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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
31 de diciembre de 2011

‘The Tree of Life’: La siesta perfecta

A finales de cada año suelo echar un vistazo a las listas que los críticos cinematográficos publican con las mejores películas de la temporada. En casi todas esas listas aparece un título, ‘El Árbol de la Vida’ (o ‘The Tree of Life’ según su título original en inglés). Y casi siempre en las primeras posiciones. A pesar de que ni sus intérpretes (Sean Penn y Brad Pitt) ni su director (Terrence Malick) me llamaban especialmente la atención, decidí verla sin tener ni la más remota idea de su argumento. Y una vez que terminó lo tuve muy claro (bueno, bastante antes de terminar): ‘The Tree of Life’ es una tomadura de pelo.

No puedo evitar irritarme al ver las críticas favorables. Parece mentira que críticos solventes y respetados aludan por ejemplo a su «poesía visual» o a la «libertad narrativa», muchas veces obviando otros conceptos en mi opinión más acertados, como «grandilocuencia», «absurdo», «pretenciosidad» o «simpleza». Y es que la última obra de Malick, incomprensiblemente premiada con la Palma de Oro en el festival de Cannes de 2011 quizás pueda engañar al público norteamericano, poco acostumbrado a un cine diferente, pero difícilmente al europeo seguidor de las vanguardias genuinas de la nouvelle vague o incluso del Dogma de Lars Von Trier.

Todo en ‘The Tree of Life’ me suena a impostado. Desde el argumento, la clásica familia de la Norteamérica profunda que pierde a uno de sus hijos hasta la parte más visual. Incluso para la banda sonora se ha recurrido a lo fácil. El uso de excepcionales piezas musicales clásicas (Mozart, Berlioz o Bach) y otras no menos interesantes de compositores contemporáneos es una garantía de conseguir grandeza y emotividad por el camino sencillo. Al contrario de otros films a los que recuerda (por ejemplo ‘2001: Una Odisea del Espacio’), todas esas secuencias retrospectivas sobre la formación del universo, de la tierra y su historia geológica sencillamente sobran. El problema es que si quitamos ese vestido, lo que queda es prácticamente nada, la narración de un relato manido contado de forma prácticamente inconexa e ininteligible.

Cierto que visualmente la película es prodigiosa, pero ese no es argumento suficiente para construir una obra sólida. Quizás lo fuera para un documental de ciencia, pero no para una cinta en la que se supone que hay una historia que contar, una reflexión que ofrecer, y que para ello se apoya en el poder de las imágenes. Desde luego este no es el caso. Terrence Malick se pasa de frenada y pasa la delgada línea roja del ridículo. Para ver a la hora de la siesta sin que importe quedarse dormido.

30 de noviembre de 2011

‘Por Tierras de Zamora’, el documental pionero de Heptener

De vez en cuando buceando por internet uno se encuentra pequeñas joyas como esta. Se trata de un documental filmado por Fernando López Heptener en 1933 llamado ‘Por Tierras de Zamora’ y que ha sido colgado en YouTube para disfrute de todos. Tal y como se dice en la entrada que se le dedica en la Wikipedia, el film de unos diez minutos de duración, fue estrenado en el cine Capitol de Madrid y está considerado en muchos aspectos, como un pionero. Lo es, por ejemplo, el uso del sonido, siendo uno de las primeras filmaciones con sonido de la historia del cine español. Recordemos que apenas un lustro antes se estrenó la primera película sonora.

El documento está dividido en varias partes, las dos primeras sobre la capital zamorana, su historia y su semana santa, y la última sobre algunos aspectos de la provincia. Espero que disfrutéis viéndolo tanto como yo. La copia que puede verse no es de muy buena calidad y parece extraída de una grabación en VHS. De todos modos gracias al usuario cannislupro por colgarlo.

28 de noviembre de 2011

‘The Loneliness of the Long Distance Runner’

He de reconocer que siempre he dejado un poco de lado la vertiente británica de lo que se llamó «nouvelle vague», la renovación del lenguaje y la temática cinematográficos que explotó en la Francia de finales de los años cincuenta. Este movimiento en el Reino Unido se conoció como «free cinema» y el realizador Tony Richardson es probablemente su mayor exponente. Hace unos años comenté aquí su magnífica película ‘A Taste of Honey’ (1961), una obra de argumento sórdido e inédito para la época pero manejada con extraordinaria delicadeza y sensibilidad. Richardson realizó al año siguiente ‘The Loneliness of the Long Distance Runner’ (en castellano se tradujo como ‘La Soledad del Corredor de Fondo’). Posiblemente este sea su título más conocido y emblemático de todo el movimiento. Igual que en su predecesora, encontramos un retrato condescendiente pero duro de las clases trabajadoras más desfavorecidas de la Inglaterra industrial de la época.

Colin es un muchacho que malvive en un barracón familiar del extrarradio de una ciudad industrial inglesa. Su único entretenimiento son el gamberrismo y los pequeños hurtos. Cuando es detenido es enviado a un reformatorio junto a otros chicos de su edad. El deporte, y concretamente el atletismo será su vía de escape, pero también de protesta y de reflexión sobre su vida y su futuro.

Es evidente que, tras el argumento obvio y visible por todos, Richardson nos ofrece una metáfora sobre las injusticias sociales, la lucha de clases, la superación y, sobre todo, el cuestionamiento del poder establecido. Memorable la escena en la que los chicos miran la televisión y se burlan del discurso del Primer Ministro. Es el reflejo claro de la fractura entre la realidad de la calle y la de las élites.

El sólido guión de Alan Sillitoe está basado en un relato corto suyo y crea el perfecto armazón en el que se intercalarán sabiamente las secuencias del presente de Colin en el reformatorio con los flashbacks de su vida callejera. El trabajo de los actores es prácticamente perfecto, con un Tom Courtenay impactante en el papel de Colin y un Michael Redgrave en el del falsamente paternalista director del reformatorio. Pero como dije antes, el «free cinema» además de abrir el abanico de las temáticas, también lo abre a nivel estético. El primitivo lenguaje televisivo se cuela en ‘The Loneliness of the Long Distance Runner’ en forma de anuncios publicitarios o cortinillas. También sorprende el uso de la cámara en mano y la cámara rápida. En cualquier caso, y aunque algunos de estos recursos quizás esté de más, no deja de ser una obra imprescindible de la historia del cine.

3 de septiembre de 2011

‘Werckmeister Harmóniák’

Enfrentarse a la obra de Béla Tarr es adentrarse en un mundo de excesos formales y algunos convencionalismos excesivamente ingenuos y tópicos en un cine «de autor». Con fama de difícil, el realizador húngaro ha sido –en mi opinión justamente– criticado por un uso gratuito de largas secuencias en sus películas que le restan dinamismo a la par que no aportan nada a cambio. Uno de sus trabajos más destacados es ‘Werckmeister Harmóniák’ (2000).

Fotografiada en riguroso blanco y negro, la película está plagada, como hemos comentado, de largas secuencias, a veces planos fijos o a veces con prodigiosos movimientos de cámara. Se nota un afán de Tarr por el movimiento de los actores, observar como se desenvuelven por la escena. En ocasiones la cámara parece querer leer los pensamientos de los personajes a los que enfoca con certeza y sin piedad, siempre de manera bastante neutral. Quizás precisamente el trabajo de los actores sea lo más destacable del film, sobre todo de su protagonista, Lars Rudolph en el papel de János Valushka.

Sobre el etéreo y esquemático argumento de ‘Werckmeister Harmóniák’ poco se puede decir. Un enigmático feriante llega a un pueblo de la estepa húngara hacia los años sesenta o setenta para mostrar una enorme ballena disecada y un hombrecillo deforme al que llama «El Príncipe». Sus discursos parecen encender a las masas e inducirlas a la destrucción y la revuelta. János es un muchacho sin muchas luces, pero servicial y sincero. Se dedicará a informar a algunos miembros de su familia del estado de la situación. Paralelamente no podrá ocultar su fascinación por la ballena…

Pero la película hace aguas sobre todo en un aspecto: las manidas metáforas. Aquí son casi mostradas con torpeza (no sabemos si pretendida o no), que hacen de esta una cinta modelo que recopila todos los peores vicios del cine de autor de la Europa del este y da argumentos a aquellos espectadores convencionales para arremeter contra cualquier cine que no sea el de Hollywood o el de los estándares de cualquier industria masiva alejada del auténtico arte. A los que nos gusta el cine que se sale de los moldes nos parece que este tipo de películas se aprovecha de la credulidad más esnobista del espectador entregado a cualquier cosa que llegue del este. ¿Estafa? El tiempo lo dirá.

10 de mayo de 2011

‘Inside Job’

El género de los documentales de investigación incómodos prolifera cada vez más. Prueba de ello es ‘Inside Job’. Consiguió en la última edición de los Oscars el galardón al mejor largometraje documental. Con toda justicia se ha convertido en el más popular y comentado del año en todo el mundo. No en vano, el gran mérito de su director, Charles Ferguson, es contar cómo se gestó la crisis financiera mundial de 2008 y tener frente a las cámaras a algunos de sus responsables, con nombre, apellidos y rostro, respondiendo (a veces no) a incómodas preguntas.

‘Inside Job’ se divide en cinco partes ordenadas cronológicamente a lo largo de sus casi dos horas. Tras el ejemplo inicial y paradigmático de Islandia comienza con los orígenes de la crisis, los mimbres que se fueron tejiendo para llegar a una situación insostenible. Quizás se trate de la parte más compleja de comprender. Demasiados conceptos, muchas gráficas, muchos personajes y muchos acontecimientos. Posteriormente el espectador se familiariza con la jerga financiera y con los personajes haciendo más llevadero el visionado. El segundo segmento es quizás el meollo de la cuestión, la burbuja financiera se va retroalimentando a sí misma hasta que se hace insostenible. Los locos años 2000s repletos de drogas, sexo y otras adicciones para los ejecutivos de Wall Street. La tercera parte trata sobre la propia crisis, cómo estalla, el por qué, y qué pudo hacerse (y no se hizo) para evitarla. Completan el documental las consecuencias de la crisis, los responsables de que todo haya sucedido como ocurrió y cómo están ahora las cosas.

‘Inside Job’ es un documental, más allá del caso concreto, de la ambición humana, de la codicia y de cómo un panorama desregulado, sin leyes ni normas, produce auténticos monstruos sin escrúpulos ni sentimiento de culpa que nunca tienen suficiente, porque más que un negocio lucrativo con el que vivir bien es una adicción enfermiza que se lleva por delante los ahorros (los presentes y futuros) a ciudadanos inocentes y el dinero público para su rescate. Como todos sabemos, muchos de los responsables de todo el tinglado siguen en sus puestos como si nada hubiera ocurrido, esperando el momento propicio para volver a las andadas.

Uno de los temas más escandalosos es la connivencia entre el poder político y el económico. Muchos de los grandes ejecutivos de bancos, aseguradoras y otras entidades han formado parte en algún momento del gobierno de los Estados Unidos, bien como asesores o bien con puestos poderosos en las altas instancias financieras, presionando para que se aprobaran leyes favorables a sus intereses.

El espectador ha de indignarse viendo el documental, pero para eso la de ser un espectador indignado e informado. La mejor forma de que esto no vuelva a repetirse es que el mundo conozca lo que ocurrió, con todos los detalles posibles, y desterrar la idea de que estos asuntos son crípticos e indescifrables para el común de los mortales. Información es poder. En este sentido, Charles Ferguson ha hecho un gran servicio a la humanidad.

Pero no todo lo que he visto en ‘Inside Job’ son cosas positivas. El documental peca de ser excesivamente «correcto» en cuanto a las críticas al sistema. Se limita a reclamar una mayor regulación del mercado, pero no arremete ni contra el G7 ni contra el FMI, organizaciones que a menudo han contribuido a que la crisis se extienda por todo el mundo.

Formalmente el documental es impecable. Los gráficos que aparecen con profusión a lo largo de todo el metraje son sobrios pero muy bonitos y elegantes, igual que la fotografía y, en general la ambientación del documental, con entrevistas en despachos con rascacielos al fondo, encuadres interesantes, tomas aéreas espectaculares de Islandia y Nueva York y, en definitiva, todo aquello que tiene un documental realizado con mucho dinero y buenas ideas. Imprescindible para todos aquellos que no comprenden lo que son las hipotecas «subprime».

Para terminar, os dejo el vídeo incrustado:

8 de mayo de 2011

‘Le Grand Voyage’

Siempre he dicho que una forma de pulverizar tópicos y prejuicios sobre el mundo árabe y, en general musulmán, es ver su cine. En contra de lo que muchos creen, la filmografía de estos países (y no me refiero a Irán o Turquía) es variada y abundante, aunque muy minoritaria. La mayoría de estos films son coproducciones con algún país europeo, por lo general Francia o Alemania. En el caso de ‘Le Grand Voyage’ se trata de una coproducción franco-marroquí dirigida en 2004 por el también norteafricano Ismaël Ferroukhi. Ferroukhi debuta en el mundo del largometraje con esta road-movie a la eurasiática.

La película narra el viaje de un padre y un hijo. El padre, un musulmán marroquí emigrado a Francia que conserva todas las tradiciones de sus antepasados. El hijo, Reda, un joven desapegado de todo lo que supone la cultura de su familia, educado en las costumbres occidentales e intentando salir adelante en un mundo complejo. El viaje, a La Meca, lugar de peregrinaje que todo musulmán con medios ha de cumplir una vez en su vida. A través de cinco mil kilómetros de las carreteras de Europa y Asia, ambos personajes expresarán sus diferencias y también sus similitudes e irán evolucionando a lo largo de su camino.

Este argumento quizás no sea el más original del mundo, ni los personajes que la integran, pero Ferroukhi sabe mantener cierto toque de originalidad, de autenticidad y de realismo. Todo ello a pesar de que los protagonistas son excesivamente herméticos, cajas negras de los que apenas sabemos nada. Esto puede fomentar el interés por ellos o correr el riesgo de ofrecer unos personajes demasiado esquemáticos. En conclusión, ‘Le Grand Voyage’ es una película entretenida y nada complicada que nos invita a viajar con sus protagonistas por medio mundo. Recomendable.

9 de abril de 2011

‘Another Year’

Parece un tópico que muchos de los actores británicos de cine provienen del teatro. Pero es cierto. Y no sólo los actores, también los realizadores. El caso de Mike Leigh es uno de ellos. Sus primeras obras en los setenta fueron representaciones teatrales para el programa de teatro de la BBC ‘Play For Today’. Leigh es, por tanto, un hombre de televisión, lo que, proveniendo del Reino Unido, es sinónimo de prestigio. El cine de Mike Leigh se afana por retratar situaciones cotidianas de las clases medias y bajas británicas, imprimiendo a menudo gran intensidad emocional a sus personajes. Tales son los casos de ‘Secretos y Mentiras’ (1996) y ‘El Secreto de Vera Drake‘ (2004), dos de sus obras más populares. En 2010 dirigió ‘Another Year’, considerada por la crítica como una de las mejores películas europeas del año.

La película gira en torno a Gerri y Tom, un adorable matrimonio de mediana edad que sirve de refugio y consuelo para amigos y familiares. Mary, una cuarentona soltera, alocada y alcohólica con una vida vacía y solitaria encuentra en ellos una segunda familia. Ken, un viejo amigo de Tom, es consciente de su soledad y de su decadencia física aunque intenta no reconocerlo. Completan la galería de personajes principales Joe, el eterno hijo soltero del matrimonio y Ronnie, hermano de Tom.

Aunque como en toda buena película, las lecturas son múltiples, Leigh retrata sobre todo la soledad en un contexto cotidiano, realista y en la mayoría de las ocasiones amable y sin dramatismos innecesarios. El trabajo de los actores es soberbio y todos y cada uno de los personajes son perfectamente creíbles, trascendiendo la realidad británica. La maestría de Leigh para contar sus historias es admirable y consigue hacernos sentir incómodos en algunos momentos. El metraje es quizás algo extenso (129 minutos) pero en ningún momento aburre. En conclusión, ‘Another Year’ es una película excelente, de impecable factura y apta para todos los públicos.



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