Con la única excepción de Woody Allen, en los últimos años me he ido alejando poco a poco del cine norteamericano, tanto del de Hollywood como del independiente. No creo que haya sido algo totalmente consciente, sino alimentado a base de decepciones, una tras otra. Pero desde unos meses estoy animándome a volver a ver películas estadounidenses nuevas que merecen la pena según la crítica o que más me han llamado la atención. Recuerdo en los últimos tiempos cintas como ‘Babel’ o ‘Hard Candy’. Estos dos ejemplos me decepcionaron de nuevo. Sobre todo la primera.
Ayer me puse a ver ‘Zodiac’, la última película de David Fincher, director de ‘El Club de la Lucha’ o ‘Seven’. Con estos discutibles precedentes, pero sin prejuicios, pasé las dos horas y media del metraje. El guión está basado en la historia real del Asesino del Zodiaco, un asesino en serie que mantuvo en vilo a la policía y a los periodistas de San Francisco y alrededores durante los últimos años sesenta. El caso no fue oficialmente resuelto, aunque investigaciones paralelas dieron con su identidad. Nunca fue reconocido como tal por la policía.
Como digo, la película dura dos horas y media. Un metraje excesivo para una trama repleta de nombres, situaciones, escenarios… Paradójicamente tiene muchos «momentos valle» que llegan a aburrir. Los personajes están impecablemente interpretados, pero quizás sean demasiado fríos y esquemáticos, cuando no repletos de tópicos (el poli atormentado, el periodista que tiene problemas familiares por obsesionarse con la investigación, etc). Lo peor de todo es que David Fincher intenta que los espectadores empaticen con ellos, en mi opinión sin conseguirlo.
A favor tiene lo que suelen tener todas las películas producidas con muchos millones de dólares. Una ambientación impecable en todos los sentidos (musicalmente destaco el tema ‘Hurdy Gurdy Man’ de Donovan con que comienza) y algunas buenas ideas (reflejar el paso de tiempo a través de la secuencia acelerada de la construcción de la Transamerica Pyramid).
Como conclusión puedo decir que ‘Zodiac’ no me ha decepcionado, pero tampoco me ha entusiasmado. Más bien me ha dejado indiferente, así que lo mío con el cine norteamericano sigue en tablas.
Parece cada vez más claro que el cine genuinamente del siglo XXI no provendrá de Europa occidental ni de los Estados Unidos, sino de los países emergentes. Los casos de Europa oriental y de Asia (sobre todo Corea del Sur y China) nos muestran las nuevas sensibilidades de unas sociedades en plena expansión económica y cultural, demostrando inquietudes que quizás en nuestros adocenados países ya no podemos experimentar.
Un ejemplo paradigmático de estas nuevas miradas cinematográficas es la obra de Jia Zhang-Ke (Fanyang, 1970), un desconocido y joven realizador chino, pero ya con cinco largometrajes en su haber desde su debut en 1998. Su última película es quizás la que le ha lanzado a la fama en occidente. ‘Naturaleza Muerta’ (2006) es innovadora en muchos aspectos dentro del propio cine de su país. Aunque no abandona el lirismo y la poesía de otros realizadores de la zona, en el caso de Zhang-Ke está muy atenuado y se decanta claramente por unos paisajes casi apocalípticos: edificios derruidos, bloques impersonales de pisos, sociedades desestructuradas y trabajadores desplazados buscando ganarse la vida en cualquier parte. Una estética fría y casi documental que se ve acentuada por el uso de cámaras de vídeo digital y no de cine. Paradójicamente, la desolación de la destrucción contrasta con la construcción de la nueva China, aquí simbolizada en la faraónica obra de la presa de las Tres Gargantas y también con los bonitos paisajes naturales, metáfora quizás de la «China eterna».
Los personajes de ‘Naturaleza Muerta’ comparten y «flotan» sobre esa desolación de un futuro incierto, un presente que vive entre la demolición de las viejas costumbres y el alumbramiento doloroso de un nuevo país con todos los defectos y virtudes de las sociedades occidentales. Una vez más la incomunicación entre las personas, a pesar de que todos los protagonistas tienen teléfono móvil, se convierte en el tema central. La película obtuvo el León de Oro a la mejor película en el Festival de Venecia de 2006.
El otro día me puse a ver ‘Holocausto Caníbal’, una de las películas que tenía pendientes y sobre la que se ha dicho de todo. Esta producción italiana dirigida por Ruggero Deodato en 1980 ha dado mucho que hablar y se han dicho tantas cosas que no podía pasar más tiempo sin verla. Supongo que todos conocéis más o menos que ‘Holocausto Caníbal’ pasa por ser una de las películas de cine «comercial» más polémicas de la historia debido a sus crudas escenas de violencia extrema. A grandes rasgos el argumento viene a contar el contenido de unas cintas encontradas en la selva amazónica por unos antropólogos que acuden al rescate de unos colegas desaparecidos misteriosamente tiempo atrás. En esas cintas, que originalmente deberían contener un documental sobre una tribu de nativos, se revela el destino cruel del equipo de científicos, mostrando todo tipo de mutilaciones, rebanamientos y abundante material cárnico. Yo antes que filmar el descuartizamiento de mis colegas hubiera corrido selva a través como alma que lleva el diablo… pero bueno, cuestión de licencias cinematográficas…
Hay muchos elementos en esta película que son de lo más interesante y otros que lo son mucho menos. En primer lugar, el planteamiento general del argumento (las cintas perdidas) me parece impecable y de lo más original en aquella época. Después fue bastante copiado (véase si no ‘El Proyecto de la Bruja de Blair‘). Otro asunto interesante es el tratamiento realista que tiene la película. Si la producción hubiera sido más espléndida, el resultado hubiese sido más falso. Usar cámaras baratas (nada de Panavision) y escenarios selváticos y nativos auténticos le dan una pátina de verosimilitud. El tercer punto a favor es la sabia combinación de maquillaje y vísceras reales (se supone que de animales), aunque seguramente un cirujano o un forense encontraría los desmembramientos de la película como un puro disparate. Debieron dejar todas las carnicerías de la región sin existencias. De todos modos algunas de las escenas no son tan realistas como se ha querido hacer ver (por ejemplo, la chica empalada se nota demasiado que es un muñeco).
Pero ‘Holocausto Caníbal’ también tiene algunas cosas que se le vuelven en contra. Lo principal es que los actores son un poco malos, con interpretaciones ramplonas y poco creíbles en determinados momentos. Lo segundo, el maltrato animal. Aquí no hay muñecos ni maquillaje que valga. Las muertes y descuartizamientos de animales son tal cual, reales como la vida misma. Tercero: las connotaciones racistas hacia los indígenas, dando a entender que realmente existe una tribu tan sanguinaria como la que aparece en la película, cuando es evidente que en el Amazonas la inmensa mayoría de los nativos llevan ya camisetas de Ronaldinho. Quizás si la ambientación se hubiera localizado en las selvas de Nueva Guinea…
En definitiva, ‘Holocausto Caníbal’ ha tenido la suerte de haber sido prohibida en multitud de países europeos tales como Reino Unido, Finlandia o Noruega. Ha sido una publicidad tremenda y una forma de aumentar el mito que la rodea. Pero no deja de ser un ejercicio cinematográfico mediocre que, eso sí, ha sabido jugar muy bien con sus limitaciones. Y ese es su gran mérito.
‘Mamma Roma’ (1962) es mi segundo acercamiento a la polémica obra del realizador italiano Pier Paolo Pasolini. La primer fue ‘Teorema’, hace ya algún tiempo. Pero la película que nos ocupa ahora poco o nada tiene que ver esta. Si algo tiene de característico Pasolini es su profunda identidad italiana que plasmó en todos sus trabajos, incluso en sus adaptaciones bíblicas (‘El Evangelio Según San Mateo’) o en adaptaciones de obras de la literatura universal (la trilogía ‘El Decamerón’, ‘Las Mil y Una Noches’ y ‘Los Cuentos de Canterbury‘). Por eso cuando la acción transcurre en la propia Roma, esta identificación con la particular idiosincrasia italiana llega a su punto culminante.
Al igual que en su debut ‘Accatone’ (1961), ‘Mamma Roma’ es una disección de las clases desfavorecidas de la Italia de la postguerra. Siempre lejos de los documentalismos, Pasolini nunca se distanció de las personas, ni fue pasivo ante sus ilusiones y desgracias. Es su segunda película y aún no se ha liberado de los últimos estertores del neorealismo, movimiento con el que comparte su gusto por los escenarios naturalistas, ya sean urbanos o rurales y por las historias de personajes marginales. Curioso es también su obsesión por los rostros, que hablan por sí mismos y que será una constante a lo largo del resto de su filmografía. Y si hablamos de obsesiones, la que acompañó a Pasolini toda la vida fue la religión, que no deja de aparecer en todas y cada una de sus películas.
El argumento de ‘Mamma Roma’ dio mucho que hablar en la puritana sociedad italiana de la época. Una prostituta intenta rehabilitarse y dejar la mala vida montando un puesto de verduras en el mercado. Decide traerse a su hijo desde el pueblo hasta Roma para hacer de él un hombre de provecho. Pero para ella no será tan fácil dejar atrás su antiguo oficio. Su hijo tampoco facilitará las cosas. A lo largo de todo el metraje, personajes de variada calaña se cruzarán en la vida de ambos. Estos personajes son fiel reflejo de la vida en el extrarradio romano de la época, retratados tal cual, con toda la crudeza y la sordidez necesaria para hacer la historia creíble. Estupendo trabajo de Anna Magnani.
La industria cinematográfica española no es de las más espléndidas del mundo, eso es cierto, ni tampoco de las más grandes. Aunque se producen alrededor de un centenar y medio de películas al año, muchas no llegan a estrenarse y pasan a DVD o a la televisión directamente. Me pregunto si entre esa ingente cantidad de largometrajes hay algo interesante, verdaderamente nuevo. Me explico: el cine español no está precisamente para experimentos. Su cuota en cines es baja y cuesta mucho recuperar el dinero invertido. Por tanto las productoras no están interesadas en arriesgar demasiado. Las subvenciones existen, es verdad, pero sólo son una parte del coste. Es el momento del «Do it yourself».
A lo largo de la última década o década y media se han hecho, a mi modo de ver, muy pocas películas interesantes dignas de pasar a la historia. Películas que rompan los esquemas como está ocurriendo en otros países. La generación de Álex de la Iglesia, Julio Medem y compañía está ya más que quemada y se espera a los nuevos. ¿Quizás Nacho Vigalondo? No lo sé, pero a la espera de que se estrene su debut en largo con ‘Los Cronocrímenes’, lo mejor es seguir buscando. ¿Dónde está la creatividad de gente como Iván Zulueta? ¿Es que ya no hay «raros»? ¿O sólo se dedican a hacer cortos y cuando pasan al largometraje se «estandarizan»?
El ejemplo del circuito de cortometrajes es buen ejemplo de lo que yo entiendo por independencia. Está claro que los cortos no es lo mismo que los largos, pero ¿no puede aplicarse esa misma política a obras de más metraje aún a riesgo de no ser proyectada en ningún cine? ¿No hay cuatro chavales que con una cámara digital y cinco amigos, pero con buenas ideas, sean capaces de revolucionar el cine español? Porque ideas no faltan, ni talento, eso lo tengo claro, pero tienen que salir a flote. Es la hora de la renovación.
Las navidades son una de mis épocas del año favoritas para ver películas, muchas películas. Me ha parecido buena idea hacer algunas recomendaciones para estos días tan especiales. La selección es un poco precipitada, pero todas tienen algo de navideñas, o al menos a mí me lo parece. También he elegido aquellas que, siendo de mis favoritas, no he hablado nunca de ellas.
Estas son mis sugerencias:
‘Fanny y Alexander‘ (1982). La última gran película de Ingmar Bergman es una mezcla de suntuosidad y siniestra fantasía. Los temas que aparecen en toda la filmografía del realizador sueco también están aquí.
‘Plácido’ (1961). Uno de los clásicos de nuestro cine y quizás de lo mejor de Berlanga. ‘Plácido’ nos invita a echar un vistazo no sin cierta nostalgia a las navidades que vivían nuestros abuelos. Humor, crítica social y los grandes actores de la comedia española.
‘Entrevista con el Vampiro’ (1994). Un poco de terror para la Navidad y una de las mejores películas de Neil Jordan.
‘El Secreto de la Pirámide’ (1985). Una película fantástica para todos los públicos. Un Sherlock Holmes adolescente investiga su primer caso en el Londres victoriano. Hace mucho que no la veo y ya tengo ganas.
‘Doctor Zhivago’ (1965). La Rusia de la revolución bolchevique es el escenario de esta gran superproducción de David Lean basada en la novela de Boris Pasternak. Una historia de amor atemporal (e invernal). Geniales Julie Christie y Omar Sharif.
A través de Supernova Pop me he enterado de que se ha publicado en DVD un documental sobre esa cosa llamada «Xixón sound». Por ‘Cambia de Vida: el Viaje del Xixón Sound’ (Esgaya Films) pasan Australian Blonde, Penélope Trip, Doctor Explosion, Nosoträsh, Manta Ray, Nacho Vegas, Undershakers y muchos otros clásicos indies gijoneses de los años noventa además de otra gente como Jesús Ordovás. ¡Pero qué viejos somos ya!
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