‘Blossoms Shangai’
El otro día he terminado de ver ‘Blossoms Shangai’, la que es hasta la fecha la única incursión del cineasta Wong Kar-Wai en las producciones para televisión. Ofrecido por Filmin en España, se compone de tres temporadas de diez capítulos cada una. Este estreno ha sido bastante polémico ya que ha provocado disparidad de opiniones entre la crítica y el público, tachando a Kar-Wai de sobrevalorado en su cine y otras disquisiciones con la que no estoy de acuerdo. La producción es de Hong Kong, así que no podemos decir que sea una serie china como tal. Ni una de las secuencias ha sido rodada en Shangái, donde se desarrolla la acción, sino en una reconstrucción de sus calles realizada en estudio.
Se nos cuenta la obra y milagros de Ah Bao, un hombre de negocios hecho a si mismo que se hace rico invirtiendo en fábricas, en importación y exportación, y especulando en la bolsa de Shangái, aprovechando la liberalización económica de la China de finales de 1980 y comienzos de 1990. Parece que todo ocurre en la calle Huanghe, una populosa y lujosa vía de la ciudad, muy cerca del edificio de la bolsa. Bao tiene a su mentor, el Tío Ye, un hombre mayor y sabio que le aconseja en sus primeros pasos. Paralelamente, el entorno en el que se cierran los negocios y los tratos multimillonarios son los restaurantes de la calle, cuyos gestores (las llamadas madams), siempre mujeres, intentan atraer para participar ellas mismas de la transacción. El conjunto forma una curiosa galería de personajes, a cada cual más pintoresco, que intentan medrar en un mundo donde cualquier puede hacerse millonario de la noche a la mañana y viceversa.
El barroquismo de la puesta en escena, de la fotografía y de los escenarios se le puede atragantar al público. Wong Kar-Wai hace uso (y abuso) de recursos trasnochados como la cámara lenta o los juegos con espejos y vidrios. Todo en ‘Blossoms Shangai’ parece pasado de moda, desde el abigarrado mundo de la calle Huanghe con sus agresivos luminosos y su perenne atasco de coches y peatones, hasta los interiores de los locales, que parecen extraídos de los anuncios de perfume francés de los años 80 que veíamos en navidades. En cualquier caso, no me parece una serie tan mala como se cuenta por ahí, aunque hay que darle tiempo y tener paciencia. Curiosa. 7/10.