rmbit - La bitácora personal de Ricardo Martín
La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
23 de octubre de 2007

Un muchacho llamado Ian Curtis

Joy Division en una imagen promocional de 1979

La música popular tiene a veces el extraño poder de convertir personas corrientes en mitos para varias generaciones. Es cierto que Ian Curtis no lo fue durante los años ochenta, pero sí para la generación que crecimos a lo largo de los noventa. El movimiento indie lo reivindicó para sí.

Pero remontémonos a 1976. En aquel año Ian cumplía la veintena. A pesar de su juventud, Curtis llevaba un año casado. Durante un concierto de los Sex Pistols conoció a Bernard Sumner, Peter Hook y Terry Mason. Al menos así lo cuenta la leyenda. Poco tiempo después formaron Stiff Kittens que pronto pasó a ser Warsaw, a su vez embrión de Joy Division, una de las bandas más influyentes de las últimas décadas.

Joy Division eran la ruptura con todo lo que se había escuchado hasta entonces. Su concepción de la música era muy diferente de lo que se estaba haciendo por entonces y jamás se plegaron a las modas. Después del punk, el Reino Unido dejo la rabia a un lado y se pintó con los colores de la new wave. Pero Ian Curtis y los suyos eran una rara avis en aquel paisaje. Gran parte del poder de Joy Division residía en las letras escritas siempre por Curtis. Letras juveniles, pero angustiosas, tristes, desoladoras que encajaban perfectamente con la música sobria, mecánica y con tintes proto-electrónicos de Sumner, Hook y Mason.

En 1978 nacía Joy Division tal y como han pasado a la historia. El batería Terry Mason abandona el grupo. Varios sustitutos pasan por su puesto hasta que finalmente entra Stephen Morris. En junio de 1979 publican su primer trabajo ‘Unknown Pleasures’ (Factory Records) que contiene temas que ya son historia como ‘Disorder’ o ‘She’s lost control’. El disco fue un éxito de ventas llegando al puesto 71 en el Reino Unido.

Hacia marzo de 1980 Joy Division grabaron el material para su nuevo álbum, que llevaría el nombre de ‘Closer’. Sería su obra definitiva y el epílogo en la carrera de Ian Curtis. El 18 de mayo de 1980, cuando el disco estaba todavía en producción, Ian se suicida. No hacía mucho tiempo que había nacido su única hija. Parece que los problemas personales que arrastraba (se había divorciado de su mujer no hacía mucho tiempo) junto a un deterioro de su salud (sufría ataques epilépticos cada vez más frecuentes) precipitaron el final. Tan sólo tenía 23 años.

Cartel de la película Control

El resto de la formación decidieron continuar en la música, aunque bajo el nombre de New Order. No deja de ser paradójico que de las cenizas de un grupo tan sombrío como Joy Division, naciera una de las bandas más inspiradas y luminosas del tecno-pop de los ochenta, que rompieron moldes desde el principio con su mezcla de cajas de ritmos y guitarras.

Ayer se reeditó la exigua discografía de Joy Division y pronto se estrenará en España ‘Control’, una película dirigida por Anton Corbijn que cuenta la biografía del grupo. Así que aprovecho la coyuntura para ofrecer un pequeño homenaje con el vídeo de la que para mi gusto es su mejor tema y el más reconocible de los de Manchester: ‘Love will tear us apart’:

El trailer de ‘Control’:

6 de octubre de 2007

‘Grbavica’

Las guerras realmente no terminan nunca. Tras la batalla queda una estela, un resto, un poso amargo. La memoria impide la cicatrización de las heridas. Y aunque esos efectos no sean directamente visibles, están ahí. Respiran y acechan, esperando a salir a flote en cualquier momento. Precisamente la inteligencia de ‘Grbavica’ (2006) reside en este aspecto. Mientras la ciudad de Sarajevo intenta recobrar la normalidad después del conflicto fratricida, muchos de sus habitantes aún viven con la angustia de sus guerras personales.

‘Grbavica’ cuenta la historia de una mujer profundamente marcada por la guerra, al igual que muchas otras. Las violaciones en masa de los chetniks (los paramilitares ultranacionalistas serbios) sobre la población bosnia fue moneda corriente durante aquellos años. Como resultado de esos abusos nació una nueva generación de bosnios, hoy ya adolescentes, con conflictos de identidad y con el enemigo y la intolerancia como padre.

Pero en contra de lo que pueda parecer, la película transmite una sensación de cotidianeidad inquietante, pero normalidad al fin y al cabo. Un film directo y sencillo, quizás a veces excesivamente frío y distante. Los edificios heridos por los cañones nos recuerdan la guerra constantemente, no como un elemento de dramatismo, sino como parte de la realidad de una ciudad y de un país que, a pesar de todo, intenta salir adelante. ‘Grbavica’ ganó el Oso de Oro en el Festival de Cine de Berlín de 2006.

3 de octubre de 2007

El kinoautomat

Un cartel anunciador del kinoautomat

El kinoautomat (algo así como «cine automático») es uno de esos inventos típicamente de los años sesenta que tenían un trasfondo de ciencia y técnica sesuda y pensada para el puro entretenimiento. El kinoautomat es el producto de un tiempo y de un lugar. El tiempo, como ya he dicho, es el de finales de los años sesenta y el lugar, la Checoslovaquia comunista que a esas alturas era la avanzadilla del mundo occidental dentro del telón de acero. Junto con Polonia, Checoslovaquia es quizás el país más fértil en cuanto a cinematografía dentro de la órbita soviétiva, así que no es de extrañar que el kinoautomat venga de aquí.

¿Y en qué consistía? El kinoautomat es uno de los primeros intentos de crear un mecanismo de cine interactivo. Su creador fue Raduz Cincera y fue presentado con motivo de la Expo de Praga en 1967. Según la definición de Cincera, el kinoautomat era «el primer mecanismo mediante el cual los espectadores cambian el curso de una película a través de un sistema de votaciones por pulsación de botones en las butacas. Existen varios momentos clave en los que se solicita la participación del público. La alternativa más votada será la que se proyecte.»

El kinoautomat, a pesar de ser muy desconocido, se paseó por diferentes ferias mundiales, como la de Montreal de 1967. El sistema se siguió utilizado en Checoslovaquia durante cuatro años, hasta 1971. En esa fecha, las autoridades comunistas lo prohibieron porque los cineastas implicados en el proyecto eran «políticamente no afines». La película ‘Un Hombre en su Casa’, que se proyectaba mediante este sistema, fue confiscada.

Y nada más hasta hoy. Cuarenta años después de su presentación, el kinoautomat ha sido rescatado del olvido para organizar nuevas (y exitosas) proyecciones, aunque teniendo en cuenta los medios digitales actuales, el kinoautomat se recordará como una extravagancia más del otro lado del muro de Berlín. Precisamente para aprovechar la técnica analógica de antaño y la digital de hoy, se ha editado un DVD con la película y todas sus alternativas para que quien quiera pueda tener su kinoautomat en casa. Para más información se puede consultar su web oficial o este artículo.

29 de septiembre de 2007

Sesión doble de Iván Zulueta

Entre ayer y hoy he dedicado algunas horas a ver una de las filmografías más interesantes y cortas del cine español. Controvertido, experimental, visual, psicodélico, alternativo… Muchas cosas se pueden decir sobre la exigua obra cinematográfica de Iván Zulueta (San Sebastián, 1943). Hasta la fecha sólo ha realizado dos películas desde que comenzara su carrera en los años sesenta. Sólo dos, pero tan diferentes a cualquier otra cosa que se hubiera filmado en España que casi es un extraterrestre por estas tierras. En definitiva dos películas alucinantes y alucinadas (en sentido literal) que no tuvieron continuidad.

‘Un, Dos, Tres… Al Escondite Inglés’ (1969)

Si tuviéramos que busca a nuestro Richard Lester, ese sería Zulueta. Su primera película es una explosión de cine libre, sin guión, con psicodelia a raudales y guiños evidentes a las películas de los Beatles. Iván provenía de realizar en Televisión Española el programa ‘Último Grito’ (1968), un espacio musical donde incorporó innovadoras técnicas visuales. Parte de ese conocimiento adquirido lo empleó en ‘Un, Dos, Tres… Al Escondite Inglés’ para elaborar una película única en nuestro cine, rodado con una frescura y una improvisación que hoy sorprende. Son cien minutos de videoclip con secuencias memorables y actuaciones de algunas de las bandas pop nacionales punteras de la época.

Se cuenta la historia de un grupo de aficionados al buen pop que lucharán por todos los medios que sus bandas favoritas no participen en el horrible concurso de la canción de Mundocanal (léase Eurovision). Para ello utilizarán los métodos más estrafalarios (bollos envenenados, globos tóxicos, etc). La película se rodó sin guión, y lo cierto es que importa bien poco el argumento ante tal avalancha de imágenes y sonidos. En una segunda lectura, podemos decir que ‘Un, Dos, Tres… Al Escondite Inglés’ contiene una dura crítica al sistema establecido (por entonces la dictadura), aunque muy soterrada. Algo que no encontramos en otras películas pop nacionales de la época. La verdad es que, en mi opinión, aún hoy es una película moderna, seguramente por haber roto en su momento todos los esquemas y dejar de un lado las ñoñerías.

‘Arrebato’ (1979)

Para la revista musical Rockdelux, ‘Arrebato’ es la mejor película del cine español. Yo no sé si llega a tanto, pero lo cierto es que se trata de una obra hipnótica, extraña, única dentro de nuestro cine. De nuevo la ruptura de todos los esquemas, de todos los tabúes. Es casi la invención de un nuevo lenguaje visual. Un reciclar continuo de la, por entonces, incipiente sociedad de la imagen y una capacidad de enlazar los temores ancestrales del subconsciente humano con la tecnología audiovisual.

‘Arrebato’ es la historia de un director fracasado que conoce a un extraño personaje que vive por y para el cine. A través de sus propias películas en super 8 canaliza su vida. El mero acto de la filmación supone una adicción para él y un fin en sí mismo. Paulatinamente ambos entrarán en una espiral de drogas, locura y cine hasta el punto de ser literalmente vampirizados por la cámara.

28 de septiembre de 2007

Edie Sedgwick

Una foto de Edie Sedgwick

A través del blog ‘Así se fundó Carnaby Street (¿Homenaje a Leopoldo María Panero?) recupero la idea de ver o al menos intentar ver las películas experimentales de Warhol. En la Biblioteca Pública creo que tenían alguna, pero al final no las cogí. Todo viene a raíz de un artículo en ese blog dedicado a Edie Sedgwick, una de las actrices del extraño star-system underground que el artista pop creo para sus obras cinematográficas. El caso es que hace unos pocos días tuve la ocasión de ver algunas de ellas y que no recomiendo más que a los incondicionales de Warhol o a los que tengan curiosidad extrema por verlas.

En concreto vi ‘Vinyl’, ‘Poor Little Rich Girl’ y ‘Beauty #2’, las tres realizadas en 1965. La primera no es más que una interminable performance de algo más de una hora ante una cámara fija con varios personajes. ‘Poor Little Rich Girl’ tiene a Edie Sedgwick como absoluta protagonista. La película fue filmada en su apartamento de Nueva York y esta compuesto únicamente de planos suyos en ropa interior. Lástima que los primeros veinte minutos estén fastiodiosamente borrosos. ¿Es Sedgwick en ‘Poor Little Rich Girl’ la imagen de la primera belleza postmoderna, la primera punk? A mi me lo ha parecido. Por último he visto ‘Beauty #2’ en la que Warhol vuelve de nuevo a colocar la cámara fija durante más de una hora para que sus personajes desarrollen la acción, esta vez sobre una cama deshecha.

Segdwick tuvo una carrera fulgurante que apenas se extendió más allá del mundo de la desquiciada troupe de Warhol y su submundo, ya que murió en 1971. Hacía cinco años que había realizado su última película con Andy y durante ese tiempo se le atribuyó un romance con Bob Dylan en 1966. En 1967 su vida comenzaba a declinar por culpa de las drogas. La locura se apoderó de ella y tuvo que ser internada en varios centros psiquiátricos hasta que le sobrevino la muerte. Poco después, en 1972, se estrenaba la primera película que protagonizaba fuera del círculo de Warhol ‘Ciao! Manhattan’.

23 de septiembre de 2007

‘El Viento que Agita la Cebada’

‘El Viento que Agita la Cebada’ es una de esas películas que tienen vocación de obra clásica. Por su factura, sin alardes estilísticos más allá de una buena fotografía, y por el empaque de los actores, que son capaces de construir unos personajes creíbles, humanos y muy intensos. Justo lo que la historia requiere.

El último trabajo del británico Ken Loach (Warwickshire, 1936) tiene todos los rasgos habituales de su filmografía. Loach es famoso por no morderse nunca la lengua y manifestar película tras película aquello que otros no se atreven a contar. No en vano se trata de uno de los realizadores más comprometidos políticamente de nuestro tiempo. Ha retratado como pocos la realidad social británica, las injusticias cometidas sobre la clase trabajadora de hoy y de otros tiempos (la genial y agridulce tragicomedia ‘Lloviendo Piedras’) y por supuesto los conflictos políticos, ya sean armados o no. Recordamos ‘Tierra y Libertad’, sobre nuestra guerra civil y rodada en España con actores españoles.

En esta ocasión, Loach pone su cámara en los últimos años de la Irlanda británica, a comienzos de los años veinte del pasado siglo. ‘El Viento que Agita la Cebada’ cuenta la historia del génesis del Ejército Republicano Irlandés (IRA) como respuesta a la brutal ocupación británica. Pero más allá de la situación histórica, el argumento de la película es un tratado sobre la traición, la venganza y el choque entre los dilemas morales y las convicciones políticas. Los protagonistas siempre están al filo de sus propias ideas, llevándolas al extremo. Ken Loach consiguió en 2006 la Concha de Oro del Festival de Cine de Cannes por esta obra.

9 de septiembre de 2007

La doctrina del shock

«Sólo una crisis, real o percibida, produce un auténtico cambio.»

La portada del libro en su edición en castellano

Bajo esta premisa del economista Milton Friedman, principal defensor de la teoría neoliberal más radical, se desarrolla el mini documental ‘The Shock Doctrine. The Rise of Disaster Capitalism’ (‘La Doctrina del Shock. El Auge del Capitalismo del Desastre’) presentado ayer en el Festival de Cine de Venecia. Ha sido realizado por la activista y escritoria canadiense Naomi Klein y el realizador mexicano Alfonso Cuarón. En tan sólo seis minutos se expone la teoría de que bajo un estado de shock, ya sea fortuito o provocado, las masas son manipulables y el comportamiento de los individuos se vuelve infantil y temeroso. Las aplicaciones de estas teorías son múltiples, aunque siempre igual de siniestras. Puede aplicarse individualmente como métodos de tortura (el ejemplo paradigmático es Guantánamo) o colectivamente para tomar medidas poco populares, recortes de derechos sociales o libertades adquiridas con esfuerzo a lo largo de décadas.

Pero el documental sólo es la punta de lanza para todo un nuevo movimiento que intenta luchar contra la manipulación masiva por parte de autoridades falsas dirigidas por el poder de las empresas, aplicando tácticas de guerra de la CIA basadas en principios no demasiado éticos. Como decía, el cortometraje es sólo un vértice más de esta concienciación. El próximo 18 de septiembre se publicará en los Estados Unidos el libro del mismo nombre, escrito por Naomi Klein, y sobre el que ya se pueden leer algunas páginas en su sitio web. La edición en castellano llegará en octubre a través de la editorial Paidós. Al igual que con ‘No Logo’, Klein vuelve a darnos que pensar y nos abre un poco los ojos, aunque no esté de acuerdo con ella en algunas de sus premisas y conclusiones.



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