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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
10 de mayo de 2011

‘Inside Job’

El género de los documentales de investigación incómodos prolifera cada vez más. Prueba de ello es ‘Inside Job’. Consiguió en la última edición de los Oscars el galardón al mejor largometraje documental. Con toda justicia se ha convertido en el más popular y comentado del año en todo el mundo. No en vano, el gran mérito de su director, Charles Ferguson, es contar cómo se gestó la crisis financiera mundial de 2008 y tener frente a las cámaras a algunos de sus responsables, con nombre, apellidos y rostro, respondiendo (a veces no) a incómodas preguntas.

‘Inside Job’ se divide en cinco partes ordenadas cronológicamente a lo largo de sus casi dos horas. Tras el ejemplo inicial y paradigmático de Islandia comienza con los orígenes de la crisis, los mimbres que se fueron tejiendo para llegar a una situación insostenible. Quizás se trate de la parte más compleja de comprender. Demasiados conceptos, muchas gráficas, muchos personajes y muchos acontecimientos. Posteriormente el espectador se familiariza con la jerga financiera y con los personajes haciendo más llevadero el visionado. El segundo segmento es quizás el meollo de la cuestión, la burbuja financiera se va retroalimentando a sí misma hasta que se hace insostenible. Los locos años 2000s repletos de drogas, sexo y otras adicciones para los ejecutivos de Wall Street. La tercera parte trata sobre la propia crisis, cómo estalla, el por qué, y qué pudo hacerse (y no se hizo) para evitarla. Completan el documental las consecuencias de la crisis, los responsables de que todo haya sucedido como ocurrió y cómo están ahora las cosas.

‘Inside Job’ es un documental, más allá del caso concreto, de la ambición humana, de la codicia y de cómo un panorama desregulado, sin leyes ni normas, produce auténticos monstruos sin escrúpulos ni sentimiento de culpa que nunca tienen suficiente, porque más que un negocio lucrativo con el que vivir bien es una adicción enfermiza que se lleva por delante los ahorros (los presentes y futuros) a ciudadanos inocentes y el dinero público para su rescate. Como todos sabemos, muchos de los responsables de todo el tinglado siguen en sus puestos como si nada hubiera ocurrido, esperando el momento propicio para volver a las andadas.

Uno de los temas más escandalosos es la connivencia entre el poder político y el económico. Muchos de los grandes ejecutivos de bancos, aseguradoras y otras entidades han formado parte en algún momento del gobierno de los Estados Unidos, bien como asesores o bien con puestos poderosos en las altas instancias financieras, presionando para que se aprobaran leyes favorables a sus intereses.

El espectador ha de indignarse viendo el documental, pero para eso la de ser un espectador indignado e informado. La mejor forma de que esto no vuelva a repetirse es que el mundo conozca lo que ocurrió, con todos los detalles posibles, y desterrar la idea de que estos asuntos son crípticos e indescifrables para el común de los mortales. Información es poder. En este sentido, Charles Ferguson ha hecho un gran servicio a la humanidad.

Pero no todo lo que he visto en ‘Inside Job’ son cosas positivas. El documental peca de ser excesivamente «correcto» en cuanto a las críticas al sistema. Se limita a reclamar una mayor regulación del mercado, pero no arremete ni contra el G7 ni contra el FMI, organizaciones que a menudo han contribuido a que la crisis se extienda por todo el mundo.

Formalmente el documental es impecable. Los gráficos que aparecen con profusión a lo largo de todo el metraje son sobrios pero muy bonitos y elegantes, igual que la fotografía y, en general la ambientación del documental, con entrevistas en despachos con rascacielos al fondo, encuadres interesantes, tomas aéreas espectaculares de Islandia y Nueva York y, en definitiva, todo aquello que tiene un documental realizado con mucho dinero y buenas ideas. Imprescindible para todos aquellos que no comprenden lo que son las hipotecas «subprime».

Para terminar, os dejo el vídeo incrustado:

6 de mayo de 2011

Manel, en catalán para toda España (y el resto del mundo)

Hace algo más de un mes, saltaba la noticia de que, por primera vez en unos cuantos años, un disco cantado en catalán se alzaba con el primer puesto en la lista de ventas. La hazaña la han conseguido Manel con su trabajo ’10 Milles per Veure una Bona Armadura’. Coincidiendo quizás con este evento casi inédito, la revista Rockdelux les dedicaba su número de abril. Leí la entrevista con mucho interés y finalmente me decidí a escucharlo con mucha atención.

No es ni mucho menos la primera vez que llega a mis manos un disco en catalán. Ya le dí en su día muchas vueltas al estupendo ‘Alegria’ de los isleños Antònia Font y más recientemente los de Glissando o Las Aias. Aunque al principio eran inevitables las comparaciones con los mallorquines, según se desgranaban los temas me daba cuenta de que el universo de Manel es original y propio. Las canciones son peculiares y cuentan con largos fraseos y sin apenas estribillos. Lo primordial parecen las letras, unas veces surrealistas y otras de un «costumbrismo mágico» desconcertante, vestidas con un envoltorio musical original y muy acertado.

Destaco de entre todos los cortes los cuatro que abren el disco. Se trata de un cuarteto de canciones insuperable (‘Benvolgut’, ‘La cançó del soldadet’, ‘Boomerang’ y ‘Aniversari’) y que tal vez sea uno de los mejores comienzos de un disco que recuerdo (y no son pocos). Las atmósferas que crean, a medio camino entre la intensidad y la emotividad, son mágicas. Cada vez que lo escucho, no puedo dejar de pensar en por qué no puede surgir un grupo como Manel fuera de Cataluña. ¿O ya lo hay? ¿Sr. Chinarro tal vez?. De momento os dejo con el primer videoclip de ’10 Milles per Veure una Bona Armadura’, ‘Aniversari’:

5 de mayo de 2011

Mi quiniela para Eurovision 2011

Aunque todavía faltan nueve días para que se celebre en Düsseldorf el Festival de la Canción de Eurovision 2011, los foros de eurofans españoles ya hierven en predicciones, quinielas y especulaciones sobre los participantes del popular concurso. El pasado sábado, Marta y yo estuvimos entretenidos echando una ojeada a todos los vídeos de los participantes. Quizás no todos lleguen a la gran final del sábado 14, ya que quedan aún las dos cribas de las semifinales, pero se nos ocurrió hacer una quiniela con las votaciones al estilo clásico del festival. O sea, otorgar puntuaciones de 1 a 8, 10 y 12.

Este año, el certamen tiene a mi modo de ver un par de asuntos interesantes al margen de lo musical. El primero que, por primera vez en la historia, Francia envía una canción cantada en un idioma francés que no es el francés, sino el corso. Nunca antes el país galo había concursado con un tema en otro de sus cuatro idiomas minoritarios (euskera, occitano, bretón y corso). ‘Sognu’, interpretado por Amaury Vassili, es además una de las canciones favoritas al menos entre el público español.

El segundo es que, nuestro otro país vecino, Portugal, concursa con una canción muy acorde con los tiempos que vive el país luso. Con una innegable carga política (y también festiva), ‘A luta é alegria’ es su elocuente título. Un tema que reivindica la alegría de vivir y de luchar frente al acoso económico de las altas instancias. Es seguro que no ganará, pero al menos ejercitará su derecho a la pataleta ante toda Europa. Una canción valiente en los tiempos que corren.

Sin más vamos con las votaciones y sus clips correspondientes:

  • 1 punto para Francia. Amaury Vassili con ‘Sognu’:

  • 2 puntos para Dinamarca. A Friend in London con ‘New tomorrow’:

  • 3 puntos para Polonia. Magdalena Tul con ‘Jestem’:

  • 4 puntos para Serbia. Nina con ‘Caroban’:

  • 5 puntos para Suiza. Anna Rossinelli con ‘In Love for a While’:

  • 6 puntos para Bielorrusia. Anastasiya Vinnikova con ‘I love Belarus’:

  • 7 puntos para Portugal. Homens Da Luta con ‘Luta é alegria’:

  • 8 puntos para Rumanía. Hotel FM con ‘Change’:

  • 10 puntos para Georgia. Eldrine con ‘One more day’:

  • Y los 12 puntos van para ¡Estonia!. Getter Jaani con ‘Rockefeller Street’:

4 de mayo de 2011

Reflexiones de un votante nulo

«Los votos válidos no llegaban al veinticinco por ciento, distribuidos entre el partido de la derecha, trece por ciento, partido del medio, nueve por ciento, y partido de la izquierda, dos y medio por ciento. Poquísimos los votos nulos, poquísimas las abstenciones. Todos los otros, más del setenta por ciento de la totalidad, estaban en blanco.»

Esto es lo que narraba José Saramago en su novela ‘Ensayo sobre la Lucidez’ (2004). Leí este libro al poco de ser publicado y se me quedó grabado como una obra que ofrece una paradoja democrática sin solución: unas elecciones con un resultado de mayoría de votos blancos. Como veremos en España esto no supone un problema, pero podría aplicarse perfectamente a los votos nulos. En los últimos tiempos he reflexionado sobre el asunto, en cual es la mejor postura, cual la más defendible.

Pero, ¿Qué diferencia hay entre voto nulo, en blanco y no votar? En nuestro país, el voto en blanco se reparte proporcionalmente entre las formaciones políticas según los votos válidos obtenidos. En la práctica, con la ley D’Hondt, el voto en blanco favorecería a los partidos más votados. Respecto al voto nulo, o mejor dicho el voto nulo intencionado (que es al que me estoy refiriendo), la Wikipedia dice lo siguiente:

«Si bien, como un acto individual, el voto nulo no tiene mayor significación, sí la tiene cuando se convierte en un acto de masas, y representa la «voz» de la inconformidad social de las personas de un pueblo con sus gobernantes. En este sentido, el voto nulo adquiere otro significado, ya que realmente no se nulifica, se suma al grueso de los votos en esta situacion, manifestando un sentimiento o resentimiento social hacia sus gobernates. Se manifiesta como una nueva forma de protesta pacifica para de esta manera, provocar un cambio en la forma de gobierno y es regularmente un previo aviso ante la posibilidad de un estallido social. Suele ser mayor en los países con sistemas de voto obligatorio, ya que en los que es opcional los descontentos, desinteresados e incapacitados pueden simplemente no concurrir a votar.»

En España, los votos nulos quedan al margen del recuento. Volviendo a la reflexión de Saramago, no puedo evitar preguntarme: ¿Qué ocurriría si existe una inmensa mayoría de votos nulos?. Nadie lo sabe, pero sin duda sería un varapalo democrático hacia la clase dirigente, hacia el poder, no a (todos) los políticos.

Por eso he considerado conveniente compartir con vosotros mis ideas al respecto. Parece claro que no todos los políticos son iguales, ni todas las propuestas que ofrecen son iguales. El problema es que una vez alcanzado el poder, las presiones de poderes no democráticos (empresariales, financieros, religiosos, etc) hacen que, de facto, su comportamiento y su margen de maniobra no difieran mucho. Las ideas prometidas en campaña no son aplicables. Suelo imaginar el poder como un carril del que uno no se puede salir. No importa que tengas un fórmula 1, un todo terreno o una moto. El camino está repleto de obstáculos y, si bien hay pequeños arcenes por donde transitar, cuando se atraviesan zonas estrechas la única solución para avanzar es ir bien «encarrilado» para no caer al abismo. Lamentablemente, tal y como todo está montado, para llegar al destino hay que ser práctico y olvidarse de los idealismos y las utopías de un mundo mejor para todos…

La conclusión a la que llego siempre es más bien pesimista. No importa que existan mil propuestas políticas diferentes mientras el «carril» siga siendo el mismo y discurra por los mismos agrestes parajes. La estandarización de la política es una realidad, y mientras no se reforme la base no habrá nada que hacer. Y desgraciadamente estas reformas son, hoy día, poco menos que imposibles con una economía globalizada. Pero no nos conformamos. Yo por lo menos no. No votar es manterse al margen y votar en blanco es favorecer a los mayoritarios. Votar nulo es dar un toque de atención, justo lo que necesitamos.

27 de abril de 2011

Zapatero en YouTube y la política encorsetada

He estado viendo por encima el resultado del experimento que YouTube ha llevado a cabo. El proyecto WorldView, impulsado por el servicio de vídeos de Google, consistía en que los ciudadanos enviaban en formato de clip de vídeo o bien en texto preguntas a un líder político. Posteriormente, dichas preguntas son formuladas al personaje en cuestión. Hasta la fecha, los sometidos al experimento han sido Obama, Cameron, Netanyahu y ahora Zapatero.

En el caso de este último, ninguna sorpresa. Ni las preguntas han sido demasiado comprometidas (si es que alguna pregunta puede serla), ni las respuestas imprevisibles. Todo ha transcurrido según lo que quizás los asesores del presidente querían. Por tanto, el experimento, al menos en el caso español, ha sido tremendamente aburrido y encorsetado. Cierto que se ha salido del carril en la idea global de que la entrevista no iba sólo dirigida a España, sino a mucho público en Latinoamérica y el resto del mundo. A pesar de todo, 24 horas después de colgar el vídeo, apenas llega a las ocho mil visitas, que no me parece demasiado.

¿De verdad sirven este tipo de entrevistas para algo? ¿Amplian nuestra visión del mundo o de los líderes que supuestamente los rigen? Sinceramente creo que no. Mucho más interesante sería una entrevista a alguno de los poderes económicos que de verdad controlan la política: presidentes de las grandes multinacionales, organizaciones financieras supranacionales, etc. Y si esto no fuera posible, al menos alguna pregunta que se salga un poco de lo habitual. Pero esto… pues es más de lo mismo.

11 de abril de 2011

‘¡Indignaos!’, de Stéphane Hessel

Es como mínimo paradójico, cuando no preocupante, que el principal manifiesto a favor de la movilización internacional contra la crisis lo haya escrito un anciano de 93 años. ‘¡Indignaos!’, el pequeño ensayo de Stéphane Hessel ha batido récords de ventas en Francia, su país de lanzamiento, y aquí en España lleva ya casi doscientos mil ejemplares. Son tan sólo medio centenar de páginas, pero que condensan a la perfección la situación a la que ha llegado la sociedad, la política y la economía del mundo desarrollado.

Hessel parte de su experiencia en la Resistencia francesa contra el nazismo, y como esa lucha pudo con el totalitarismo alemán. Posteriormente, muchos de los ideales de aquel grupo de resistentes se aplicaría en los cimientos del moderno estado del bienestar y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, en la que tuvo una participación directa. Si bien entonces la lucha era contra el totalitarismo político, hoy lo es contra el económico. Estoy totalmente de acuerdo con él en que nuestras vidas y nuestro futuro ya no está dirigida por los representantes elegidos democráticamente, sino por la élite empresarial, por los mercados y las grandes corporaciones multinacionales. Tienen demasiado poder y los movimientos de ampliación (o ya si quiera de mantenimiento) de los derechos sociales chocan directamente con los intereses del libre mercado.

La lucidez extrema de sus palabras y la sencillez de sus propuestas hacen que este pueda ser uno de los libros de cabecera de movimientos que, aunque ya llevan muchos años luchando por un mundo más justo y más cabal, es ahora con la crisis financiera internacional y el necesario cambio de modelo, cuando pueden cristalizar en una concienciación a nivel mundial. El libro puede descargarse libremente de multitud de sitios, o comprarse en cualquier librería por tan sólo cinco euros.

7 de abril de 2011

‘Pop Ràpid’

A pesar de todo lo que se diga, la televisión pública catalana sigue a la vanguardia y a años luz del resto de televisiones de España. Al menos es así en algunas propuestas inauditas e impensables en otros canales, incluso en La 2, el único reducto a nivel nacional con programación mínimamente alternativa. Ya arriesgó con la excelente serie animada ‘Arròs Covat’ que emite TV3, basado en el también estupendo cómic de Juanjo Sáez. En esta ocasión se trata de ‘Pop Ràpid’, dirigida por Marc Crehuet y emitida por el segundo canal catalán, el Canal 33.

La serie cuenta con algunos elementos comunes con ‘Arròs Covat’: la parodia del esnobismo que practican los modernos que quieren estar a la última y que a menudo caen en situaciones ridículas es uno de ellos, también el de los «paletos» que quieren ser como ellos sin éxito. Mucha ironía, mucha mala leche y, esto quizás sea lo más interesante, muchas referencias musicales del pop independiente. Esto marca la diferencia con respecto a otras sitcoms presuntamente «modernillas».

‘Pop Ràpid’ cuenta las aventuras y desventuras de Fede y Albert, dos personajes cuyo afán es ser modernos a toda costa. Se pasarán la vida en el local de moda de Barcelona viendo pasar a modernos por aquí y por allá. Lo curioso es que todos tienen algo impostado (Óscar, uno de ellos, se excusa por no tener un iPhone porque «se lo han robado» y en su lugar tiene un Nokia cochambroso y «retro» o la chica que dice trabajar en una galería de arte cuando en realidad lo hace vendiendo postales en una tienda de recuerdos). La serie también incluye una actuación en directo. En este primer capítulo, el primer que he visto, corre a cargo de The New Raemon.

En conclusión, ‘Pop Ràpid’ evidentemente no es una serie para todo el mundo, ni siquiera diría yo para minorías. Es una serie para unos pocos, muy pocos. De ahí el riesgo que corre Canal 33 al emitirla. Pero lo que es seguro es que puede convertirse en una rareza en este mundo sin imaginación. También hay alguna pega: la primera, la barrera del idioma. La serie está en catalán y a veces no se entiende muy bien. Quizás, igual que pasó con ‘Arròs Covat’, se emita una versión en castellano para el resto de España. Y segunda, a veces los chistes son muy obvios y el guión y los actores no parecen todo lo buenos que cabría esperar. Puede que sean cosas mías. Veré algún capítulo más…



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