mismo. Porque, posiblemente, dentro de veinticinco o treinta años, será algo residual. No hay duda de que los taurinos también tienen derecho y sus argumentos para acudir a las plazas. Por eso creo que es un asunto de libertad más que de otra cosa.

Lo curioso es que existe otra zona de España donde ya se prohibieron las corridas de toros. Canarias lo hizo hace diecinueve años. Abolió la «fiesta nacional» mediante la ley 8/1991 de 30 de abril. Cierto que la afición era casi nula, pero existía. De aquello no se dijo nada. Nadie protestó (o nadie recogió esas protestas). Vamos con los datos objetivos: En una encuesta realizada en 2002 por Gallup, el 79% de los habitantes de la zona noroeste de España (Galicia, Asturias y León) no tenían ningún interés por la tauromaquia, sólo superada por el noreste (Cataluña, Baleares, Huesca y Zaragoza) con un 81%. Para todo el territorio español, el resultado era de un 68,8%. Esa misma encuesta realizada hoy daría unos porcentajes aún mayores. Por eso lo inteligente quizás hubiera sido esperar…



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