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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
26 de octubre de 2007

Los campos morfogenéticos

Existe una serie de teorías científicas que rayan las propias leyes de la ciencia. Son hipótesis (o certezas) sostenidas por respetables y polémicos científicos. Hacía tiempo que había oído hablar de la teoría de los campos morfogenéticos. Bajo este extraño nombre se esconde el estudio del biólogo británico formado en la Universidad de Cambridge Rupert Sheldrake.

A grandes rasgos propone que los conocimientos adquiridos por una especie animal y que suponen una mejora para su evolución se transmiten inmediatamente a otros congéneres sin tener contacto físico. De este modo, por ejemplo, una mejora en la forma de cazar de una determinada especie en un determinado lugar se reproducirá en otra población de esa especie por lejos que esté. Así, encontraremos que la especie en su conjunto ha «adquirido» nuevos conocimientos por la acción de una población aislada.

Sheldrake publicó su teoría en el libro ‘Una Nueva Ciencia de la Vida’. Inmediatamente la comunidad científica lo descalificó. Sin embargo, Sheldrake siguió en todo caso el método científico. Para ilustrar su teoría se valió de numerosos experimentos. Uno de los más famosos es el de los monos de la isla japonesa de Koshima:

«Un grupo de científicos alimentaba a estos monos con batatas o boniatos sin lavar. Una hembra que respondía al nombre de Imo, descubrió que lavando la batata en el mar, además de perder la piel la molesta arenilla, éstas sabían mejor. Pronto todos los monos de la isla de Koshima aprendieron el truco. Pero, y esto es lo extraño, todos los monos del continente comenzaron a lavar sus boniatos, y ello a pesar de haberse evitado el contacto de los monos de Koshima con los del resto del país.»

[Texto extraido de redcientifica.com]

Los seres humanos, como animales que somos, supuestamente también respondemos a estas extrañas leyes. La revista científica New Scientist junto con la BBC patrocinó un interesantísimo experimento:

«[…] a personas de distintas partes del mundo se les dio un minuto para encontrar rostros famosos escondidos en un dibujo abstracto. Se tomaron datos y se elaboraron medias. Posteriormente la solución fue emitida por la BBC en una franja horaria donde la audiencia estimada era de un millón de espectadores. Inmediatamente de realizada la emisión, en lugares donde no se recibe la BBC, se realizó el mismo «test» sobre otra muestra de personas. Los sujetos que hallaron los rostros dentro del tiempo de un minuto fueron un 76 % mayor que la primera prueba. La probabilidad de que este resultado se debiera a una simple casualidad era de 100 contra uno.»

[Texto extraido de redcientifica.com]

¿Existe realmente un registro universal del conocimiento? ¿Existe la conciencia global o el inconsciente colectivo? ¿Estos experimentos son increíbles casualidades? Probablemente nunca lo sepamos.

19 de octubre de 2007

Publicidad en Zamora a comienzos del siglo XX (II): Viajes

Desgraciadamente, la situación económica española de las primeras décadas del siglo XX era crítica. Mientras algunas zonas comenzaban a industrializarse, en las regiones rurales el hambre y la falta de perspectivas eran una constante. Muchos tuvieron que emigrar a otras tierras en busca de una vida mejor o simplemente de una forma de ganarse la vida. Revisando la hemeroteca digital de El Heraldo de Zamora queda en evidencia esta realidad. Sobre todo en los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX, los anuncios de viajes hacia la tierra prometida, ya sea Brasil, Cuba, Argentina o los Estados Unidos, eran abundantes y copaban casi todas las zonas dedicadas a la publicidad.

Grandes veleros, vapores transoceánicos que tardaban semanas en cruzar el Atlántico. Barcos que muchos zamoranos tomaron en los puertos de Coruña o Vigo, con poco equipaje y sin billete de vuelta. He recopilado algunos de estos anuncios que hoy nos recuerdan, más que nunca, a otros tiempos.

‘Compañía de Vapores-Correos De La Mala Real Inglesa’ (1901). Embarcaciones con nombres como Nile, Thames, Danuba o Clyde comunicaban España con Pernambuco, Bahía, Río de Janeiro, Montevideo o Buenos Aires. En llegar a tierras americanas tardaba 13 o 15 días:

‘Antonio Conde, Hijos. Chargeurs Reunis‘ (1904). De nuevo cargueros hacia Montevideo, Buenos Aires y diferentes ciudades costeras brasileñas. La ‘Línea de Vapores de Arrotegui’ comunicaba mediante una línea regular España con Cuba. «Admiten carga y pasajeros a los que se da un trato esmerado, con vino y pan fresco en todas las comidas y asistencia médica gratuita. A los pasajeros de 3ª clase se les permite pasear por el buque de popa a proa sin obstáculo alguno»:

‘Hulder Line’ (1906). Se aseguran «viajes rápidos y económicos» hacia Buenos Aires y Montevideo. De nuevo «el pasaje de tercera disfruta cómodo alojamiento, buena cama y comida sana y abundante». El pasaje tenía un coste de 201 pesetas, una auténtica fortuna por aquel tiempo:

‘R.P. Houston & Cº’ y ‘Compañías Hamburguesas’ (1910):

‘Compañía del Pacífico’ (1915):

‘American Line’ (1920). A partir de los años veinte, uno de los destinos más prometedores eran los Estados Unidos. La línea Vigo-Nueva York se anunciaba a comienzos de la década en la prensa zamorana. Sus barcos eran «de gran porte y lujo». Viajar en primera clase costaba entre 1490 y 5000 pesetas y en tercera el precio iba desde las 373’35 hasta las 565’75 pesetas:

13 de octubre de 2007

Los euros que no fueron

Ya nos son muy familiares. Y es que llevamos casi cinco años con ellos en los bolsillos. Los vemos todos los días (unos más que otros). Se han convertido en uno de los símbolos de la Europa unificada. Por supuesto, me refiero a los billetes de euro, puestos en circulación el 1 de enero de 2002. Pero el proceso de elaboración de los billetes de nuestra moneda común fue muy largo.

En febrero de 1996, el Banco Central Europeo convocó el concurso de diseño del que saldría la imagen definitiva que se imprimiría en millones de billetes para los 12 países de la zona euro. Los temas elegidos fueron por una parte «épocas y estilos de Europa» y por otra «estilo abstracto o moderno». En diciembre de 1996 se dió a conocer el ganador del concurso, que recayó en el austríaco Robert Kalina. Tras algunos ajustes de diseño, la producción comenzó en 1999.

Pero ¿y el resto de los 44 trabajos presentados? Poco se sabía de ellos hasta que el BCE hizo una exposición hace unos años con todos los diseños de billetes que quedaron fuera. Algunos de ellos son muy buenos, y otros horribles. Voy a dejar aquí mis seis favoritos, una simple muestra del anverso del billete de 20 euros. Podéis consultarlos todos en este folleto [PDF] editado por el BCE, junto con una breve información sobre sus diseñadores.

Muestras de billetes descartados de 20 euros

9 de octubre de 2007

Publicidad en Zamora a comienzos del siglo XX (I): tecnología

Una de las cosas más chocantes de mirar los periódicos zamoranos de primeros del siglo XX son sin duda los anuncios. Publicidad que, con profusión, invadían los diarios de la época. Píldoras y ungüentos milagrosos, viajes en barcos de vapor a Nueva York, Montevideo o Penambuco, bombillas, balnearios y casas de salud, cámaras fotográficas y un etcétera muy largo.

He decidido hacer una pequeña selección de los anuncios más curiosos, tanto por su tratamiento gráfico como por lo novedoso o lo humorístico (a nuestros ojos) de su propuesta. Lo he dividido en cuatro temáticas: tecnología, viajes, salud y varios. Hoy comenzamos con la tecnología.

Dentro del mundo de la tecnología tal y como hoy la conocemos, las bombillas y otro aparataje eléctrico fueron las pioneras a la hora de anunciarse. Marcas que todavía perduran como OSRAM o Philips ya se publicitaban en la prensa pueblerina de Zamora a comienzos del siglo XX.

Bombillas OSRAM (1909). Prometía un bajo consumo (1 vatio por bujía), blancura de su luz y una duración de 1.000 horas, muy poco para los parámetros actuales:

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EGMAR, la única bombilla irrompible (1912). La «moda» de las bombillas irrompibles comenzaba. Se vendían como su principal característica. Desconozco la fragilidad de las bombillas antiguas, pero a juzgar por el bombo que se le da a la dureza, no dudo que fue un gran logro:

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Lámpara Philips (1913). Un hombre musculoso con una maza se dispone a golpear la irrompible bombilla Philips. «Desconfiad de otras clases que sólo significan imitaciones inferiores», reza el eslogan:

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Aparatos y Discos «Gramophone» (1913). Bajo el logo muy conocido de His Master’s Voice, el Gran Bazar de Salvador Álvarez vendía la «mejor máquina parlante». Me pregunto si también vendían los discos de música:

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«ODEON», Máquinas Parlantes (1914). La última tecnología de 1914 para la reproducción de música en otra «máquina parlante». Por 100 pesetas incluía el aparato y 10 discos «grandes dobles». Se remarca que «todos los discos de esta casa son dobles». Daría lo que fuera por ver esa tienda y esos discos:

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Máquinas de escribir «Meteor» (1914). Si las «máquinas parlantes» era la última tecnología de la época, no lo era menos las máquinas de escribir. Hoy podríamos equipararlos a los ordenadores personales. De hecho no había ninguna tienda en Zamora que las vendiera. Se dice que tiene «todos los adelantos de las marcas caras dentro de un precio reducido», un «tipo hermoso de letra», «pesa 5 kilos y se entrega con elegante maleta». Nada que envidiar a los modernos ordenadores portátiles…:

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Kodak, el complemento de la vida en el campo o en la playa (1917). Las primeras cámaras fotográficas portátiles fueron las Kodak. Baratas y populares, eran ideales para que los aficionados hicieran sus primeros pinitos en este arte. Se dice que «su manejo es tan sencillo que se domina en media hora» y que las fotografías se «revelan a la luz del día», algo que no acabo de entender:

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Calculadoras y sumadoras (1920). Las predecesoras de las calculadoras electrónicas de bolsillo eran estas máquinas que ayudaban al sufrido tendero a hacer sus cálculos:

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7 de octubre de 2007

El primer vehículo a motor de Zamora

Un coche como el que recibió la primera matricula en Zamora

No sé si algún día conseguiré averiguar cuándo circuló por las calles de Zamora el primer vehículo autopropulsado mediante motor. A pesar de haberme dejado los ojos en las hemerotecas digitales visualizando uno por uno los periódicos de finales del siglo XIX y comienzos del XX, no he dado con el dato exacto. Supongo que aquel raro evento no pasó de ser una anécdota más en unos tiempos que estaban cambiando con muchos inventos que revolucionarían la vida de la gente. En los albores del pasado siglo, la red de carreteras estaba sin asfaltar y compuestas de tierra y piedras. Por supuesto no estaba pensada para los nuevos vehículos.

De lo que sí he encontrado el dato, a través de un artículo en La Opinión De Zamora, es de la fecha de la primera matriculación. Ocurrió el 3 de enero de 1907. Sí, casualmente este año se cumplen cien del evento. En la época no existía legislación sobre vehículos a motor, por lo que fue un ingeniero quien certificó que aquel Dion et Bouton podría circular por nuestras calles y plazas. El afortunado pionero dueño del ZA-1 fue Justo Sánchez, de quien no he podido averiguar nada, aunque supongo que sería un ricachón de la época y un hombre con espíritu aventurero.

Este hecho fue absolutamente aislado. El carro de tracción animal seguiría siendo el rey de la carretera en Zamora hasta bien entrados los años cincuenta. Por entonces, el parque automovilístico provincial era de poco más de mil vehículos.

4 de octubre de 2007

50 años de Sputnik

Hoy se cumplen 50 años de un icono del siglo XX. Una bola de aluminio de 83 kilogramos con antenas en forma de estela de cometa. Por supuesto, estoy hablando del Sputnik 1. A las siete y doce minutos de la tarde del 4 de octubre de 1957, un cohete R-7 despegaba por primera vez de la lanzadera del cosmódromo de Baikonur. Durante tres meses estuvo orbitando la tierra con el «bip, bip» que emitían sus emisores de radio. El resto del mundo pudo escuchar la señal de que los nuevos tiempos habían llegado.

Era el comienzo de la loca carrera espacial, que tantos miles de millones de dólares (y rublos) gastó y malgastó. Como se dice en algunos artículos, no había nada de altruismo ni de limpia investigación científica. Lo cierto es que sin la amenaza nuclear norteamericana y el recelo mutuo, la carrera espacial no hubiera existido. El Sputnik era un símbolo, un importante signo del cambio de los tiempos y también una forma muy publicitada de probar sus cohetes R-7, la verdadera joya de la corona soviética y que podría lanzar armamento nuclear a 8.000 kilómetros de distancia.

Prueba de ellos es que los Estados Unidos agilizaron su programa Júpiter para competir con la «amenaza roja». El primer resultado pudo verse el 31 de enero de 1958 con el lanzamiento del Explorer 1. A partir de aquí las cosas ya no serían las mismas y el mundo miraría más que nunca al cielo.

Con motivo de este 50 aniversario, la prensa ha publicado varios artículos interesantes sobre el Sputnik. Aquí dejo unos cuantos:

3 de octubre de 2007

El kinoautomat

Un cartel anunciador del kinoautomat

El kinoautomat (algo así como «cine automático») es uno de esos inventos típicamente de los años sesenta que tenían un trasfondo de ciencia y técnica sesuda y pensada para el puro entretenimiento. El kinoautomat es el producto de un tiempo y de un lugar. El tiempo, como ya he dicho, es el de finales de los años sesenta y el lugar, la Checoslovaquia comunista que a esas alturas era la avanzadilla del mundo occidental dentro del telón de acero. Junto con Polonia, Checoslovaquia es quizás el país más fértil en cuanto a cinematografía dentro de la órbita soviétiva, así que no es de extrañar que el kinoautomat venga de aquí.

¿Y en qué consistía? El kinoautomat es uno de los primeros intentos de crear un mecanismo de cine interactivo. Su creador fue Raduz Cincera y fue presentado con motivo de la Expo de Praga en 1967. Según la definición de Cincera, el kinoautomat era «el primer mecanismo mediante el cual los espectadores cambian el curso de una película a través de un sistema de votaciones por pulsación de botones en las butacas. Existen varios momentos clave en los que se solicita la participación del público. La alternativa más votada será la que se proyecte.»

El kinoautomat, a pesar de ser muy desconocido, se paseó por diferentes ferias mundiales, como la de Montreal de 1967. El sistema se siguió utilizado en Checoslovaquia durante cuatro años, hasta 1971. En esa fecha, las autoridades comunistas lo prohibieron porque los cineastas implicados en el proyecto eran «políticamente no afines». La película ‘Un Hombre en su Casa’, que se proyectaba mediante este sistema, fue confiscada.

Y nada más hasta hoy. Cuarenta años después de su presentación, el kinoautomat ha sido rescatado del olvido para organizar nuevas (y exitosas) proyecciones, aunque teniendo en cuenta los medios digitales actuales, el kinoautomat se recordará como una extravagancia más del otro lado del muro de Berlín. Precisamente para aprovechar la técnica analógica de antaño y la digital de hoy, se ha editado un DVD con la película y todas sus alternativas para que quien quiera pueda tener su kinoautomat en casa. Para más información se puede consultar su web oficial o este artículo.



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