Un muchacho llamado Ian Curtis
La música popular tiene a veces el extraño poder de convertir personas corrientes en mitos para varias generaciones. Es cierto que Ian Curtis no lo fue durante los años ochenta, pero sí para la generación que crecimos a lo largo de los noventa. El movimiento indie lo reivindicó para sí.
Pero remontémonos a 1976. En aquel año Ian cumplía la veintena. A pesar de su juventud, Curtis llevaba un año casado. Durante un concierto de los Sex Pistols conoció a Bernard Sumner, Peter Hook y Terry Mason. Al menos así lo cuenta la leyenda. Poco tiempo después formaron Stiff Kittens que pronto pasó a ser Warsaw, a su vez embrión de Joy Division, una de las bandas más influyentes de las últimas décadas.
Joy Division eran la ruptura con todo lo que se había escuchado hasta entonces. Su concepción de la música era muy diferente de lo que se estaba haciendo por entonces y jamás se plegaron a las modas. Después del punk, el Reino Unido dejo la rabia a un lado y se pintó con los colores de la new wave. Pero Ian Curtis y los suyos eran una rara avis en aquel paisaje. Gran parte del poder de Joy Division residía en las letras escritas siempre por Curtis. Letras juveniles, pero angustiosas, tristes, desoladoras que encajaban perfectamente con la música sobria, mecánica y con tintes proto-electrónicos de Sumner, Hook y Mason.
En 1978 nacía Joy Division tal y como han pasado a la historia. El batería Terry Mason abandona el grupo. Varios sustitutos pasan por su puesto hasta que finalmente entra Stephen Morris. En junio de 1979 publican su primer trabajo ‘Unknown Pleasures’ (Factory Records) que contiene temas que ya son historia como ‘Disorder’ o ‘She’s lost control’. El disco fue un éxito de ventas llegando al puesto 71 en el Reino Unido.
Hacia marzo de 1980 Joy Division grabaron el material para su nuevo álbum, que llevaría el nombre de ‘Closer’. Sería su obra definitiva y el epílogo en la carrera de Ian Curtis. El 18 de mayo de 1980, cuando el disco estaba todavía en producción, Ian se suicida. No hacía mucho tiempo que había nacido su única hija. Parece que los problemas personales que arrastraba (se había divorciado de su mujer no hacía mucho tiempo) junto a un deterioro de su salud (sufría ataques epilépticos cada vez más frecuentes) precipitaron el final. Tan sólo tenía 23 años.
El resto de la formación decidieron continuar en la música, aunque bajo el nombre de New Order. No deja de ser paradójico que de las cenizas de un grupo tan sombrío como Joy Division, naciera una de las bandas más inspiradas y luminosas del tecno-pop de los ochenta, que rompieron moldes desde el principio con su mezcla de cajas de ritmos y guitarras.
Ayer se reeditó la exigua discografía de Joy Division y pronto se estrenará en España ‘Control’, una película dirigida por Anton Corbijn que cuenta la biografía del grupo. Así que aprovecho la coyuntura para ofrecer un pequeño homenaje con el vídeo de la que para mi gusto es su mejor tema y el más reconocible de los de Manchester: ‘Love will tear us apart’:
El trailer de ‘Control’: