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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
23 de agosto de 2011

Una reforma constitucional equivocada

El anuncio del Presidente del Gobierno acerca de la posibilidad de que el techo de gasto público pueda incorporarse a la Constitución y el buen recibimiento que esta propuesta ha tenido en el principal partido de la oposición no deja de ser algo insólito. Ya el hecho de plantear una modificación de nuestra Ley Fundamental es algo raro. No en vano, sólo ha sido enmendada una vez, con motivo de la aprobación del Tratado de Maastricht, en 1992.

De inmediato, los medios –especialmente en la red– han comenzado a especular y discutir sobre la idoneidad de esta medida. Yo también voy a dar mi opinión, muy crítica, al margen de cualquier movimiento o influencia externa. Por tanto, este parecer es a título exclusivamente particular. He aquí mis razones para rechazar la reforma constitucional:

  • Primero. La Constitución Española es nuestra ley básica, la que regula la organización del Estado, la forma de gobierno y los mecanismos básicos de su funcionamiento. Es, por tanto, una norma general que en ningún caso entra en los detalles. A menos que el texto diga algo así como «una ley regulará el límite de endeudamiento público…», la inclusión de datos como porcentajes del PIB (modo habitual de medir el déficit) me parece como mínimo una temeridad.
  • Segundo. Compromete la política social y el estado del bienestar. ¿La razón? Buena parte del gasto público social (quizás todo) no tiene retorno directo en forma de ingresos. No es, por tanto, una inversión desde el punto de vista estrictamente monetarista. Los estados han de tener la capacidad suficiente de endeudarse porque existen situaciones en las que esta posibilidad es imprescindible si se quieren mantener los servicios sociales actuales.
  • Tercero. Más impuestos. En el caso de que se mantenga el gasto público al ritmo actual, el único modo de no aumentar el déficit sería incrementar los ingresos vía impuestos. Esto no sería un problema si se hiciera con justicia (los más ricos pagan más, impuestos ecológicos, etc), pero hasta ahora no ha sido así. Y no hay nada que indique que a partir de ahora lo vaya a ser. Finalmente el déficit lo pagaremos caro, bien en recortes sociales o bien en aumento injusto de impuestos. Un país como España, con un estado del bienestar todavía no muy desarrollado y con una economía de potencia media, necesita endeudarse para acometer todas esas medidas destinadas directamente al ciudadano. Si no ¿Si el Estado no sirve para ayudar al ciudadano, ¿Para qué sirve?
  • Cuarto. Las formas. La soberanía reside en el Pueblo. Al menos eso es lo que los han dicho. Si nadie lo remedia, la reforma no se someterá a referéndum de los ciudadanos, porque requiere la iniciativa de un 10% de los diputados (35). La consulta es vinculante. Si sale negativo, la reforma se paralizaría. La cuestión es que PP y PSOE suman más del 90%, con lo que no hay margen para ello.
  • Y quinto. Al final los mercados financieros han ganado. Cualquier cosa con tal de conseguir un equilibrio presupuestario ad perpetuam y que los que tienen ojos con el símbolo del dólar queden contentos y no nos «ataquen» más. El corsé de la eurozona terminará por estrangularnos. Viviremos mucho peor pero tendremos un euro fuerte. ¿Para qué? Seguimos adelante en la creación de un estado anticiudadano.


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