8 de diciembre de 2006
Wu Tianming dirige en 1996 la interesante película de producción china ‘El Rey de las Máscaras’, un drama ambientado en los primeros años del siglo XX en el país asiático, en un mundo en el que todo está cambiando y las viejas artes tradicionales están quedando relegadas en favor de los nuevos entretenimientos. Un anciano recorre la ciudad de Shichuan mostrando su habilidad con las máscaras. Se trata de un arte ancestral que está a punto de extinguirse con él. Para intentar que la tradición no se pierda, el anciano busca desesperadamente alguien a quien donar todo ese conocimiento. Sólo hay una salvedad: debe ser un varón.
La película transcurre en el ambiente sórdido de los callejones húmedos y en los mercados clandestinos de niños, que sus padres venden para poder sobrevivir. En la tradición china, las mujeres siempre estuvieron discriminadas e incluso fueron consideradas durante siglos como una maldición, quedando relegadas prácticamente a la condición de animales. Paradójicamente, uno de los personajes claves de la película (un actor de teatro) se gana la vida interpretando papeles de mujeres.
Al margen de la típica puesta en escena oriental, el film entretiene, mantiene la tensión y el drama sin caer en el tremendismo. También los giros del argumento ayudan a mantener la atención. La intensidad va en aumento según avanza el metraje hasta estallar en el inesperado desenlace.
4 de diciembre de 2006
El asunto de cambio climático es cada vez menos discutido y ha salido de los círculos ecologistas para instalarse en el discurso de prácticamente todos los políticos serios del mundo. Nadie sabe si ya será demasiado tarde, pero es nuestra obligación intentarlo. Con la intención de remover las conciencias, el candidato demócrata a la presidencia de los Estados Unidos Al Gore decidió dedicarse en cuerpo y alma a difundir los efectos y las posibles soluciones a este grave problema. Tras documentarse e informarse sobre todos los ángulos de tan extenso asunto, Gore ha recorrido el mundo buscando alianzas y gente dispuesta a escucharle.
He tenido oportunidad de ver el otro día el famoso documental ‘Una Verdad Incómoda’ (‘An Inconvenient Truth’). El trabajo recoge parte de esas conferencias, intercaladas con imágenes de archivo sobre las devastaciones producidas por el hombre y por el clima a lo largo de todo el planeta. Era muy fácil caer en el tremendismo y en el sensacionalismo. La película ha conseguido evitarlo a fuerza de palabras que convencen y del buen hacer y la honradez del propio Al Gore.
El resultado es un documental muy entretenido y abarrotado de cifras y hechos que, sin embargo, en ningún momento llegan a saturar gracias a una puesta en escena repleta de ejemplos, momentos distendidos y muchos gráficos. Por contra es cierto que hay momentos que sobran. Me refiero a los pasajes sobre la vida personal de Gore, sobre sus desgracias personales y cómo esto le hizo reflexionar. No aportan más que sensiblería barata al documental, algo que gusta mucho al otro lado del Atlántico.
En definitiva, ‘Una Verdad Incómoda’ es un documental que hay que ver, y más en los tiempos que corren. Y si nos lo explican con una película tan agradable como esta, mucho más.
30 de noviembre de 2006
‘El Mercader de las Cuatro Estaciones’ es la segunda película, tras ‘La Ansiedad de Veronika Voss‘, del realizador germano Rainer Werner Fassbinder que incorporo en el actual ciclo de cine. En este caso nos retrotraemos hasta 1971, año de producción de este film. El asunto de fondo, tema recurrente en toda su filmografía, es el «reverso oscuro» del milagro alemán de después de la Segunda Guerra Mundial.
La historia cuenta la vida de Hans, un vendedor ambulante de fruta que se recorre las calles de los barrios populares de Múnich para ganarse la vida. En esta tarea le acompaña su esposa, una mujer fría y sin escrúpulos que hará todo lo posible por hundirle. Su familia tampoco es un apoyo para él. Hans pronto se revela como un alcohólico y mujeriego, intentando huir de la realidad. Esta mala vida le dará más de un disgusto.
Rodada con concisión, austeridad e incluso frialdad, Fassbinder retrata sin demasiado apasionamiento a los personajes. Incluso Hans, el protagonista, recibe un tratamiento distante, como de documental. Es quizás esto lo que la hace más sorprendente y realista. En cualquier caso se trata de una gran obra del nuevo cine alemán que merece la pena ser vista.
25 de noviembre de 2006
Tuve conocimiento de esta película curiosamente a través de la banda sonora de Ennio Morricone. Fue hace unos años y ni por asomo pensé que llegaría a ver esta obra del polémico realizador italiano Pier Paolo Pasolini, asesinado en 1975. La primera impresión al verla es que, al igual que ocurre con algunas películas de Jean-Luc Godard de la misma época, han soportado mal el paso del tiempo. ‘Teorema’ fue dirigida en 1968 y, a pesar de esto conserva la fuerza visual y se le reconoce el atrevimiento y la innovación tan típicas en de aquellos tiempos.
‘Teorema’ cuenta la historia de una familia de la burguesía industrial de Milán. Cierto día llega un extraño joven al que no conocen y se instala en la casa. Poco a poco trastocará el orden familiar y se los ganará. Bajo un influjo casi sobrenatural, cada uno de los miembros cae perturbado por esa presencia. Tras marcharse, la criada vuelve a su pueblo natal donde realiza milagros, el hijo de la familia decide dedicarse a la pintura experimental, la hija cae en un estado catatónico y el padre, dueño de una fábrica, decide entregarla a sus obreros.
Junto con la espiritualidad, el tema central de la película es la conciencia de clase, representada por los obreros de la fábrica y por la criada, en contraste con la familia burguesa.
Pasolini aboga por la parquedad (los personajes sólo hablan lo imprescindible) y cada una de las escenas son expresivas por sí mismas. Quizás debido a esta economía la película resulta artificiosa y teatral.
18 de noviembre de 2006
Hay películas que muestran de manera magistral la decadencia de las viejas glorias. El realizador alemán Rainer Werner Fassbinder retrató con gran maestría en ‘La Ansiedad de Veronika Voss‘ el declive de una antigua estrella de la UFA (la industria cinematográfica alemana anterior a la Segunda Guerra Mundial) en un mundo nuevo, donde ya nadie la comprende. Vagamente basada en la historia real de la actriz Sybille Schmitz, el film producido en Alemania en 1982, está rodado en blanco y negro y utiliza un tratamiento visual que casi podría considerarse neoimpresionista, si este movimiento existiera. En otras ocasiones llegan a recordar al ‘Ciudadano Kane‘ de Orson Welles.
La historia atrapa gracias los constantes giros narrativos, que pasan del melodrama a la intriga policial y se ambienta en una etapa poco tratada en el cine, como son los años de la posguerra en Alemania, con un país en ruinas y ocupado por las fuerzas norteamericanas. Las luces y las sombras de la fotografía lo son también de los personajes, desde la desequilibrada y morfinómana Veronika Voss hasta el confuso y balbuceante periodista deportivo fascinado por la actriz decadente, pasando por la novia de éste o la siniestra neuróloga.
En definitiva, una típica producción alemana con aspiraciones de clásico que obtuvo el Oso de Oro de Berlín a la mejor película en 1982 y que ha sido reestrenada en España en el verano de 2005.
10 de noviembre de 2006
No es nada fácil enfrentarse a una obra de Theo Angelopoulos. En las películas del realizador griego no valen las reglas establecidas y a menudo se mezcla realidad y ficción, presente y pasado y donde el aspecto teatral de la puesta en escena es importante. Tampoco puede entenderse completamente si no se conoce la historia griega de los últimos siglos, a la que se hacen abundantes referencias.
En ‘La Eternidad y un Día’ (1998), Angelopoulos es fiel a su estilo y retorna a los escenarios hostiles, ruinosos, inhóspitos y helados de sus anteriores películas. Estos escenarios son también los interiores de los personajes, no menos arrasados por la vida. Por un lado Alexandros, un escritor célebre, ya retirado, esperando la muerte y obsesionado con la obra del poeta griego Dionisos Solomos. Por el otro un niño albanés que huye de los disturbios de su país y que intenta abrirse paso en un mundo sórdido. Los dos unen sus caminos en la aventura de la vida que comienza para uno y termina para otro. Alexandros revivirá a su vez algunos de sus momentos pasados, en un intento vano de recuperar las oportunidades perdidas. Para él, el futuro no existe y para el niño no es menos alentador en un continente dividido por la guerra.