Jimmy McGovern, el creador de ‘Accused’ (2010) no es muy conocido en España, pero ha escrito algunas series de éxito para la BBC y Channel 4 en el Reino Unido. El serial explota la tradición anglosajona de la ficción judicial, series y películas de juicios que tantos momentos de gloria en la pequeña y en la gran pantalla han proporcionado. Cierto que por estas tierras no tiene tanto predicamento, quizás por el la mala fama de la Justicia en España.
Pero lo cierto es que, más allá del maniqueísmo, uno de los aciertos de ‘Accused’ es considerar al acusado como humano, capaz de equivocarse. McGovern consigue que el espectador empatice con la práctica totalidad de los protagonistas de los capítulos –cada uno de ellos es una historia independiente–. Dos temporadas y diez capítulos en total con una gran variedad de casuística, desde asesinatos hasta robos.
Por la serie desfilan algunos actores muy conocidos para los que somos aficionados a la ficción británica. Dos «Doctores Who«: Christopher Ecclestone y Peter Capaldi, otros que hemos conocido por ‘Juego de Tronos’, ‘Broadchurch’, etc. Todos ellos con actuaciones sólidas y convincentes. En definitiva, una serie de calidad con buenas historias. 7,5/10.
Bahman Ghobadi es el único cineasta que lleva la voz kurda más allá de sus fronteras. Siempre lo hace de forma contundente, brutal, sin concesiones, pero también con una sensibilidad despojada de artificios muy complicada de conseguir en la pantalla. Sus películas siempre están a medio camino entre la ficción y el documental, con los niños en el centro de la historia, la parte más vulnerable de la humanidad en un entorno donde todo es inhumano: La naturaleza, el trabajo, la familia, la casa, el pasado y el futuro. Aún así, los personajes de las obras de Ghobadi luchan por mantenerse a flote con terquedad. Ya vimos hace años ‘Las Tortugas También Vuelan’ (2004) y ahora he tenido ocasión de ver ‘A Time for Drunken Horses’ (‘Zamani Barayé Masti Asbha’ en persa y ‘Demek Jibo Hespên Serxweş’ en kurdo), que es su obra de debut en la ficción cinematográfica en el año 2000.
Ayoub es un niño huérfano de 12 años cuyo hermano discapacitado Madi necesita una operación para seguir viviendo. Su único medio de subsistencia es el contrabando con mulas (a las que se les suministra alcohol para soportar el frío, de ahí el título) en la frontera montañosa y nevada entre Irán e Irak. Pero este camino es una senda minada desde tiempos de la guerra y a menudo se producen emboscadas militares iraquíes. Aún así, Ayoub tiene la determinación de conseguir el dinero para la intervención de su hermano.
No hay duda de que Ghobadi tiene una mano especial para dirigir a los niños –que además son actores no profesionales–, hacer que se comporten como adultos y resultan estremecedoramente convincentes frente a la cámara. Pero el resultado es efectivo y consigue llamar la atención hacia aquellos que más sufren el sinsentido de las guerras y sus consecuencias. Una cinta que seguro que remueve algo en el espectador. 8,5/10.
No son muchas las producciones, tanto de cine como de televisión, que nos llegan de Austria –más allá de Ulrich Seidl–. Decidí ver esta serie precisamente por eso, y por pura curiosidad. Y con lo que me encontré fue con una serie muy original, con un humor un tanto extraño que descoloca, y con una trama delirante sostenida por un buen guión y unos grandes actores que pivotan en torno al excelente Udo Kier. Todo ello bajo la dirección de David Schalko, con una larga carrera en el país pero desconocido para el resto de Europa y del mundo.
‘Altes Geld’ (‘Dinero Viejo’ en una traducción literal al castellano, o más bien ‘Herencia Ancestral’) nos cuenta la historia de una estirpe familiar decadente de la aristocracia austríaca, con un pasado nazi mal disimulado y judío que atormentará a más de uno de sus miembros. El patriarca, Rolf Rauchensteiner (Udo Kier), necesita un hígado para seguir viviendo. Para conseguirlo convoca a sus hijos a un absurdo concurso. Aquel que le proporcione un órgano sano se quedará con su herencia. A lo largo de toda la trama, esta carrera por obtener los favores económicos de Rolf, se producirán situaciones surrealistas.
Schalko, además del recurso del humor, juega con el recurso visual, dotando a los paisajes y a los personajes de fuertes significados estéticos. Esto lo hace especialmente atractivo al espectador que busca producciones diferentes, lejos de lo que estamos acostumbrados a ver. 7,5/10
Acabo de añadir cuatro nuevas galerías fotográficas de mi web Cromavista. Son imágenes tomadas tanto en 2015 como en 2016 y que tenía archivadas esperando tener un rato para poder procesarlas. Por fin aquí están ‘Las Médulas’, ‘La Alberca’, ‘Ruinas de Cáparra’ y ‘Villafranca del Bierzo’. Como veis, León, Salamanca y Cáceres en estas veintiséis fotografías. Espero que os gusten.
Efectivamente, Los Planetas no estaban muertos… Las últimas señales de vida con el EP ‘Dobles Fatigas’ (2015) nos ponía detrás de la pista de que la actividad de los granadinos, aunque baja, seguía ahí. Y la experiencia nos dice que después de un EP viene algo más grande. Y así ha sido. Hace algo más de una semana se publicó ‘Zona Temporalmente Autónoma’. Este título, más allá de estar tomado de una obra de un oscuro ensayista político norteamericano de los ochenta y noventa llamado Hakim Bey, es también una declaración de principios sobre la autonomía, la independencia y la autogestión. No en vano, este es el primer álbum fuera del paraguas de un sello multinacional. Una actitud que no está mal para un grupo con 25 años a las espaldas.
En lo estrictamente musical, ‘Zona Temporalmente Autónoma’ es una evolución inteligente de su sonido, forjado a lo largo de los dos anteriores trabajos. Aquí se funden como nunca antes habían hecho, el space rock, el shoegaze, el noise, el pop clásico, la new wave de los ochenta y las pinceladas en letras y compases de la tradición andaluza flamenca, aunque mucho menos que en sus predecesores. Una amalgama perfecta cuyo resultado no deja de tener la impronta del sonido planetario de toda la vida. Tal vez sea anecdótico, pero el coqueteo trap de la espectacular ‘Islamabad’ (posiblemente la mejor canción de Los Planetas desde ‘Santos que yo te pinte’) abre una nueva puerta, o añade como mínimo un nuevo vector que seguir.
Pero la otra cara menos luminosa del disco está en el excesivo número de cortes. Catorce temas son muchos temas para un disco de Los Planetas. Es una opinión completamente subjetiva pero creo que sobran dos o tres pistas (‘Seguiriya de los 107 faunos’, ‘Amanecer’ y quizás ‘Hay una estrella’ humildemente se podían haber quedado como dignas caras B o como material para un futuro EP). Sin esos temas podríamos considerar a ‘Zona Temporalmente Autónoma’ como uno de los mejores de la ya larga carrera de la banda de J. En cualquier caso la palabra que define el regreso planetario es sorpresa. 8/10.
Me parece bien esta nueva tendencia del cine español de buscar sus argumentos en nuestra historia reciente. La nueva hornada de directores, además de calidad y originalidad, tiene mucho que decir sobre esta representación de lo que fue la «cultura del pelotazo» de los ochenta y noventa, del retrato de una España estrenando una democracia frágil y que se sacude décadas de atraso, escondiendo ese polvo y esa caspa debajo de la alfombra para hacer como si no existiera. Lo peligroso es que sale a relucir cuando se intentan cambiar los muebles de sitio o tirar los viejos.
Alberto Rodríguez (‘Grupo 7’, ‘La Isla Mínima’) es posiblemente el mejor de esos nuevos realizadores enfrentándose a temas que otros no quisieron o no pudieron. El rocambolesco caso de la fuga y entrega de Luis Roldán (un no muy convincente Carlos Santos), prófugo de la justicia española, y de su relación con el «espía» y hombre para todo Francisco Paesa (Eduard Fernández), sirve de excusa para trazar un thriller político inusual por estas latitudes. La historia es contada por el socio y amigo de Paesa, Jesús Camoens (nombre ficticio para un personaje real, bien interpretado por José Coronado) y sirve de hilo argumental narrativo para evitar –a veces sin conseguirlo– que el espectador se pierda en una trama excesivamente comprimida y a ratos incomprensible. También los personajes se aprecian distantes, excesivamente fríos.
En definitiva, la sensación que queda después de terminar el visionado, es de una oportunidad algo desperdiciada para contar bien una historia real, pero de película. En todo caso una obra correcta, entretenida y de una factura de calidad. 6,5/10.
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