40º aniversario de ‘2001: Una Odisea del Espacio’
Era el 2 de abril de 1968. Se vivían tiempos turbulentos en todo el mundo. Hacía apenas quince días que se había producido la matanza de May Lai en Vietnam, un hecho que agravaría las protestas contra esa guerra y que a su vez sería una de las mechas del Mayo del 68 francés. El 4 de abril caería abatido Martin Luther King. En tono más frívolo, el 6 de abril, Massiel ganó en Londres el Festival de Eurovision con el ‘La, La, La’ y los Beatles estaban en Rishikesh meditando con el Maharishi y componiendo las canciones para el álbum blanco.
Pero aquel día 2 los espectadores y los periodistas se agolpaban a las puertas del Uptown Theater de Washington D.C. Se iba a proceder a la primera proyección en primicia de la última obra del ya por entonces reputado realizador Stanley Kubrick. Era una película de ciencia-ficción como nunca antes de había visto. Su título era ‘2001: Una Odisea del Espacio’ (‘2001: A Space Odyssey’). Estaba basada en un relato de Arthur C. Clarke llamado ‘El Centinela’. ‘2001’ tuvo aspiraciones grandiosas desde el primer momento. Fue rodada en 70 mm y proporción 2.21:1, aunque en la mayoría de salas terminó por proyectarse en 35 mm anamórficos por cuestión de economía de medios, con lo que posiblemente nunca tendremos la oportunidad de ver la película con toda la grandiosidad que sin duda se merece.
No sé si lo sabréis, pero ‘2001: Una Odisea del Espacio’ es una de mis diez o quince películas favoritas y la he visto un montón de veces. Cuando me enteré de que hoy se cumplían los 40 años de su estreno me dio rabia no tener aquí el DVD para volver a verla antes de escribir este artículo. Además, todavía no tengo la versión en alta definición 1080p que tenía previsto ver estos días, así que me he tenido que conformar con entresacar algunos fotogramas de webs de aficionados.
Desde la primera vez que la vi, cuando era pequeño y no entendía nada, me llamó la atención la estética. Esas lucecitas, esas pantallas, los gráficos indescifrables, las tipografías (esa Futura que aparece por todas partes), el diseño de las naves, las vistas tan realistas de la Tierra desde el espacio, la banda sonora tan apabullante… Eran un cúmulo de cosas que todas unidas producían una sensación indescriptible. Imaginadlo en una pantalla enorme a finales de los años sesenta. Y ya no digamos en la España de la época.
Como suelo decir en estas ocasiones, ‘2001: Una Odisea del Espacio’ es producto de su tiempo. La fiebre por el espacio y los adelantos tecnológicos estaban a la orden del día. La carrera hacia la conquista de la Luna estaba en su apogeo. El programa Apolo se preparaba para lanzar el mes de diciembre de 1968 a los primeros seres humanos que orbitarían nuestro satélite. La sensación de que una nueva época aparecía en el horizonte era generalizada. Y ‘2001’ se aprovechó magistralmente de ese estado de opinión.
‘2001’ también fue la reinvención de la ciencia-ficción. Se abandonan los héroes y las naves de cómic para entrar en una ciencia-ficción realista, creíble y espectacular. Abrió una senda enorme por la que después caminarían George Lucas con ‘THX-1138’ (1970) o Ridley Scott con ‘Alien’ (1979) para inaugurar una nueva estética a la hora de enfocar el futuro
Pero como para todo, la película también tiene muchos detractores. Y en parte los entiendo bien. Comprendo que haya mucha gente que pueda calificarla como pretenciosa, vacía, larga o aburrida. Eso va en los gustos de cada uno. A mi me parece que una de las grandes bazas con la que juega ‘2001’ es precisamente lo críptico de su argumento (aquí explicado). Si todo hubiera quedado claro (como en su olvidable secuela ‘2010’ (1984)) perdería parte de la gracia.