He terminado de ver la que para muchos es la serie del verano, incluso la serie del año. ‘L’effondrement’ es una discreta producción francesa de 2019, ideada y creada por el colectivo Les Parasites. Poco podían imaginarse por entonces que en este accidentado 2020 su guión iba a verse no como una distopía, sino casi como un reflejo de la actualidad –exagerada, eso sí–. Son ocho episodios no necesariamente ordenados cronológicamente –de hecho el último sería el primero–.
La historia que nos cuenta es lo que vemos a través de sus protagonistas y las situaciones que viven. Nada sabemos de la causa del fin del sistema establecido, aunque sospechamos algunas cosas. Supermercados que cierran de repente, cortes de luz, falta de suministro de productos, los sitemas bancarios que no aceptan las tarjetas de crédito de los clientes… Pequeñas cosas que por sí mismas no serían dignas de un argumento de ficción se van tejiendo una entre la otra hasta que nos hacemos una idea de lo que ha ocurrido, y lo que es más inquietante, lo que ocurrirá en el futuro inmediato.
Mucho se ha comentado el que los episodios están rodados en un solo plano secuencia. Para mí eso no aporta gran cosa ni es reseñable. Quizás le otorgue un plus de verosimilitud, pero el realismo no debería medirse en si hay o no cortes o planos y contraplanos. Respecto al contenido de los capítulos, el resultado es bastante irregular. Los tres primeros y el último sin duda son los mejores. Los otros cuatro me resultaron demasiado falsos, poco creíbles. En todo caso, aunque no es un ‘Black Mirror’ a la francesa, es una serie interesante. 7,5/10.
Todos sabemos que el tiempo pasa muy rápido. Pasan los acontecimientos, nos ensimismamos en la transcendencia que puedan tener para nosotros o para los demás, pero en la vorágine del día a día, de las metas a corto plazo, no nos paramos a pensar –o al menos yo no lo hago habitualmente– en el camino que ya hemos recorrido. Estas reflexiones vienen al caso de que hoy precisamente se cumplen veinte años desde que subí a un servidor de inicia.es –hoy desaparecido– mi primera web personal, la primera presencia por entonces incomprendida y casi ignota. Un vestigio abandonado como lanzar una botella al mar con mis datos, lo que me gustaba del mundo que empezaba a vivir.
Un 11 de julio de 2000 ocurrió que, tras contratar una alojamiento web gratuito, subí con un cuidado diseño aquello que quería que los demás vieran de mí. Una extensión de lo que yo era pero a nivel virtual. Veinte años después va a suceder algo similar a nivel físico. El paralelismo entre alojamiento virtual y físico me lleva a pensar que no es tan diferente la sensación entre tener un hueco propio en el mundo de las redes y el mundo físico. Pronto me mudaré a una vivienda de mi propiedad. Y no sólo eso, también ha sido diseñada y reformada según mi parecer y mi gusto. ¿No es eso la versión del «mundo real» de un alojamiento web?
Más allá de estas semejanzas que a muchos os parecerán extrañas, en 2005 compré el dominio y el alojamiento web que permitió que mis sitios y mi presencia se expandiera. Desde entonces han transcurrido 15 años. Surgieron nuevas webs, como Zamora en Imágenes, Cromavista, la efímera Nolovedesign o la novata Cromavideo. Mi intención siempre ha sido ofrecer contenidos, lo más correctos estéticamente hablando y los más interesantes a nivel de contenidos. No sé si lo he conseguido, pero desde luego esa ha sido mi intención todos estos años. Espero que sigáis ahí en el futuro…
rmbit está bajo una licencia de Creative Commons.
Plantilla de diseño propio en constante evolución.
Página servida en 0,075 segundos.
Gestionado con WordPress