Cada vez es más complicado encontrar en el mundo audiovisual producciones originales, no ya solo en su argumento sino también en las formas. No es muy habitual que se cuele una serie tan iconoclasta como ‘P’tit Quinquin’ (‘El Pequeño Quinquin’). Esta miniserie francesa dirigida en 2014 por Bruno Dumont y protagonizada por un elenco inclasificable de personajes, a cada cual más extraño, encabezados por el niño Quinquin (Alane Delhaye) y el estrambótico jefe de policía, el comandante Van der Weyden (insuperable Bernard Pruvost). A su alrededor una troupe brutal que disecciona sociológicamente la Francia profunda con ironía a veces y mala leche otras.
En una tranquila población de la costa norte francesa comienzan a descubrirse una serie de crímenes donde las vacas son protagonistas. El comandante Van der Weyden y el teniente Charpentier se pondrán manos a la obra para resolver tan endiablado enigma. Todos los crímenes llevan a una familia de granjeros locales, los Lebleu. El pequeño de la familia, Quinquin será testigo y protagonista de esa investigación.
Mucho se puede comentar de esta obra rara. Si en un principio todo nos recuerda a los hermanos Cohen (especialmente a ‘Fargo’), según se va enredando el argumento se nos asemeja más a Berlanga e incluso al surrealismo costumbrista de Buñuel. Como en toda buena comedia, el humor no está en los personajes, sino en las situaciones. Aquí se lleva a su máxima expresión. En definitiva se trata de una producción original que quizás no sea entendida por todos los públicos. Los cuatro capítulos la verdad es que saben a muy poco. 8/10.
El motivo por que decidí ver ‘Tabula Rasa’ era –para ser sinceros– su origen. No hay muchas series belgas en el catálogo de las plataformas de vídeo bajo demanda. Es más, probablemente ésta sea la única. A pesar de su origen flamenco, la producción es de la ZDF alemana, que la estrenó en 2017. El hecho de mezclar la mente humana y sus enigmas con el género policíaco es peligroso. Puede estar bien resuelto o ser de lo más tramposo. Bajo el paraguas de las amnesias selectivas y el juego de los puntos de vista subjetivo y objetivo, los guiones se pueden amoldar a cualquier cosa por insospechada que sea.
Mie (Veerle Baetens) es una joven que acaba de sufrir un accidente que le provoca una amnesia recurrente desde ese momento de forma que olvida constantemente todo aquello que sucede. Junto a su marido y a su hija se trasladan a vivir a una vieja mansión familiar. Pero la desaparición de un hombre que presuntamente está relacionado con la familia y empeoramiento en la situación de Mie harán que todo se complique hasta llegar a un desenlace sorprendente.
Como digo, me temía que el guión fuera tramposo y efectivamente así es. Como en las malas películas de terror donde todo es posible, incluso un giro descabellado en la historia, ‘Tabula Rasa’ cae en la tentación de desarrollar una historia poco creíble, al principio con todas las piezas del puzle encajadas en un sitio diferente al suyo y que de repente saltan de su sitio tras un puñetazo en la mesa. De pronto, todas las piezas encajan de nuevo en su lugar correcto. Sin entrar en detalle, ese final echa por tierra todo lo conseguido durante todos los episodios anteriores (que tampoco era demasiado). Una serie correcta pero olvidable. 5/10.
rmbit está bajo una licencia de Creative Commons.
Plantilla de diseño propio en constante evolución.
Página servida en 0,053 segundos.
Gestionado con WordPress