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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
8 de julio de 2007

‘Código Desconocido’, buscando la armonía del mundo

Michael Haneke (Múnich, 1942) es uno de los realizadores más personales dentro del cine europeo, ya de por sí muy heterogéneo. Por aquí ya comenté obras suyas como la inquietante ‘El Tiempo del Lobo’ (2004) o ‘Escondido’ (2006) y ninguna de ellas me ha defraudado. Haneke utilizó en todas estas películas la misma técnica que en ‘Código Desconocido’ (2000). El cine del realizador alemán odia lo obvio y se mueve entre la sugerencia, la elipsis y la urdimbre implícita de los argumentos con resultados más que atractivos.

‘Código Desconocido’ es una película aparentemente deshilachada, con cortes radicales entre un fragmento y otro, pero que en conjunto cobra sentido y consigue transmitir una idea básica. La idea de la complejidad de la sociedad europea actual sirve de punto de partida para contar una historia principal, la de una actriz (interpretada por Juliette Binoche) y sus relaciones con un fotógrafo de guerra y su padre granjero. Los tentáculos argumentales nos llevan muy lejos: hacia Rumanía y hacia el África negra para relatar el drama de la inmigración en crudo, sin compadecerse, sin mártires ni héroes. ‘Código Desconocido’ es prácticamente una obra coral, donde los personajes tienen un protagonismo compartido y extienden sus lazos hacia miles de kilómetros en un mundo globalizado. Haneke utiliza varios idiomas, en realidad códigos desconocidos para la mayoría de nosotros, incluido el lenguaje de los sordos, que enfatizan la sensación de falta de comunicación.

La incomprensión, el choque de culturas, de formas de ver la vida, de clases, la incomunicación y otros factores forman una amalgama caótica que el propio espectador debe interpretar y descifrar. El otro pilar de la película quizás sea, a mi modo de ver, el de lo real y lo falso, muy evidente en la doble vida real y simulada de la actriz y que es un símil de la vida occidental europea. A la vez ella busca, sin saberlo, un sentido a ese caos, una armonía que rija un mundo extremadamente complejo.

Formalmente ‘Código Desconocido’ tal vez sea algo más difícil que ‘El Tiempo del Lobo’ y similar en su factura a ‘Escondido’. Durante todo el metraje hay algo enigmático que flota en el aire, acentuado por la utilización de una cámara neutra, prácticamente sin connotaciones subjetivas.

27 de junio de 2007

‘Valerie y su Semana de las Maravillas’

Siempre he tenido interés por rescatar de las catacumbas películas desconocidas, a menudo de países ignotos, pero que afortunadamente gracias a internet salen a la luz. Ya comenté por aquí ‘Yo Soy Curiosa’, que se ajusta perfectamente a ese tipo de películas. Mi último descubrimiento ha sido ‘Valerie y su Semana de las Maravillas’ (‘Valerie a Týden Divú’) (1970). Se trata de una película checoslovaca dirigida por Jaromil Jires y basada en la novela de Vítězslav Nezval. A pesar de ser una película de un país que entonces estaba en la «órbita soviética», no es ni mucho menos gris, sino que se acerca más bien a una heterodoxia colorista.

Se trata de un film de terror, con brujas y vampiros, pero no sólo de terror, porque también entran en escena personajes típicos de las películas de aventuras, como hadas y seres fantásticos, todo ello envuelto en un halo mágico de falsa inocencia y con marcados toques psicodélicos. Algunos dirían que es una película «rayante». Su estructura no es la tradicional, sino que se limita a ser una sucesión de vivencias de la protagonista por un mundo onírico, con un débil hilo conductor que puede llegar a confundir al espectador. A destacar el buen hacer del director de fotografía, porque la composición de cada escena es excelente y una parte fundamental del argumento.

La película narra la historia de Valerie, una joven de catorce años que comienza a vivir en un «mundo paralelo» gracias al poder de unos extraños pendientes. ‘Valerie y su Semana de las Maravillas’ es una excelente muestra del gran poder que tienen las imágenes en movimiento cuando se utilizan sabiamente y con el arte necesario. Jires es capaz de crear atmósferas y estados de ánimo contrapuestos con sólo cambiar el plano, algo muy difícil. Quizás sea este uno de los motivos por el que hoy día es considerada como una de las películas fantásticas de culto más desconocidas.

19 de junio de 2007

El arte, el cine, las cuotas, el Estado y los exhibidores

Voy a dar mi opinión personal sobre todo el asunto de la llamada ley del cine, que provocó ayer lunes una huelga de exhibidores que ha tenido bastante éxito. Para exponer mi opinión voy a hacerme unas cuantas preguntas cruciales. El tema es muy complejo, porque en el intervienen por un lado el dinero y por otro el arte. Normalmente suelen llevarse mal.

¿Debe un Estado subvencionar el arte? Según mi criterio el arte debe ser protegido. Se dice a menudo que el arte subvencionado es menos independiente. Quizás sea cierto, pero el Estado tiene también el deber de defender a sus creadores. Precisamente la actividad creativa no siempre genera beneficios materiales, sino que más bien sirve para enriquecer y entender la cultura de un determinado territorio, así como servir de «imagen vendible» hacia el exterior. El arte es una forma de comunicación y por tanto transmite ideas y puntos de vista, independientemente de si es música, cine, escultura, pintura o fotografía.

¿Todo el cine es arte? Esta una pregunta complicada de responder. Porque, ¿quién establece qué cine es arte? ¿El cine pensado como máquina de hacer dinero no es arte? ¿Todo el cine español es arte? Según mi criterio (discutible, por supuesto), no todo el cine es arte. En la mayoría de los casos no es muy complicado diferenciarlo del resto. Existen algunas características que debe tener el arte y que son comunes al cine y a las demás disciplinas. Según mi humilde opinión, el buen cine debe cumplir al menos una de ellas:

  • Debe ser honesto. Sé que es un aspecto muy subjetivo, pero entiendo como honestidad aquel artista que realiza su obra con la sincera intención de expresar su forma de ver la vida sin más pretensiones. Es la necesidad de comunicar.
  • Debe ser innovadora. Es decir, no debe ser algo «repetido» o ya visto. Es cierto que muchas obras se basan en otras anteriores de otros autores, pero generalmente si es de calidad lo hace para reinterpretarla.
  • Debe tener cierto impacto e influencia sobre sus contemporáneos y sucesores.

Es obvio que esto vale para el cine español y para otros cines. Pero calidades aparte, para bien o para mal vivimos en España y nuestro cine es el español. Un Estado responsable debe proteger nuestra cultura y nuestra identidad de la que también forman parte las obras cinematográficas. Personalmente, a mi no me entusiasma el cine español que se hace hoy día, pero entiendo que está en desventaja frente a la maquinaria norteamericana. Sería triste que al final sólo tuviéramos acceso a películas yanquis, por muy buenas que sean. En la variedad está el gusto. Y si hablamos de variedad hablamos de nacionalidades. El cine no puede limitarse a la dualidad España-Estados Unidos. Los grandes olvidados son los cineastas llamados «exóticos». Bajo el falso mito de ser películas «difíciles de entender», el cine asiático o países con poca producción cinematográfica es casi totalmente desconocido. Muchas veces es en estas obras donde uno se reencuentra con el cine de verdad, con las películas honestas que cuentan una historia y expresan unos sentimientos, pero que no tienen mecanismos para promocionarse más allá de los festivales especializados.

¿Somos cinematográficamente educados? En mi opinión, rotundamente no. Las características que la mayoría de la gente busca en una película no son precisamente indicadores de la calidad. Es fácil dejarse llevar por las operaciones de promoción en televisión, radio y prensa. Que el cine sea espectáculo no es malo en sí mismo si ofrece algo más que efectos especiales. España no es un país con gran cultura cinematográfica a pesar de que somos un país con una buena cosecha de grandes realizadores. Apreciar una película no es cosa de «intelectuales», basta tener un mínimo de sensibilidad que cualquier ser humano tiene, ver mucho cine de todo tipo y ser observador. Lo demás viene sólo. Cada uno elegirá un estilo, tendrá sus preferencias, pero generalmente hará buenas elecciones. No creo en el cine como puro entretenimiento.

¿Tienen razón los exhibidores? Sí y no. Me explico. Sí porque viven de la taquilla. Su único objetivo es conseguir proyectar las películas que les dejen más dinero. Como he dicho antes, desde mi punto de vista, el arte está bastante reñido con el dinero. Los cines, en su mayoría, no son centros culturales, sino negocios. Por otra parte, también digo no porque el único canal que existe para exhibir las películas son los cines. Por eso pienso que en las carteleras deben (aunque nunca se cumple) figurar películas de todo tipo, y, porque estamos en España, películas españolas. El tema de las cuotas no es nuevo precisamente. Viene ni más ni menos de los tiempos de Franco.

Personalmente, paso de los cines. Es raro que se proyecte alguna película que me interese y cuando esto ocurre los precios al pasar por taquilla me resultan abusivos, así que soy carne de DVD o de internet. Una lástima, porque el cine está hecho para ser visto en pantalla grande.

11 de junio de 2007

‘De Fosa en Fosa’

‘De Fosa en Fosa’ (‘Od Groba Do Groba’) es una película extraña. No ya por su exótica procedencia eslovena (a estas alturas ya estamos acostumbrados a exotismos cinematográficos), sino por el enfoque de los personajes y de la historia en sí. Dirigida en 2005 por el realizador Jan Cvitkovic, supone una de las poquísimas muestras de actual cine balcánico «no-Kusturica» y por supuesto del esloveno. Como en todo el cine de la zona, está presente una fuerte identidad nacional (por ejemplo en la escena de la bandera) y un permanente recuerdo de su pasado reciente. He nombrado a Kusturica, y quizás no sea algo casual. Algunos pasajes de la película recuerdan al popular realizador serbio, como las varias escenas de la banda de trompetas tocando ‘I Will Survive’ de Gloria Gaynor o el ‘Sex Bomb’ de Tom Jones.

Pese a la dureza del argumento, el tratamiento es amable y a menudo de comedia negra, que alterna con partes de alta carga dramática. Cvitkovic consigue que los personajes caigan bien desde el principio y el espectador empatice con ellos. La historia que se cuenta es bastante peculiar. Pero es un treintañero despistado que vive de escribir y leer discursos funerarios por encargo. Su trabajo supone un constante recuerdo de la muerte, pero no parece preocuparle. Su principal preocupación es evitar los continuos intentos de suicidio de su padre. El particular y estrambótico universo de Pero comenzará a tambalearse…

La película fue presentada dentro de la sección oficial del Festival de San Sebastián de 2005.

3 de junio de 2007

‘Hard Candy’, un ejercicio de estética

Hace ya unos meses vi ‘Hard Candy’, un film norteamericano de «terror psicológico» movido por el galardón que obtuvo en el festival de cine de Sitges en 2005. En general, la película me decepcionó, aunque fue una decepción amortiguada por la buena interpretación de la joven protagonista Ellen Page y por el diseño de producción y la fotografía, que me parecieron de lo mejor de la película. Pero lamentablemente, la estética y la interpretación no son nada sin un buen guión. Y el de ‘Hard Candy’ pudo serlo, pero peca de tramposo y poco creíble. Tras las pretensiones de ser un thriller que nos mantenga pegados al asiento, sólo hay burdos trucos que sirven para atraer la atención. Al principio los dejamos pasar, pero a medida que avanza la cinta uno se siente como si le estuvieran tomando el pelo. No voy a contar detalles de la trama para no desvelar nada a quien quiera verla pero los ingredientes principales son la fotografía, la pederastia y el asesinato.

Como digo, lo más conseguido es la interpretación sobresaliente de Ellen Page, encantadora a veces y monstruosa e irritante en otros. Sobre ella recae buena parte de la tensión de la película, lo que tiene mérito teniendo en cuenta que Page, con 18 años cuando hizo este papel, era prácticamente una debutante.

‘Hard Candy’ está vestida de diseño en plan modernillo. Diseño por los cuatro costados: en los decorados de la espectacular casa del protagonista, en el mobiliario, en el coche (un Mini), en el vestuario, en el ordenador portátil (un PowerBook aunque con la manzanita tapada), en los colores cuidadosamente elegidos y en la realización, casi de videoclip, que llega a distraer en ocasionese incluso a molestar, porque la película podría ser incluso más creíble con una ambientación menos efectista. David Slade (el director) no es Kim Ki-Duk ni Wong Kar Wai, maestros en la utilización poética de la estética. Aún así, el buen gusto no se lo puede negar nadie, pero si el guión se lo hubieran trabajado un poco más, sería una película por lo menos pasable.

26 de mayo de 2007

‘Une Femme est une Femme’

El largometraje de Jean-Luc Godard ‘Une Femme est une Femme’ (1961) puede considerarse sin lugar a dudas como uno de los títulos clásicos del cine francés y por tanto del cine europeo. Desde luego cualidades tiene para ello. Godard firmó su segunda película larga con 31 años, tras haber dirigido dos años antes su legendaria ‘A Bout de Souffle’ (‘Al Final de la Escapada’). Las cualidades de éstas dos primeras obras son comunes: frescura a prueba de bombas, ganas de innovar tanto en forma como en fondo e intención de jugar con el espectador.

La puesta en escena es más que curiosa, a medio camino entre un alocado y extraño musical donde los protagonistas hablan en vez de cantar y ejecutan escenas casi como coreografías y un melodrama convencional. La importantísima banda sonora instrumental que marca cada una de las escenas corre a cargo de Michel Legrand, que será un habitual en las siguientes películas de Godard. En el cuadro de actores están Anna Karina, que será musa del director a lo largo de buena parte de su carrera, Jean Paul Belmondo que repite después de ‘A Bout de Souffle’ y Jean-Claude Brialy.

‘Une Femme est une Femme’ terminó de refundar el cine europeo de la época y lo introdujo en los años sesenta. Después ya nada sería igual. Cambio de valores, de roles sociales donde la mujer es la que tiene el poder de decidir sobre su vida. Y por supuesto, también una renovación del lenguaje cinematográfico que influiría de manera decisiva en los realizadores contemporáneos y sucesores de Godard.

20 de mayo de 2007

‘El Laberinto del Tibet’

Fotograma de El Laberinto del Tibet

En estos días estoy viendo una serie documental que hacía tiempo que tenía ganas de ver. ‘El Laberinto del Tibet’ (2000) es uno de los documentales españoles (coproducidos entre otros por TVE y Canal+) más ambiciosos y caros (unos 300 millones de pesetas y un equipo de 18 personas) realizados hasta la fecha. Fueron tres años de rodaje e investigaciones por las tierras tibetanas, accediendo con las cámaras hasta lugares donde nunca nadie antes había llegado. Quizás lo más sorprendente sea la colaboración de las autoridades chinas, que ocupan el país de los lamas desde 1960.

Igual de valiosos son los testimonios de exploradores pioneros y el material fotográfico y cinematográfico de éstos que había permanecido prácticamente inédito. Otra cosa digna de tener en cuenta es el enfoque de los documentales, huyendo siempre de los tópicos y acercándose a los ritos y costumbres menos conocidas en occidente.

Y como budismo y Tibet no es lo mismo, en el país del Himalaya no sólo hay monjes. También se ofrece una semblanza de la población corriente, de las ciudades, cada vez más parecidas a las de la China post-revolución y de los nómadas, los tibetanos que más sufren las inclemencias de un clima extremo. La narración de la serie es de Rafael Taibo, el impagable locutor de las aventuras submarinas de Cousteau. ‘El Laberinto del Tibet’ fue emitido originalmente por Canal+ en 2000 y por TVE en 2002.



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