No quiero meterme en un asunto del que no pueda salir, pero el otro día una tertulia radiofónica me hizo reflexionar sobre cuales son los límites de la ciencia y si es la herramienta adecuada para entender las reglas del mundo que nos rodea. Cuando digo mundo digo la física del universo y digo la física de las partículas subatómicas. La sensación generalizada es que la ciencia tiene o tendrá respuestas para explicar cualquier evento que tenga lugar en el mundo que conocemos, sea cual sea su escala. La pregunta clave quizás sea si mediante las reglas del método científico puede averiguarse todo o si hay unos límites más allá de los cuales nuestra capacidad de razonamiento se queda corta.
La ciencia está repleta de teorías imposibles de demostrar que a menudo sirven de «muleta matemática» para sustentar en ella un vacío que no conocemos. Conceptos como «infinito», tan común, en realidad es algo inexplicable. ¿Todo lo que consideramos infinito es realmente infinito o es un parche para salir del paso? ¿Es el universo infinito? ¿Alguna vez conoceremos cuál es la partícula más pequeña o este proceso de subdivisión es infinita?
No digo que no haya que confiar en la ciencia. Si hemos llegado hasta donde estamos ahora es gracias a la ciencia. Pero me pregunto si esta misma ciencia sirve para conocer cómo es de verdad el lugar donde vivimos o si llegaremos a un límite impenetrable más allá del cual no podemos obtener respuestas. De hecho, ni siquiera podemos demostrar cómo se formó nuestro planeta, nuestra luna o nuestro sistema solar. Sólo hay teorías, y casi con toda seguridad nunca llegaremos a saber la verdad.
En fin, espero no haber hecho demasiada filosofía barata.
El otro día escuché en el programa de radio ‘La Rosa de los Vientos’ de Onda Cero un caso muy curioso que no conocía. Eran las 5 y 10 de la tarde del 26 de noviembre de 1977 y buena parte de los telespectadores del sur de Inglaterra se encontraba viendo el informativo vespertino de la cadena ITN. De pronto, y sin que la imagen de la emisión sufriera cambios, se comenzó a oir un sonido agudo que impedía que se escuchara al locutor. De inmediato, una voz distorsionada comenzó a hablar. Mientras la imagen seguía su curso normal, la voz se presentaba como un extraterrestre llamado Vrillon y decía formar parte del «Comando Galáctico Ashtar». Esta voz lanzó a millones de hogares de atónitos espectadores un discurso pacifista que advertía del peligro del uso de las armas atómicas y animaba a convivir en paz entre todas las naciones. Fueron ni más ni menos que 6 minutos de alocución.
El misterio no está en que el mensaje proviniera o no de otros mundos, algo lógicamente descartado desde el primer momento, sino de quién estaba detrás de la broma. Intervenir una señal de televisión o de radio no es nada sencillo y debió contar con colaboradores dentro de la propia emisora. Se dice que fueron cinco los repetidores que colaboraron en la difusión de este mensaje. De lo que no cabe duda es que los bromistas tenían amplio conocimientos técnicos y han sido de lo más discretos porque 30 años después aún no se sabe nada, aunque sí se tienen sospechas. El principal candidato es un personaje de la televisión británica llamado «El Vaquero Cósmico», que al parecer contó con la colaboración de varias personas.
Aunque esta emisión aterró a muchas personas, no pasó de ser una inofensiva broma que seguramente contó con la complicidad de un sector de la propia ITN. Pero de momento nadie ha dado un paso al frente, así que sigue siendo un misterio… Aquí dejo un vídeo de YouTube con el sonido de la emisión original. La imagen por supuesto no se corresponde con la auténtica, aunque podemos imaginar la de cualquier informativo normal y corriente de finales de los años setenta.
«Una enfermedad nueva, desconocida y mortal, el Síndrome de Deficiencia Inmunológica Adquirida (AIDS), ha causado un muerto en Sevilla, según informa la revista médica británica The Lancet en su último número. Las víctimas son tres enfermos de hemofilia que pueden haber contraído el extraño virus a través de las transfusiones sanguíneas a las que se tienen que someter periódicamente. Un niño de nueve años ha muerto y dos jóvenes, menores de 20, se encuentran grávemente enfermos.»
Con estas palabras abría Soledad Gallego-Díaz el artículo ‘Una enfermedad nueva, la deficiencia inmunológica, causa un muerto en Sevilla’ que publicó el diario El País el 3 de mayo de 1983. Era la primera vez que los medios de comunicación escribían o pronunciaban unas palabras malditas: Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, hoy comprimidas en unas siglas tan habituales como son SIDA, aunque en este artículo aún se hablaba de su acrónimo inglés AIDS. Apenas se sabía nada de la enfermedad y se temía que fuera una pandemia que acabara con la vida humana con rapidez. Desgraciadamente, en algunas zonas del planeta como el África subsahariana o el sudeste asiático, estos vaticinios se cumplieron.
El origen del virus del SIDA sigue siendo motivo de polémica y enfrentamiento. Las teorías más aceptadas hablan de que el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) es producto de la mutación del virus de inmunodeficiencia de los simios (VIS). Tal mutación se debió producir en África, aunque no se sabe el cómo ni el por qué. Al hilo de esto hace un tiempo vi un documental interesantísimo en el canal temático Odisea donde se ofrecía una teoría al respecto. Mantiene que el virus pasó al ser humano por culpa de unos experimentos sobre una vacuna para la polio que tuvieron lugar en los años cincuenta en el antiguo Congo Belga. Por suerte lo he encontrado en Google Video. Que cada uno saque sus propias conclusiones:
ElPaís.com abrió hace unas semanas sus archivos. Casi desde el primer día he curioseado por los miles de artículos publicados a lo largo de más de treinta años. He encontrado cosas bastante curiosas. Uno de los primeros conceptos que busqué es «internet» para comprobar de cuándo data la primera referencia a la red de redes en este diario. Tal y como nosotros lo entendemos, internet aparece por primera vez el 19 de septiembre de 1993 en el artículo ‘El mundo de Murdoch‘ acerca de las últimas adquisiciones del magnate de los medios de comunicación:
«Este mes, Murdoch amplió de seis a 14 canales la British Sky Broadcasting (BSkyB), de la que es propietario en un 50%, y llegó a un acuerdo para adquirir Delphi Internet Service , una red informática con sede en Massachusetts cuya puerta al sistema mundial internet le permitirá llegar a 20 millones de usuarios de ordenadores.A pesar de ser importantes, estos pactos apenas dan una idea del alcance definitivo de la última ofensiva de Murdoch: llegar a toda la Tierra con su superautopista digital.»
Pero es el 16 de diciembre del mismo año cuando el diario ofrece una amplia información en varios artículos sobre la autopista de la información. El primero de ellos es ‘Viaje a la galaxia electrónica’ (16/12/1993):
«Las nuevas generaciones comienzan a familiarizarse con el universo de Internet. Los alumnos del instituto de bachillerato Príncipe Felipe, en Madrid, no tienen mayores problemas para sacarle partido a las posibilidades educativas de la red. «Podemos tener acceso a todo, evidentemente», dice uno de sus alumnos, «pero la utilizamos básicamente para el estudio de idiomas, en especial del inglés, y para facilitar el intercambio».»
«[…] los dos últimos años han sido especialmente significativos para España, ya que se ha producido un espectacular avance, «de tal manera que en España ya existen 15.264 ordenadores centrales conectados a la red, lo que arroja más de 150.000 usuarios».»
«Un abogado de Arizona tuvo una idea emprendedora: anunciar sus servicios por la red mundial de comunicaciones Internet, que tiene en el mundo 20 millones de usuarios. El mensaje comercial del jurista Laurence Canter, de Plioenix, llegó a varios millones de personas, pero miles de ellas se sintieron indignadas porque violó las normas no escritas de los usuarios de la superautopista, al enviar mensajes comerciales no pedidos a la comunidad electrónica mundial.»
Como no quiero aburrir demasiado con el «copia y pega», aquí dejo otros cuantos artículos que, como mínimo, son curiosos de leer después de tantos años:
El mail art o arte postal es una curiosa y minoritoria forma de arte. De hecho hasta hace sólo unos días desconocía su existencia. Consiste en el envío por correo de cualquier cosa realizada mediante un proceso creativo y original. Por supuesto que lo que se considera arte es muy discutible, pero ese sería otro debate. Lo más usual es el envío de fanzines, tarjetas, poesías o dibujos, pero también hay piezas que superan los convencionalismos y aprovechan todas las peculiaridades del correo postal en beneficio del arte convirtiendo, por ejemplo, un simple sobre en parte indispensable del arte.
El origen del mail art como tal hay que buscarlo en los años 60 en Estados Unidos. Es en esta época cuando el teléfono ha sustituido en parte las comunicaciones. El correo queda como medio alternativo a la frialdad de los métodos electrónicos y como una forma de comunicación artística y «física». En 1962, el artista pop Ray Johnson fundó la New York Correspondance School of Art, que concentró buena parte de los artistas que trabajaban en el país. Su apogeo llegó en los años setenta y comienzos de los ochenta.
Aunque hoy día el mail art sigue vivo, ha sido sustituido en parte por el correo electrónico y la web, que son sus herederos naturales. Las nuevas técnicas de arte electrónico están ya muy desarrolladas y acabarán tarde o temprano con el mail art analógico. Pero simplemente será una evolución más en las formas de lo que puede ser el arte. Creo que el medio es lo de menos.
Descubrí la web del Proyecto Matriz buscando sitios de documentales sobre actualidad. Esta curiosa iniciativa es un proyecto que pretende, mediante la difusión de noticias y documentales, «abrir los ojos» a los internautas y combatir las versiones oficiales de asuntos por todos conocidos. En principio me parecía una idea sana e interesante, al estilo de la Red Voltaire.
Pero tras profundizar un poco en la web me di cuenta de que iban bastante más allá, incluyendo referencias de corte pseudoreligioso al estilo de la new age, teorías alternativas sobre el origen militar de enfermedades como el SIDA, el ébola y otras, referencias a la ocultación de los OVNIs por parte de los gobiernos y otros muchos asuntos que bordean, y a veces traspasan, el límite de la fantasía.
Quizás lo más peligroso es la mezcla de temas interesantes y denuncias lícitas con otros demenciales, tratados al mismo nivel, como si merecieran el mismo crédito. En general suelo desconfiar de quienes nos ofrecen verdades (el lema del Proyecto Matriz es la cita bíblica «La verdad os hará libres») supuestamente ocultas que, de ser ciertas, cambiarían el curso de la historia. Lo mejor es que cada uno juzgue por sí mismo, aunque recomiendo un espíritu escéptico.
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