Aprender historia a través de la televisión debería ser una de las principales funciones de ésta; entretenimiento e instrucción básicamente. Yo al menos intento quedarme siempre con algo de lo que veo en la «caja tonta». Las series históricas son una buena manera de hacerlo, aunque no siempre son fieles a la realidad y a menudo nos trasladan una visión errónea o distorsionada de lo que fue una determinada época.
Lo último que he visto en este sentido ha sido ‘The White Queen’, una producción de la BBC emitida por la cadena pública en 2013. Como es de suponer, cuenta con una impecable puesta en escena y unas actuaciones irreprochables. A grandes rasgos cuenta la historia bastante conocida de la Guerra de las Rosas entre las casas de Lancaster y York por ocupar el trono en la segunda mitad del siglo XV. En realidad es la adaptación a la pantalla de la novela homónima de Philippa Gregory.
La serie cuenta la historia de La Reina Blanca, Elizabeth Woodville, desde su boda con Eduardo IV de York –tras la derrota de Enrique VI de Lancaster— hasta la muerte de su sucesor Ricardo III y posterior coronación de Enrique VII –primero de la dinastía Tudor–. En muchos aspectos me gusta compararla con la serie de ‘Isabel’. Es verdad que tiene muchas diferencias, pero también similitudes en cuanto a la manera de enfocar la historia, la época en la que se desarrolla e incluso en el tratamiento de los personajes y sus dilemas morales.
Estéticamente no tiene nada que ver. De los lóbregos decorados de ‘Isabel’ aquí no hay nada, más bien grandiosas estancias góticas, vidrieras, efectos de luces espectaculares y –una cosa que me ha gustado– el tratamiento de los edificios, muy coloridos y para nada ruinosos (que es como se verían hoy y como se ven a menudo en ‘Isabel’). Para conseguir esto, además de construir decorados, se trasladó el rodaje hasta Bélgica para recrear allí algunas de las edificaciones más espectaculares y representativas del Londres tardomedieval. Con esto se ha conseguido que el espectáculo visual sea impresionante.
Pero uniendo guión, el papel de los actores, los escenarios y el resto, el resultado es tan sólo correcto y quizás frío. Aunque la serie se llama ‘The White Queen’, se trata de una historia coral, donde el protagonismo se va sucediendo de unos a otros personajes sin que la presencia de la Reina Blanca consiga amalgamarlos del todo, dando una cierta sensación de dispersión. En eso, nuestra ‘Isabel’ sale ganando. Interesante para pasar un rato.
En muchas ocasiones se utiliza la expresión «valor antropológico» –o sociológico– para justificar engendros artísticos. Se dice, por ejemplo, que tienen valor antropológico las películas de Paco Martínez Soria o las del landismo. También programas de telerrealidad del estilo de ‘Gran Hermano’ han recibido calificativos de este estilo. Pero si somos puristas, no hay tantos ejemplos a los que pueda aplicarse con propiedad.
A mi me ha parecido que ‘La España de los Botejara’ sí cumple con la premisa de servir de documento de estudio para sociólogos y antropólogos de hoy y del futuro. Fueron diez documentales emitidos por Televisión Española en agosto y septiembre de 1978 sobre la idea del por entonces muy popular periodista bilbaíno Alfredo Amestoy. Lo he recuperado gracias al archivo de la corporación pública. En su momento se presentó casi como una superproducción, rodada a lo largo de dos años en varias localizaciones españolas y extranjeras. Y con música de Antón García Abril y Pablo Guerrero.
‘La España de los Botejara’ pretende radiografiar la diáspora de una familia, encarnada por los Botejara, una estirpe procedente de Villanueva de la Vera (Cáceres) y que a lo largo de cuatro generaciones son entrevistados por Amestoy allí donde se han asentado (Cataluña, Baleares, País Vasco, Madrid o Alemania). Casi todos los aspectos de la vida son analizados en el documental, desde la muerte hasta las finanzas familiares, los estudios de los hijos o la relación con otros miembros de la familia.
Sorprende cómo cuestiones como la política, la percepción de la cultura o la economía de 1978 se asemejan a las de 2015. Otras sin embargo son muy diferentes. El documento tiene aún más valor por tomar un terreno completamente virgen de experimentos audiovisuales que le dan una autenticidad que se palpa en cada minuto.
El primer Muestra Musical de año viene con algunas cosas de lo mejor del 2014 y lo más prometedor de lo que conocemos de 2015. La Bien Querida forma parte de ambas. La reciente publicación de su nuevo álbum tras sus tres EP anticipados (uno del año pasado) va a ser una de las sensaciones nacionales de la temporada. Y si hablamos de sensaciones, Belle and Sebastian, por los que nadie daba un duro hace poco, han lanzado un disco a la altura de sus mejores discos, reinventándose con nuevos sonidos sin perder su identidad. Bravo por ellos. Y a partir de aquí retornos deseados, no deseados, no esperados y cosas nuevas.
Un detalle que quiero resaltar es la portada del Muestra Musical 106. Posiblemente muchos de vosotros sepáis que se trata de una fotografía de la astronauta Anna Lee Fisher realizada para la revista Time en 1985 por el fotógrafo John Bryson. La particularidad histórica viene causada por ser la primera madre que viajó al espacio.
Y sin más rodeos vamos con los vídeos de este 106:
Desde octubre no añadía una nueva galería a mi web de fotografías. En esta ocasión se trata de la localidad abulense de Arévalo, con un poco conocido casco antiguo medieval perfectamente conservado y unos cuantos ejemplos de románico mudéjar. También cuenta con mucha historia. Aquí, por ejemplo, paso su juventud Isabel I de Castilla. Las ocho imágenes, tomadas a finales de octubre del año pasado, son sólo una muestra de todo lo que puede verse allí.
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