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La bitácora personal de Ricardo Martín
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26 de mayo de 2011

Tras la pista de la Quinta del Sordo de Madrid

Una de las cosas más interesantes de internet es poder viajar en el tiempo y en el espacio sin ningún límite más allá de nuestra imaginación. Como curioso impenitente, la red brinda un abanico inabarcable de propuestas, por lo que la mayoría de las veces llego a ellas por mera casualidad. Tal es el caso de la famosa Quinta del Sordo, el caserón madrileño donde vivió un Francisco de Goya anciano y atormentado entre 1819 y 1824. En una visita a la sala de las Pinturas Negras del Museo del Prado me asaltó la curiosidad. Aquel primer pensamiento vino por el letrero que comentaba la procedencia de aquellos cuadros. Ya sabía que habían sido pintadas en la Quinta, pero desconocía que fueran realizadas sobre las paredes, casi a modo de fresco. Tras la muerte del genial pintor fueron extraídas y enviadas a Francia, que rechazó exponerlas. Por eso ahora están en España.

La cuestión es que un día, navegando sin mucho rumbo ni criterio por internet di con una web (cuyo nombre ahora no recuerdo) que narraba la historia de la Quinta del Sordo. Lo interesante del tema es que la casa había permanecido en pie hasta la década de los años veinte del siglo XX, justo una centuria después de que allí morara el artista aragonés. Sucumbió, como suele ocurrir, pasto de la incultura y del avance descontrolado del urbanismo de la ciudad. Según varias fuentes, el lugar exacto en el que ubicaba es la intersección de las calles Caramuel y Juan Tornero (más bien en la prolongación hacia el sur de la primera), muy cerca del puente de Segovia. El lugar lo ocupan en la actualidad unos bloques de viviendas y un colegio construidos en los años cincuenta. Existen una placa en forma de rombo en la fachada del inmueble número 32 de la calle Saavedra Fajardo. Un pequeño letrero que indica el lugar exacto donde se encontraba la Quinta del Sordo con la siguiente leyenda: «En este lugar estuvo la Quinta del Sordo, donde vivió Francisco de Goya de 1819 a 1824, y en ella realizó las Pinturas Negras». Puede verse la placa (aunque no leerse) desde Google Street View.

Si no hubiera sido por la estrechez de miras de la época, quizás hoy tuviéramos un lugar de peregrinaje para aficionados a la pintura y, tal vez, un museo dedicado a Goya en ese mismo lugar. Pero esa es la historia de muchos otros lugares emblemáticos de nuestra historia y de nuestro arte que hemos cercenado en siglos pasados, por culpa de una falsa idea de progreso en la cabeza. Para más información sobre el emplazamiento actual, os recomiendo echar un vistazo al blog Urban Idade, que dedica un post a la Quinta.



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