Los descifradores del manuscrito Voynich
Aprovechando que estos días se está reponiendo en La 2 el documental ‘El códice Voynich. El manuscrito más misterioso del mundo.’ y que nunca he hablado de este enigmático libro hasta la fecha, voy a dedicar este post al ya mencionado manuscrito Voynich. No voy a entrar en la historia interesantísima del documento, ni a su polémica autoría. He preferido centrarme en los esfuerzos que muchos estudiosos, investigadores, criptógrafos y bibliófilos en general han realizado para descodificar un libro que está escrito en un idioma desconocido. O al menos con unos caracteres nunca antes vistos. De ahí su fama.
Existen dos principales estudiosos que, a lo largo del siglo XX, han realizado investigaciones sobre el tema (aparte del propio descubridor, Wilfrid Voynich). Son William Newbold y Robert Brumbaugh. Aunque vivieron en diferentes épocas, ambos defendieron la teoría de que el manuscrito fue ideado por Roger Bacon, monje británico del siglo XIII, siguiendo un sistema de cifrado más o menos complejo. Newbold publicó en 1922 un ensayo titulado ‘The Cipher of Roger Bacon’ donde propuso un método que se basaba en la transcripción de pares de símbolos. Creó una tabla con todas esas posibles combinaciones y les asignó una equivalencia en el alfabeto latino. Por su parte, Brumbaugh expuso en su ‘The Voynich Roger Bacon Cipher Manuscript’ (1976) un método basado en criptografía avanzada. Todo demasiado complejo…
Quizás pensando en el principio de la navaja de Occam, Edith Sherwood presentó su teoría ante el gran público en 2009. Se trataba de un método de descodificación extraordinariamente sencillo. La clave es que, mientras sus colegas siempre pensaron en la autoría de Roger Bacon, un británico que tal vez escribió en latín o en inglés medieval, ella apuesta por un origen italiano, en mi opinión mucho más acertado. Sherwood apuesta por que cada palabra no es más que un anagrama de un vocablo del italiano antiguo. Como no tenía ni idea del idioma de Dante, se las ingenió para hacerse con un buen número de manuscritos italianos de la época para comparar palabras y conceptos con las que aparecen en el Voynich, principalmente tratados medievales de botánica.
Y lo cierto es que, en su exposición, resulta convincente. Primero se convierte el alfabeto (según la teoría latino, aunque estilizado, del manuscrito) en caracteres más legibles y posteriormente se reordenan las letras para formar una palabra coherente con el contexto. Bien es cierto que aún no ha conseguido descifrar todo el texto, pero al menos ha proporcionado más respuestas y más coherentes que todos los que la precedieron. En su página web explica con detalle y sencillez el sistema que ha seguido.
Para terminar, os dejo con el documental que volvió a despertar mi curiosidad por este documento: