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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
3 de septiembre de 2012

Las islas españolas del Pacífico

Acercarse al mundo de las islas e islotes del Océano Pacífico es perderse. Allá donde las fronteras son difusas y las políticas coloniales de otros tiempos hicieron estragos, hoy se situan países prácticamente desconocidos como los Estados Federados de Micronesia, Palau, Guam, Nauru y otros muchos. Naciones extrañas y exóticas con unas pocas decenas de miles de habitantes y para nosotros sinónimos de agua azulísima y palmeras gigantescas. Algunos cuentan todavía con dependencia de sus antiguas metrópolis y otras son independientes desde hace poco tiempo.

Curiosamente toda esa zona fue durante siglos posesión española. Hasta hace bien poco. Podemos irnos al ejemplo más claro de todos: Las Filipinas, españolas hasta 1898. Pero hubo otras. Poca gente sabe que las Islas Marianas, las Islas Carolinas (ambas integradas en Micronesia) y Palaos (hoy Palau) fueron españolas hasta que no se firmó el Tratado Germano-Español en 1899. Mediante este acuerdo España cedía la soberanía de todas esas islas y atolones a Alemania.

Pero la curiosidad (y casi la perplejidad) me asalta cuando descubro que aún existen cuatro islas (conocidas como la «Micronesia Española» o la «Oceanía Española»), Kapingamarangi, Mapia, Matador y Coroa, que existe la posibilidad de que sean aún españolas, si bien no de hecho, quizás sí de derecho. No resulta muy sencillo adentrarse en los documentos que detallan los avatares de estos islotes a lo largo de la historia. Los nombres cambian, desaparecen, vuelven a surgir, los tratados son ambiguos y, para colmo, hubo desidia y desinterés por parte de España por tomar posesión efectiva de esos territorios a lo largo del siglo XX.

Por todos los excelentes artículos que he leído (para enmarcar son las dos partes del texto del blog de Francisco Polo «¿Cuatro islas perdidas en el Pacífico?»), llego a la conclusión de que, aunque fueron españolas, ya no lo son por no haber ejercido efectivamente la soberanía sobre ellas. Actualmente son parte integrante desde 1990 de un estado soberano como son los Estados Federados de Micronesia. A pesar de todo, haciendo una búsqueda por internet, se pueden encontrar algunas páginas que defienden que estos cuatro territorios aún son españoles e incluso en la Wikipedia se borró en 2008 un artículo dedicado a la «Oceanía Española».

1 de septiembre de 2012

¿El declive de linux?

El pasado 29 de agosto, Miguel de Icaza escribió en su blog personal un post que ha creado un pequeño revuelo dentro del mundillo GNU/linux. En él reconoce que la fragmentación de desarrollo de las diferentes distribuciones linux está lastrando su avance. Para colmo, el lanzamiento del entorno de ventanas Gnome 3 parece que no ha gustado a casi nadie, ni siquiera a Linus Torvalds, que con razón, se quejaba de que su usabilidad había empeorado alarmantemente en la nueva versión y lo calificaba como «desastre».

Para quien no lo sepa, Miguel de Icaza, desarrollador mexicano muy ligado al mundo del código abierto, fue el creador de Gnome. En su interesante artículo comenta que las posibles causas de esta «pérdida de rumbo» se debe a que no hay unas líneas maestras claras a seguir y que, incluso entre distribuciones linux diferentes, la compatibilidad no es tan evidente. Declara que muchos de los desarrolladores que antes trabajaban para el sistema operativo han migrado hacia entornos más seguros, como las aplicaciones web, móviles y OS X. De Icaza alaba el progreso que ha tenido el sistema operativo de Apple, ya que partían de un núcleo Unix casi obsoleto y anticuado. Hoy día, OS X se ha convertido en el sistema preferido para hackers y programadores open source de todo el mundo. Lo cierto es que OS X lo tiene todo, un sustrato Unix fácilmente reconocible por aquellos que vienen de Linux, un sistema sólido y fiable y un entorno gráfico bonito y homogéneo.

Yo por mi parte, después de haber probado el Gnome 3 que monta la última versión de Ubuntu, he llegado a la misma conclusión: no me gusta. Supone un cambio demasiado radical para peor. Seré un inútil pero no he sido capaz de crear un enlace (acceso directo, alias) en el escritorio. Ante tal panorama, los responsables de Gnome deberían plantearse una vuelta atrás o al menos establecer unas líneas de trabajo para homogeneizar el trabajo tanto en el kernel como en la parte más visible. Si no tal vez linux esté condenado a desaparecer.



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