Esta mañana he leído en El País un interesante artículo sobre todos aquellos internautas, ciudadanos anónimos, cuya afición es quizás extraña: rebatir a golpe de tecla las teorías de la conspiración sobre la autoría del atentado del 11 de marzo de 2004. En concreto, el reportaje se centraba en Pere Escobar, un castellonense autor de ‘Peón Gris’.
Hace unos meses ya escribí un artículo sobre los blogs que se dedicaban a desmontar teorías infundadas sobre el 11-M, pero se me olvidó citar ‘Peón Gris’. Ahora que la vista se está celebrando y está arrojando la luz necesaria sobre los últimos detalles a los que se aferraban Luis del Pino y compañía para mantener sus tesis, el trabajo de estas webs esté prácticamente cumplido. Es posible que El Mundo aún lleve a sus famosas portadas a cinco columnas alguna chorrada más sobre el asunto, pero la conspiración del 11-M está prácticamente agotada ya.
Toda esta gente anónima que desde sus casas ha aportado datos y razonamientos contra la irracionalidad de argumentos enrrevesados e insostenibles tienen el mérito de haber informado y de hacer digerible el a menudo farragoso lenguaje jurídico del sumario y los cientos de pruebas y episodios de que constan.
Televisión Española junto con Radio Nacional de España tiene previsto estrenar el próximo martes día 27 de marzo a las 21.30 horas un nuevo espacio de los servicios informativos en el que 100 ciudadanos elegidos demoscópicamente por Sofres formularán preguntas a un personaje de relevancia durante 90 minutos. El primero en pasar por ‘Tengo una Pregunta para Usted’ será el Presidente del Gobierno.
El formato de este espacio está inspirado en ‘J’ai une Question à Vous Poser’ de la TF1. En él los ciudadanos de la calle han lanzado sus preguntas a Nicolas Sarkozy o a Ségolene Royal, despertando gran expectación. Expectación que ha caído en sucesivas emisiones.
El programa ideado por TVE contará con un escenario circular y gradas donde se sentarán los participantes. En el centro el presentador (Lorenzo Milá) y el protagonista. Si el boicot del Partido Popular no se extiende a la cadena pública, está previsto que Mariano Rajoy acuda el 16 de abril. De momento no se conocen más datos.
En principio la idea tiene gancho y a buen seguro que logrará buenos índices de audiencia. En cuanto a la utilidad real del programa, soy más escéptico y no creo que sirva más que para convencer a los ya convencidos. Los líderes políticos caerán en la retórica y en las promesas electorales clásicas. Sólo tendrá verdadero interés si las preguntas formuladas son realmente interesantes. Eso está por ver en una sociedad donde los matices no existen y el simplismo es la norma. Ojalá nos sorprendan.
Hay noticias que para nosotros, el mundo occidental, no son más que anécdotas de las que a menudo se nutren los diarios sensacionalistas. Sin embargo para otras culturas se trata de eventos muy importantes y trascendentes. Para la comunidad budista de Nepal, la historia del «niño Buda» es mucho más que unas líneas de relleno en un diario. Para quienes no lo conozcan, Ram Bahadur Bomjan, conocido como el «niño Buda», es un muchacho de 17 años a quien sus seguidores le consideran la reencarnación del fundador del budismo.
Las escasas noticias publicadas en occidente hasta la fecha sitúan la primera referencia de Ram Bahadur en la jungla del sur de Nepal en 2005. En esa referencia se aseguraba que existía un joven «santón» que había estado meditando durante diez meses sin ningún tipo de alimento. La repercusión en medios de todo el mundo hizo que el número de seguidores aumentara exponencialmente. Se calcula que hasta 100.000 personas se acercaron para verle.
Desde entonces la pista del «niño Buda» ha sido difícil de seguir. Varias apariciones y desapariciones, quizás huyendo de sus devotos para buscar un poco de tranquilidad. El pasado día 12, tras dos meses de profunda meditación, volvió a desaparecer en la jungla. Algunos le siguieron al interior del bosque sin conseguir encontrarle. Medios como la BBC están cubriendo la noticia casi a «pie de calle».
Los debates al margen de la realidad o los que aprovechan la ignorancia de los ciudadanos en cuestión de leyes es algo a lo que, por desgracia, ya nos estamos acostumbrando. La última es sobre Navarra y su hipotética anexión al País Vasco. La sola mención de esta propuesta supone un despropósito y un ejercicio imprudente de política-ficción. Pero increíblemente desde el Partido Popular y Unión del Pueblo Navarro se ha agitado el fantasma. Incluso en la ya clásica manifestación de los sábados se introdujo este tema como lema de agitación.
En el caso de Navarra, y a efectos de su incorporación al Consejo General Vasco o al régimen autonómico vasco que le sustituya, en lugar de lo que establece el artículo 143 de la Constitución, la iniciativa corresponde al Órgano Foral competente, el cual adoptará su decisión por mayoría de los miembros que lo componen. Para la validez de dicha iniciativa será preciso, además, que la decisión del Órgano Foral competente sea ratificada por referéndum expresamente convocado al efecto, y aprobado por mayoría de los votos válidos emitidos.
Esta claúsula parece que fue incluida como fórmula para contentar a los partidos nacionalistas vascos que aspiraban a construir una comunidad con los dos territorios. Se decidió que fueran los propios navarros quienes decidieran en un hipotético referéndum su anexión. De momento ese referéndum no se ha celebrado ni hay intención de celebrarlo en el futuro.
Por tanto el temor sobre este tema que algunos intentan despertar en los navarros y en mucha gente del resto de España es, además de un acto irresponsable, una falacia y una forma de agitar las bajas pasiones de los más fanáticos, se hayan leído o no la Constitución. Navarra y su condición de Comunidad Foral está perfectamente regulado (y protegido) no sólo por la Constitución, sino por su propio Estatuto de Autonomía.
Aprovechando que hoy se cumplen cuatro años de la famosísima y para algunos ya obsoleta foto de las Azores, es buen momento para volver a hacerme la misma pregunta que me hice en su día y a la que no hallé respuestas convincentes. Vale, es verdad que a veces hablar del trío de las Azores y todo eso es algo cansado por tanta repetición, pero no por ello le resta gravedad al asunto. Y sigo preguntándome lo mismo: ¿Por qué España apoyó incluso con la presencia física de su presidente la invasión de Iraq?.
Recuerdo por aquella época que, mientras se tomaba la famosa foto, los inspectores de la ONU pedían más tiempo para seguir en Iraq en busca de indicios sobre las (inexistentes) armas de destrucción masiva de Sadam Hussein. Pero la presión de Bush sobre la ONU era patente. Con el veto de los estadounidenses, cualquier propuesta de las Naciones Unidas contraria a la invasión sería automáticamente deshechada.
Puedo comprender que países depredadores como Estados Unidos o estratégicos como Gran Bretaña intenten reorganizar la geopolítica con un «reequilibrio» de fuerzas en oriente próximo. Incluso comprendería que Francia hubiera intervenido también. Pero lo que mi humilde mente no alcanza a entender es por qué España quiso jugar a estar con los grandes siendo una potencia de tamaño medio. ¿Qué contrapartida había a cambio? ¿Qué hemos ganado realmente (a parte de un atentado gigante) con nuestra participación en la guerra de Iraq? Si alguien lo sabe, por favor que me lo explique.
Ayer se reveló que el Gobierno tiene en la cartera un proyecto de ley para que aproximadamente el 10% de los trabajadores públicos puedan desempeñar sus tareas desde casa. El proyecto está actualmente en el Consejo Económico y Social. Se espera que pueda entrar en vigor hacia finales de 2008. Con esta iniciativa se da un paso más hacia la conciliación familiar y laboral, algo cada vez más importante sobre todo si se tienen personas dependientes o hijos pequeños a cargo. No es, como seguro que muchos están pensando, una nueva excusa para que los «vagos funcionarios» trabajemos todavía menos. El número de horas semanales dedicadas al teletrabajo no excederá en ningún caso el 40%.
Para acogerse a esta medida en un principio no se exigirá más que tener conocimientos de informática, tener una antigüedad de al menos dos años y haber realizado un cursillo sobre teletrabajo. De lo que no se habla es de si la línea de comunicación o el equipo informático son sufragados por el Estado o es el funcionario quien debe acarrear con los gastos.
Me parece una idea muy buena, aunque yo soy más partidario del trabajo presencial. Cuando el trabajo entra en casa y tu oficina es la sala de estar es como si la vida privada estuviera «invadida». Aunque quizás sea cuestión de acostumbrarse.
Otra vez pensaba escribir sobre la manifestación de turno, pero como estoy ya aburrido este vídeo del programa Noche Hache recopilado por el impagable Chomsky va a sustituir a la parrafada que iba a meter. (Vía Escolar.net)
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