Todos los años hay un puñado de discos que aparecen en las listas de lo mejor y que lo tienen todo para gustarme pero que, por unas cosas o por otras, no me convencen. Discos que por mucho que escuche no les encuentro los méritos suficientes para aparecer en esas dichosas listas. Voy a poner dos ejemplos, uno nacional y otro internacional.
Vamos con el nacional. En prácticamente todos los repertorios de lo mejor del año, en casi todas las webs grandes y pequeñas de indies que se precien aparece el disco de debut de Triángulo de Amor Bizarro. Leo en las críticas referencias a The Jesus and Mary Chain, My Bloody Valentine y en general al movimiento shoegazing. Bien, pero los dos grupos citados son artistazos, pero Triángulo de Amor Bizarro me suenan planos, con letras mediocres e instrumentación tirando a ramplona. Vamos, que me «raya». Los he escuchado con toda la buena voluntad del mundo, pero sinceramente no veo por donde cogerles. Hay un tema, ‘Quiénes son los curanderos’, que incluí en una de mis recopilaciones, pero que ahora siempre que la escucho me la salto. ¿Es Triángulo de Amor Bizarro el gran «bluf» nacional de 2007?
Con mi «incomprendido» internacional voy a ser más benevolente. Es evidente que a uno no le da tiempo a escuchar como quisiera todos los discos que llegan a mis oídos. Mucho más en el plano internacional, donde las referencias publicadas a lo largo del año son inabarcables. Hay que seleccionar. Escuché por primera vez ‘Mirrored’ de Battles a finales de verano y quede espantado y sorprendido (no necesariamente por este orden). Estas dos reacciones en otros tiempos hubieran sido un buen augurio de éxito. Ya me ocurrió por ejemplo con algunos trabajos de Tricky o de Björk, Tortoise o incluso de mis queridos Broadcast. ‘Mirrored’ es un disco que necesita ser escuchado mucho, muchísimo. Es un disco para llevar por la calle en la vorágine de una gran ciudad. Por sí mismo es un trabajo difícil de entender y quizás necesite de referencias externas o leer mucho sobre ellos para apreciarlo completamente. También hay que echarle tiempo para «entrenar» el oído.
La lista de discos que no me acaban de entrar puede ser muy, muy larga. Lo que no acabo de entender es como todas esas listas de lo mejor del 2007 que pululan por internet son tan parecidas. ¿De verdad todo el mundo tiene un gusto tan exquisito y coincide plenamente en sus favoritos?
Voy a ilustrar esta parrafada con ‘Atlas’ de Battles, un vídeo interesante y bastante original, además de uno de los temas más accesibles de ‘Mirrored’:
Parece que los periódicos gratuitos están de moda. Y ya no sólo los grandes a nivel nacional (20 Minutos, ADN, Metro), sino los que recogen información local. Con la excusa informar, estas publicaciones meten su buena dosis de publicidad. Al fin y al cabo es lo que los sustenta. Y no me parece mal. Después de que hace ya más de un año se lanzara la versión zamorana de la exitosa iniciativa salmantina DGratis nos llega La Voz de Zamora. Lleva ya tres números, aunque esta mañana ha sido la primera vez que he tenido oportunidad de hojearlo.
No me voy a parar mucho describiéndolo. A primera vista, su diseño no se diferencia demasiado de otros trabajos gráficos locales: mal uso de la tipografía, logotipo como mínimo «discreto», por no decir feo y maquetación caótica. El uso de diferentes variantes de la Franklin Gothic no se aprovecha como se merece una fuente tan bonita. No luce cuando se combina con una ramplona (cuando se utiliza mal) Times Roman o una sobredimensionada y sobrecargada de efectos Impact. No es por faltar al respeto, pero parece que el equipo de maquetación no ha visto un diario de verdad en su vida o al menos no se han fijado en su diseño.
En cuanto a los contenidos, para mi gusto sobran las noticias regionales y nacionales. En esta última sólo ofrece un reportaje sobre el UPD, el partido de Rosa Díez. Por otra parte las noticias locales me parecen interesantes (entrevista con Carlos Hernández y las luchas internas en los partidos para salir en las listas del 9-M). También me ha gustado el reportaje denuncia sobre el estado de la iglesia de Santiago del Burgo. El resto de periódico se va entre deportes, editoriales, las consabidas tres páginas de la programación televisiva, las dos de anuncios y contactos, una raquítica página sobre salud y secciones sobre empresa y cultura con contenidos que, al menos para mí, no tienen demasiado interés. La última página se dedica a la «sociedad», o sea cotilleos, famoseos y demás rumores.
Bien está que salga un nuevo medio de información gratuito, siempre que este medio sea realmente nuevo y no sea más papel tirado por las aceras de la ciudad.
Suena duro, pero la subida salvaje de algunas tasas e impuestos municipales sobre servicios básicos es la consecuencia directa del poder absoluto (de mayoría absoluta, se entiende) que el grupo municipal del PP con el alcalde «de los papeles del archivo» Julián Lanzarote a la cabeza obtuvo de las pasadas elecciones de mayo. Posiblemente Lanzarote renovó su mayoría gracias al irresponsable populismo anticatalanista, que fue su particular opio para el pueblo, su clavo ardiendo al que agarrarse en un momento de horas bajas. Y le funcionó, ya lo creo. El ayuntamiento salmantino volvió a ser del Partido Popular una vez más con mayoría absoluta, mientras los ayuntamientos de las provincias vecinas veían como caía la hegemonía de la derecha.
Que conste que no estoy en contra de la subida de las tasas y de los impuestos. Es más, me parece muy necesario porque veo que los servicios municipales muchas veces dejan bastante que desear. Pero quizás debería llevarse a cabo de manera más gradual y racional y no de golpe y porrazo como se ha hecho. No menos graves han sido las formas pseudodictatoriales. Vale que tengan mayoría absoluta, pero intentar ponerse de acuerdo minímamente con los otros grupos municipales nunca viene mal.
Una vez pasada toda esta marejada, los salmantinos se olvidarán de la subida y a las próximas elecciones volverán a votar a Lanzarote. Allá ellos. Ese es su problema…
Este titular es lo que mejor define este fantástico entorno integrado de programación de la compañía REALSoftware. Primero, es multiplataforma. Esto implica que no importa el sistema operativo sobre el que estemos programando, ya que podremos compilar nuestra aplicación tanto en Mac OS X (Intel, PowerPC o binario universal), MacOS 9, Windows 98 y posteriores o Linux con GTK+ 2.x (librería gráfica) a partir de un sólo código fuente y sin tener que modificarlo. Esto supone una característica muy potente. Aunque por las pruebas que he hecho el interfaz no se ve exactamente igual, con un poco de práctica es fácil conseguir un look & feel similar en todas las plataformas.
Y segundo, es sencillo y rápido. REALBasic, como su propio nombre indica, está basado en Basic, más concretamente en Visual Basic, aunque mantiene importantes diferencias respecto a la herramienta de Microsoft. Reconozco que estoy muy acostumbrado a programar en Visual Basic y echo en falta muchas funciones que facilitaban bastante las cosas. Todo se soluciona teniendo el manual de referencia a mano. Cuestión de adaptarse. Una de las cosas que echo de menos es el autocompletar, que me ayudaba mucho a elegir la propiedad o el método adecuado de cada objeto.
Otra de las cosas relacionadas con la sencillez es que los ejecutables que genera para Windows no necesitan de ninguna librería externa. Todo va «empaquetado» en un archivo .exe. Esto implica un aumento de peso en el archivo, pero merece la pena sacrificar espacio en aras de una menor complicación.
En conclusión, REALBasic es una herramienta que ya es una seria alternativa a otro tipo de programación, sobre todo para Mac, donde no hay muchas alternativas para crear aplicaciones de escritorio más allá Cocoa, pero necesita todavía algunas iteraciones para ser una entorno «maduro».
Hay un sector político, y también de la sociedad, que se toma muy mal los comentarios y consejos de determinados cargos del Gobierno. Y de entre todos esos comentarios hay dos que han sido la comidilla de personas que, benevolentemente, trataremos de mal informadas. El primero de ellos es el tema de comer carne de conejo en vez de otras más caras. Ahora no recuerdo quién fue el que lo dijo, pero a niveles populares se entendió casi como una ofensa personal de los «poderosos» al «pueblo». Y aquí entra la reflexión barata y demagógica del «mientras ellos no se privan de nada, recomiendan para los demás lo que ellos no quieren» que he oído de varias bocas en las últimas semanas. De hecho se ha convertido en uno de los temas de conversación en cafeterías.
Y si hablamos de cafeterías, hablamos del famoso asunto de las propinas. El comentario de Pedro Solbes parece que no ha sentado bien en el gremio de la hostelería. Quizás la forma tan gráfica que tuvo el vicepresidente económico de exponer la falta de concienciación ante el euro no fue la más adecuada. Y precisamente por ser tan gráfica se ha quedado como un tema anecdótico y superficial. Pero debajo subyace una reflexión que creo que es bastante acertada sobre el euro y lo que su implantación ha supuesto para nuestros bolsillos. Nadie puede negar que aún no somos plenamente conscientes del valor de la moneda común. Vale, de acuerdo que todos sabemos que son 166,386 pesetas de 2001, pero en nuestro día a día no lo pensamos fríamente. No pensamos que un café supera en la mayoría de los establecimientos las 150 pesetas. Un periódico cuesta las 166 pesetas de un euro, una entrada de cine (en Zamora) más de 650 pesetas y que cada pequeño billete de 5 euros son casi lo mismo que el antiguo de 1000 pesetas. Las entradas de los cotillones de fin de año se acercan a las 8000. Poquísima gente se para a pensar en el dinero que paga a diario y, la verdad, a veces es mejor no hacerlo.
Hay muchos más ejemplos que podría mencionar, muchos sobre recomendaciones de sostenibilidad ecológica y seguridad vial, y que hacen aflorar a algunos esa tradición tan española que consiste en la crítica gratuita del estilo de «nadie tiene que decirme lo que tengo que hacer, porque yo sé lo que me conviene mejor que nadie». A la conclusión que quiero llegar es que un consejo no es una ley de obligado cumplimiento y que ese tipo de comentarios normalmente no se hacen gratuitamente. Está en nuestra mano seguirlos o no. Pero me da la impresión de que cualquier nimiedad será utilizada como arma de guerra. Y estoy bastante harto de que esto ocurra.
Había oído hablar mucho de ellas, me habían contado muchas cosas, pero no podía escribir sobre ellas hasta que no las viera personalmente. Y esa ha sido una de las primeras cosas que he hecho al llegar a Zamora. En realidad me las encontré de camino hacia casa. Era ya noche cerrada y he de reconocer que me impresionaron esos focos al más puro estilo de los de los campos de fútbol y que «abrazan» maternalmente la plaza de Alemania. Coomonte ha ejecutado una de sus obras más… inclasificables, que yo calificaría benevolentemente como de enigmático futurismo.
Aunque me cueste, voy a hablar en serio. En realidad las farolas en sí no me parecen mal, pero como suele ocurrir, nuestro querido ayuntamiento no acierta con las ubicaciones adecuadas para el mobiliario urbano. Por su tamaño y su forma parecen diseñadas para ser emplazadas en lugares abiertos. La plaza de Alemania desde luego no lo es. Está rodeada por edificios de considerable altura que encajonan la glorieta. El añadir unas farolas como éstas acentúan esta sensación. Ahora la plaza parece más pequeña y angosta. En cuanto al color, quizás pintadas de un tono claro ganarían mucho… En fin, intercambiando opiniones parece que estas impresiones mías son bastante comunes entre los zamoranos.
Las navidades son una de mis épocas del año favoritas para ver películas, muchas películas. Me ha parecido buena idea hacer algunas recomendaciones para estos días tan especiales. La selección es un poco precipitada, pero todas tienen algo de navideñas, o al menos a mí me lo parece. También he elegido aquellas que, siendo de mis favoritas, no he hablado nunca de ellas.
Estas son mis sugerencias:
‘Fanny y Alexander‘ (1982). La última gran película de Ingmar Bergman es una mezcla de suntuosidad y siniestra fantasía. Los temas que aparecen en toda la filmografía del realizador sueco también están aquí.
‘Plácido’ (1961). Uno de los clásicos de nuestro cine y quizás de lo mejor de Berlanga. ‘Plácido’ nos invita a echar un vistazo no sin cierta nostalgia a las navidades que vivían nuestros abuelos. Humor, crítica social y los grandes actores de la comedia española.
‘Entrevista con el Vampiro’ (1994). Un poco de terror para la Navidad y una de las mejores películas de Neil Jordan.
‘El Secreto de la Pirámide’ (1985). Una película fantástica para todos los públicos. Un Sherlock Holmes adolescente investiga su primer caso en el Londres victoriano. Hace mucho que no la veo y ya tengo ganas.
‘Doctor Zhivago’ (1965). La Rusia de la revolución bolchevique es el escenario de esta gran superproducción de David Lean basada en la novela de Boris Pasternak. Una historia de amor atemporal (e invernal). Geniales Julie Christie y Omar Sharif.
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