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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
3 de agosto de 2009

2000-2009. Ecos de una década (I)

A la primera década del siglo XXI sólo le quedan cinco meses. No voy a entrar en discusiones bizantinas sobre si la década comienza con el siglo en 2001 o si por el contrario es con el cambio de los dos últimos dígitos. Convencionalmente las décadas siempre han comenzado en años redondos: 1980-1989, 1990-1999, etc, sí que he decidido que esta década que ahora termina comenzó en el ya lejano año 2000.

Me he entretenido rompiéndome la cabeza para elegir 50+50. Mis 50 canciones internacionales favoritas y mis otras 50 nacionales. En principio pensé que la tarea sería complicada, pero apoyándome en las listas nacionales de lo mejor de cada año y en mis recopilaciones de Muestra Musical (desde la 8 hasta la 80) había un punto de partida y una guía que hizo todo mucho más sencillo. Unas trescientas canciones pasaron la primera criba, y de ahí las cien finalistas. Son listas aún abiertas y sin orden. Puede que entren y salgan algunos temas. Hasta diciembre no las haré públicas, pero se me ha ocurrido la idea de ir dejando cada cierto tiempo algunos vídeos de esos temas que para mí son imprescindibles. No digo con esto que sean los mejores ni los más influyentes. Son simplemente mis favoritas y muchas veces los factores que entran en juego no son musicales, sino emocionales o que me traen buenos recuerdos al escucharla. Es una lista como la de cualquier otro, igual que las que podéis hacer vosotros. A esto hay que añadir que es la primera vez que puedo hacer esto sobre una década completa. Diez años siguiendo día a día, semana a semana, recopilatorio a recopilatorio, la actualidad musical del mundo independiente y eligiendo mis canciones favoritas de cada momento.

Este pequeño serial será un poco «guadiana». Aparecerá de vez en cuando y no tendrá ninguna periodicidad. Tampoco va a ser un repaso exhaustivo, porque no todas las canciones tienen videoclip ni pretendo llenar el blog de vídeos que hoy están y quizás mañana no. Para esta primera entrega os tengo preparados cuatro vídeos. El primero de ellos pertenence al tema ‘Mais pas chez moi’, incluido dentro del álbum ‘Spanked’ (2003), de la banda francesa A.S Dragon. Una formación bastante desconocida pero interesante. He estado detrás de este vídeo desde que salió el sencillo y por fin lo he podido ver completo en YouTube. Un indiscutible dentro de los 50 internacionales:

El segundo de los videoclips pertenence a la formación canadiense de chicas The Organ, tristemente disuelta el año pasado. En 2006 publicaron ‘Grab that Gun’, un excelente disco con reminiscencias siniestras y del rock británico de los ochenta. El tema ‘Brother’ es sencillamente brutal:

Seguimos en el país de la hoja de arce para presentar a Stars, un grupo con poco predicamento en España, pero que siempre ha tenido muy buenas críticas. En 2007 lanzaron su cuarto disco titulado ‘In Our Bedroom After the War’ que contenía una canción, ‘Bitches in Tokyo’ merecedora de ser una de mis favoritas del decenio:

Y para terminar, los barbudos filosófico-ecológico-tecnológico-sinfónicos de Grandaddy. La banda californiana cautivó a los indie kids del cambio de milenio con su segundo trabajo ‘The Sophware Slump’ (2000), un excepcional disco con muchas excepcionales canciones y entre ellas una de las cumbres: ‘Hewlett’s Daughter’:

En el próximo episodio, cuatro videoclips nacionales de la década.

1 de agosto de 2009

El Walkman, treintañero y obsoleto

El 1 de julio de 1979, Sony puso a la venta en el mercado japonés el primer Walkman, el TPS-L2. Aquel modelo inauguraría una serie de exitosos aparatos y un nuevo concepto: llevar la música a todas partes. Un concepto que llega hasta nuestros días con sus herederos naturales los reproductores mp3. Este primer y legendario Walkman, una caja plateada, azul, fue sólo el primer paso… O quizás el segundo, porque hay cierta polémica sobre el origen de esta idea revolucionaria. En 1972, el inventor germano-brasileño Andreas Pavel desarrolló el Stereobelt (el «cinturón estéreo»), que patentó en 1977. Aunque Pavel ofreció su invento a algunos de los principales fabricantes de electrónica de consumo de la época (Philips, Grundig y Yamaha), estos lo rechazaron asegurando que nunca nadie se pondría auriculares en público para escuchar música. Un error antológico. Sony le copió, aunque no lo reconoció hasta 1986. Desde entonces el inventor recibe royalties por cada Walkman vendido, pero nunca consiguió que se le reconociera la autoría del sistema. La compañía japonesa llegó en 2003 a un acuerdo extrajudicial (supongo que multimillonario) para terminar con el litigio.

Sony consiguió lo que las compañías a las que visitó Pavel con su Stereobelt no veían claro. Hoy nos parece de lo más normal. Todo el mundo lleva cascos por la calle, pero en 1979 ponerse un auricular de diadema en público a la vista de todos era algo inaudito. Por supuesto sólo era algo cultural. Tras una enorme campaña de marketing, en unos pocos años comenzaron a verse a lo largo y ancho del planeta a practicantes de footing y a paseantes con esos auriculares y un cordoncito conectado a una caja.

Yo tuve mi primer Walkman Sony en 1990. Era un aparato de lo más sencillo. No tenía sintonizador de radio y su tamaño era bastante reducido, prácticamente del tamaño de las cassettes. Lo tuve conmigo muy poco tiempo, aunque le di un uso intensivo. Al año siguiente me compré otro Walkman Sony, esta vez con radio. Unos años después me pasé a Aiwa, un aparato muy bueno y robusto que me acompañó hasta que tuve mi primer reproductor mp3 en 2001. De hecho lo seguí utilizando para escuchar la radio hasta hace cuatro o cinco años.

Visto con ojos de 2009, el Walkman de cassette estaba lleno de incovenientes. A la ya escasa calidad de sonido de las cintas había que unirle su gran consumo eléctrico puesto que tenía que mover un motor con todas sus partes mecánicas. Y es precisamente la mecánica lo que lo hacía mucho más frágil y sensible a los golpes que los actuales reproductores mp3. En ocasiones, las cintas se reproducían más lentamente de lo normal por falta de fuerza en el motor (sobre todo las de 90 minutos, que tenían que soportar más arrastre). Personalmente era una cosa que no soportaba y uno de los motivos por los que dejé de escuchar cassettes en el Walkman y a cogerles un poco de manía.

Buscando en la hemeroteca de La Vanguardia, me he econtrado con un curioso artículo publicado en el ejemplar del día 17 de marzo de 1981 y que se titulaba «Con la música en la oreja» y con el llamativo subtítulo de «El estéreo del bolsillo, la nueva moda en todo el mundo occidental»:

Con la invención de este curioso «gadget», la industria japonesa ha desatado una verdadera revolución, probablemente sin proponérselo. En principio se trata simplemente de la puesta a punto, evolucionada, de un aparato lector de cassettes, de bolsillo, conectado a un auricular ultraligero. Todo ello miniaturizado al máximo y capaz de llevar directamente al oído, en estéreo, la clase de música que elija el usuario, sin que trascienda el sonido al exterior. Y tan perfectamente logrado que es una auténtica joya de la técnica sonora.

28 de julio de 2009

El negocio está en las vacunas

Los medios de comunicación nos marcan a diario lo que importa y lo que no. De lo que hemos de asustarnos y lo que no tiene la menor importancia. Lo que no aparece en los medios no existe y su frecuencia de aparición, siguiendo este mismo razonamiento, es una forma de medir su importancia. Así es desde que los medios de comunicación son masivos y llegan a todos. La llegada de nuevas formas de información no han mermado este fenómeno salvo algunas excepciones. Me refiero a la desproporcionada cobertura que la evolución de la llamada gripe A está teniendo en radios, televisiones y prensa de todo el mundo, contando una a una las víctimas mortales de la enfermedad, sus antecedentes y el lugar donde ha ocurrido el triste acontecimiento. Pero esta entrada tampoco trata exactamente sobre el H1N1.

Ayer, la Ministra de Sanidad y Política Social Trinidad Jiménez anunció los grupos «de riesgo» que serán vacunados con los 37 millones de dosis que ya están encargadas y también que estas vacunaciones tendrán lugar en otoño. Los principales laboratorios farmaceúticos Novartis, Roche o GlaxxoSmithKline se han lanzado a una carrera contra el reloj para desarrollar y producir masivamente los aproximadamente 800 millones de dosis que comprarán cinco países del mundo. No deja de ser alarmante y algo obscena la rapidez (cuestión de meses) con la que se ha desarrollado una vacuna que va a ser aplicada de forma masiva. Alarmante porque me da la impresión (ojo, y es sólo una impresión personal) de que proceso de elaboración del medicamento está siendo demasiado precipitado y quizás se corra el riesgo de que, o bien no sea suficientemente efectiva, o tenga efectos secundarios poco deseables. Y obscena porque esta premura se debe principalmente a razones económicas. Ya se están frotando las manos pensando en los cientos de millones de euros que están en juego. De hecho, el laboratorio Roche ha anunciado que las ventas de su Tamiflu han aumentado un 203% a pesar de que no es un medicamento específicamente creado (aunque parece que efectivo) para combatir el H1N1.

Yo no tengo duda de que los laboratorios se están aprovechando del estado generalizado de hipersensibilidad que los medios y los gobiernos han creado en la población a fuerza de machacar un día sí y otro también (y con esto volvemos al argumento de partida) con noticias sobre la gripe A. Una enfermedad que, como se ha dicho en repetidas ocasiones, no es más que una gripe corriente, quizás algo más contagiosa, pero mucho más debilitada que la que nos amenaza todos los inviernos. La mejor forma de combatir esta hipersensibilidad es mantenerse informados: saber qué es y cómo se comporta el virus, sus efectos reales, su prevención (la misma que una gripe normal) y su cura (ídem). Me da la impresión de que las vacunas no son contra el H1N1, sino contra la ansiedad de una sociedad cada vez más histérica y ávida de catástrofes.

27 de julio de 2009

Las Listas Robinson

Hay pocas cosas que sienten peor que una llamadita de telemarketing a la hora de la comida (o peor, a la hora de la siesta) donde el telefonista de la compañía de turno nos suelta una sarta de ofertas a las que nunca se le presta atención. Dependiendo de cómo tenga el día le contesto amablemente diciendo que no me interesa, directamente cuelgo el teléfono, digo de malas maneras que no me vuelvan a llamar y de paso me deshago del estrés laboral diario (que es mucho, no se crean) o, si tengo el día simpático dejo el aparato descolgado para que el/la operador/a/maquinita de turno suelte su telefónica parrafada.

Desde hace algún mes que otro tenemos otra opción que quizás sea la definitiva. Se trata de las Listas Robinson. Las Listas Robinson son unas bases de datos donde se almacenan aquellos usuarios que no quieren recibir comunicaciones comerciales por medio de correo electrónico, SMS, FAX, teléfono o correo postal. Estas listas fueron creadas en 1993, aunque ha sido hace poco cuando han comenzado a popularizarse gracias a internet. El pasado mes de junio comenzó a funcionar la web listasrobinson.es, una iniciativa de la Federación Española de Comercio Electrónico y Marketing Directo y de la Agencia Española de Protección de Datos. Esta web viene a cubrir la exigencia del Real Decreto 1720/2007 de 21 de diciembre que desarrolla la ya veterana Ley Orgánica 15/1999 de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal. Es en este reglamento donde se redefine el mecanismo de las Listas Robinson y su acceso universal por parte de las empresas y los consumidores, dando sentido concreto y práctico a los derechos de cancelación y rectificación de nuestros datos públicos.

Yo me registré a primeros del mes de julio. El servicio es sencillo de utilizar y permite añadir varias direcciones postales, de correo electrónico, números de teléfono fijo y de teléfono móvil. En teoría, rellenando esos datos dejaremos de recibir cualquier tipo de comunicacion comercial con quienes no tengamos relación directa (por contrato). Lo cierto, y es lamentable decirlo, desde el día de mi registro ya he recibido tres o cuatro llamadas a mi teléfono fijo de casa. El servicio da la posibilidad de enviar un correo electrónico directamente a la compañía responsable para solicitar la baja personalmente. Eso hice con Orange (en la lista aparece como France Telecom España), pero no con Jazztel (Jazz Telecom). Por lo que he podido averiguar, la empresa no se ha apuntado voluntariamente a este servicio, con lo que no podemos enviarle el correo electrónico para solicitar la baja.

Con todo esto, sólo puedo decir, ¿vale para algo la Lista Robinson? ¿Alguien sabe alguna manera de borrarse de TODAS las empresas? ¿Qué hago si me vuelven a llamar?

25 de julio de 2009

Más allá de Second Life

No sé por qué azares del destino me decidí a volver a Second Life casi dos años después de certificar su declive. El descarado mercantilismo, la exagerada cobertura en los medios, que tal vez por puro desconocimiento quiso ver más allá de lo que en realidad era, conduciría posteriormente a una decepción en masa. En aquel artículo sobre la decadencia de Second Life aludía a lo dicho por David de Ugarte en su blog al respecto. El caso es que he vuelto a entrar con un personaje nuevo. Es verdad que sigue entrando gente nueva, pero la cosa definitivamente no ha cuajado. Demasiadas zonas privadas, demasiada gente a la caza del dinero fácil y poco (o nada) auténticamente interesante que ver o que hacer. Coincidiendo con este retorno mío a los cibermundos, vuelvo a encontrarme con un artículo con la siempre estimable firma de De Ugarte que trata sobre estos mundos virtuales.

Después del mero «juguete» que supuso Second Life, muchas empresas, y muy serias, siguen investigando y desarrollando dentro del mundo de los universos virtuales y de la realidad virtualizada. En el ámbito hispano destaca Hispagrid, una comunidad (o según sus palabras «un grupo de pirados») que entiende el futuro de internet como una interacción en un mundo tridimensional artificial, siempre bajo la filosofía del código abierto. Es, como vemos, un paso natural (quizás muy aventurado todavía) que nos conduce hacia una nueva forma de entender la comunicación con los demás y la prestación de servicios.

Existen varias herramientas de código abierto que nos permiten jugar un poco con esto de los mundos virtuales, pero la que por el momento se lleva la palma por su versatilidad y modularidad es OpenSim, un servidor de aplicaciones tridimensionales que nos proporciona todo lo necesario para desarrollar en un entorno 3D. Más allá de ser una mera curiosidad, OpenSim puede ser útil para crear entornos de realidad virtualizada, a través de los cuales se reproduzcan modelos virtuales parciales de la realidad para poder interactuar con ellos en lugar de con los reales o bien que sirvan como ayuda para comprender y gestionar mejor grandes cantidades de datos. Las aplicaciones dentro de la ciencia, la ingeniería o la medicina pueden ser casi infinitos.

23 de julio de 2009

Jugando a SimCity 4

Lo primero que he de decir es que la saga de juegos de SimCity nunca han conseguido engancharme hasta ahora. Pero por alguna extraña razón, la cuarta entrega la serie, SimCity 4 Deluxe con la expansión Rush Hour me está manteniendo pegado a la pantalla del ordenador más de lo habitual (que normalmente es mucho menos tiempo del que os imagináis). Todo comenzó hace un par de semanas cuando cayó en mis manos por misterios del destino la versión para Mac. Llevaba algún tiempo queriendo probarlo, por simple curiosidad o por ver si me enganchaba. Hace años (el juego es de 2004) probé la versión para PC y creo que no duré ni cinco minutos con él. Siempre comparé el SimCity con su «hermano pequeño», el Transport Tycoon, mucho más jugable, más simple, menos «estresante» y con el que sí que he pasado muchísimas horas jugando.

SimCity es un videojuego que nació de la privilegiada cabeza del programador norteamericano Will Wright, un apasionado de la simulación. La primera versión de SimCity fue publicada en 1989 por su propia empresa, Maxis, aunque el desarrollo original data de 1985 y se realizó sobre un ordenador Commodore. El éxito les llevó a publicar una nueva versión, SimCity 2000 (1993), más compleja y con un escenario tridimensional. La tercera secuela llegaría en 1999. SimCity 3000 mejoraba notablemente a sus anteriores tanto en jugabilidad, complejidad y por supuesto, en gráficos. El resto es historia…

Dudo mucho que a estas alturas de la jugada, alguien no sepa de qué va SimCity. En cualquier caso lo comentaré a grandes rasgos. Encarnamos a un alcalde que ha de gestionar una ciudad en todos sus aspectos, desde los suministros básicos de agua y electricidad, el control del presupuesto y los impuestos, las relaciones de vencidad con las ciudades limítrofes hasta la gestión del medio ambiente. No es, desde luego, un videojuego sencillo. Requiere un tiempo hacerse con todas las opciones y es casi obligatorio seguir algunos de los tutoriales con que cuenta el juego. Cuanto más grande sea nuestra ciudad, más problemas tendremos, más difícil será mantener la seguridad ciudadana o evitar las zonas degradadas con nuestro limitado presupuesto. Para hacer más fácil la tarea contamos con varios asesores que nos aconsejarán sobre lo que podemos hacer para mejorar o solucionar los problemas que se nos van presentando.

Aunque es muy bueno, SimCity 4 tiene muchas cosas que no me gustan. La principal de ellas es que está orientado hacia ciudades norteamericanas, con lo que el aspecto y la filosofía general que se le imprime a la gestión a las ciudades nos son muy poco familiares. También se echa de menos alguna opción para poder negociar, por ejemplo, con el coste de los terrenos y ganar así un dinero extra o una mejor gestión de la relación con los vecinos… En fin. Son detalles que no impiden disfrutar horas y horas…

22 de julio de 2009

Gibraltar, los patriotas y un poco de historia

Hay algunos temas que cada cierto tiempo vuelven a la actualidad impulsada por algún acontecimiento. Eso es lo que ocurre con el llamado contencioso de Gibraltar. En este caso las noticias y los gestos se tiñen de cierto patriotismo obligatorio que nos conmina a muchos a defender que el peñón es español. Ese patriotismo de mala gana se convierte en patrioterismo de garrafón para algunos (todos sabemos quiénes) y que les sirve, además de para llenar programas de radio y televisión y páginas de la prensa y para erigirse en jueces de la españolidad y decidir los que son buenos patriotas y los que no. Pero lo cierto es que, más allá de todo esto, Gibraltar es una tierra vecina, y estamos obligados a llevarnos lo mejor posible con ellos, más que nada por el bien de todas las poblaciones circundantes. El aislamiento jamás conduce a nada bueno. Por eso la visita del Ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación Miguel Ángel Moratinos no sólo es oportuna, sino necesaria. «Cooperación» pone en su cartera ministerial. Pues cooperemos.

Ya que estamos con Gibraltar, nunca está de más recordar la historia reciente de este pedazo de tierra. Nos tenemos que remontar hasta 1704, en plena guerra de sucesión española, por la que entraron en litigio dos bandos, uno favorable a Felipe V (Borbón) y otro partidario del Archiduque Carlos de Austria. En este contexto, fuerzas navales inglesas y holandesas desembarcan y conquistan el peñón. Ambos ejércitos luchaban a favor del Archiduque, y en su nombre tomaron la roca. Los habitantes locales, fieles a Felipe V, huyeron hacia otras poblaciones cercanas. Años después, en el Tratado de Utrecht (1713), Gibraltar pasó definitivamente a ser una posesión inglesa. En su artículo X se dice:

El Rey Católico, por sí y por sus herederos y sucesores, cede por este Tratado a la Corona de la Gran Bretaña la plena y entera propiedad de la ciudad y castillo de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen, dando la dicha propiedad absolutamente para que la tenga y goce con entero derecho y para siempre, sin excepción ni impedimento alguno.

A cambio, todos los países firmantes reconocían la legitimidad de Felipe V como rey de España. Se firmó el Tratado. Gibraltar y Menorca permanecerían como colonias británicas y, mientras Menorca fue cedida por los ingleses en 1802, con Gibraltar no ocurrió así. Pero desde luego fue una firma voluntaria que, aunque legitimó una conquista por la fuerza (como por otra parte ha habido muchas en la historia), quedó ratificada sobre el papel. Los británicos fueron más listos que nosotros y supieron jugar muy bien sus bazas y sus alianzas internacionales. Ni más ni menos. En cuanto al futuro de la colonia, soy muy escéptico. Creo que la posición ventajosa y los privilegios que disfrutan los gibraltareños les hace (con razón) no querer oír ni una palabra sobre su anexión a España. Quizás llegue un día en que la metrópoli deje vía libre y Gibraltar se convierta en un estado plenamente independiente.



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