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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
27 de julio de 2009

Las Listas Robinson

Hay pocas cosas que sienten peor que una llamadita de telemarketing a la hora de la comida (o peor, a la hora de la siesta) donde el telefonista de la compañía de turno nos suelta una sarta de ofertas a las que nunca se le presta atención. Dependiendo de cómo tenga el día le contesto amablemente diciendo que no me interesa, directamente cuelgo el teléfono, digo de malas maneras que no me vuelvan a llamar y de paso me deshago del estrés laboral diario (que es mucho, no se crean) o, si tengo el día simpático dejo el aparato descolgado para que el/la operador/a/maquinita de turno suelte su telefónica parrafada.

Desde hace algún mes que otro tenemos otra opción que quizás sea la definitiva. Se trata de las Listas Robinson. Las Listas Robinson son unas bases de datos donde se almacenan aquellos usuarios que no quieren recibir comunicaciones comerciales por medio de correo electrónico, SMS, FAX, teléfono o correo postal. Estas listas fueron creadas en 1993, aunque ha sido hace poco cuando han comenzado a popularizarse gracias a internet. El pasado mes de junio comenzó a funcionar la web listasrobinson.es, una iniciativa de la Federación Española de Comercio Electrónico y Marketing Directo y de la Agencia Española de Protección de Datos. Esta web viene a cubrir la exigencia del Real Decreto 1720/2007 de 21 de diciembre que desarrolla la ya veterana Ley Orgánica 15/1999 de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal. Es en este reglamento donde se redefine el mecanismo de las Listas Robinson y su acceso universal por parte de las empresas y los consumidores, dando sentido concreto y práctico a los derechos de cancelación y rectificación de nuestros datos públicos.

Yo me registré a primeros del mes de julio. El servicio es sencillo de utilizar y permite añadir varias direcciones postales, de correo electrónico, números de teléfono fijo y de teléfono móvil. En teoría, rellenando esos datos dejaremos de recibir cualquier tipo de comunicacion comercial con quienes no tengamos relación directa (por contrato). Lo cierto, y es lamentable decirlo, desde el día de mi registro ya he recibido tres o cuatro llamadas a mi teléfono fijo de casa. El servicio da la posibilidad de enviar un correo electrónico directamente a la compañía responsable para solicitar la baja personalmente. Eso hice con Orange (en la lista aparece como France Telecom España), pero no con Jazztel (Jazz Telecom). Por lo que he podido averiguar, la empresa no se ha apuntado voluntariamente a este servicio, con lo que no podemos enviarle el correo electrónico para solicitar la baja.

Con todo esto, sólo puedo decir, ¿vale para algo la Lista Robinson? ¿Alguien sabe alguna manera de borrarse de TODAS las empresas? ¿Qué hago si me vuelven a llamar?

25 de julio de 2009

Más allá de Second Life

No sé por qué azares del destino me decidí a volver a Second Life casi dos años después de certificar su declive. El descarado mercantilismo, la exagerada cobertura en los medios, que tal vez por puro desconocimiento quiso ver más allá de lo que en realidad era, conduciría posteriormente a una decepción en masa. En aquel artículo sobre la decadencia de Second Life aludía a lo dicho por David de Ugarte en su blog al respecto. El caso es que he vuelto a entrar con un personaje nuevo. Es verdad que sigue entrando gente nueva, pero la cosa definitivamente no ha cuajado. Demasiadas zonas privadas, demasiada gente a la caza del dinero fácil y poco (o nada) auténticamente interesante que ver o que hacer. Coincidiendo con este retorno mío a los cibermundos, vuelvo a encontrarme con un artículo con la siempre estimable firma de De Ugarte que trata sobre estos mundos virtuales.

Después del mero «juguete» que supuso Second Life, muchas empresas, y muy serias, siguen investigando y desarrollando dentro del mundo de los universos virtuales y de la realidad virtualizada. En el ámbito hispano destaca Hispagrid, una comunidad (o según sus palabras «un grupo de pirados») que entiende el futuro de internet como una interacción en un mundo tridimensional artificial, siempre bajo la filosofía del código abierto. Es, como vemos, un paso natural (quizás muy aventurado todavía) que nos conduce hacia una nueva forma de entender la comunicación con los demás y la prestación de servicios.

Existen varias herramientas de código abierto que nos permiten jugar un poco con esto de los mundos virtuales, pero la que por el momento se lleva la palma por su versatilidad y modularidad es OpenSim, un servidor de aplicaciones tridimensionales que nos proporciona todo lo necesario para desarrollar en un entorno 3D. Más allá de ser una mera curiosidad, OpenSim puede ser útil para crear entornos de realidad virtualizada, a través de los cuales se reproduzcan modelos virtuales parciales de la realidad para poder interactuar con ellos en lugar de con los reales o bien que sirvan como ayuda para comprender y gestionar mejor grandes cantidades de datos. Las aplicaciones dentro de la ciencia, la ingeniería o la medicina pueden ser casi infinitos.

23 de julio de 2009

Jugando a SimCity 4

Lo primero que he de decir es que la saga de juegos de SimCity nunca han conseguido engancharme hasta ahora. Pero por alguna extraña razón, la cuarta entrega la serie, SimCity 4 Deluxe con la expansión Rush Hour me está manteniendo pegado a la pantalla del ordenador más de lo habitual (que normalmente es mucho menos tiempo del que os imagináis). Todo comenzó hace un par de semanas cuando cayó en mis manos por misterios del destino la versión para Mac. Llevaba algún tiempo queriendo probarlo, por simple curiosidad o por ver si me enganchaba. Hace años (el juego es de 2004) probé la versión para PC y creo que no duré ni cinco minutos con él. Siempre comparé el SimCity con su «hermano pequeño», el Transport Tycoon, mucho más jugable, más simple, menos «estresante» y con el que sí que he pasado muchísimas horas jugando.

SimCity es un videojuego que nació de la privilegiada cabeza del programador norteamericano Will Wright, un apasionado de la simulación. La primera versión de SimCity fue publicada en 1989 por su propia empresa, Maxis, aunque el desarrollo original data de 1985 y se realizó sobre un ordenador Commodore. El éxito les llevó a publicar una nueva versión, SimCity 2000 (1993), más compleja y con un escenario tridimensional. La tercera secuela llegaría en 1999. SimCity 3000 mejoraba notablemente a sus anteriores tanto en jugabilidad, complejidad y por supuesto, en gráficos. El resto es historia…

Dudo mucho que a estas alturas de la jugada, alguien no sepa de qué va SimCity. En cualquier caso lo comentaré a grandes rasgos. Encarnamos a un alcalde que ha de gestionar una ciudad en todos sus aspectos, desde los suministros básicos de agua y electricidad, el control del presupuesto y los impuestos, las relaciones de vencidad con las ciudades limítrofes hasta la gestión del medio ambiente. No es, desde luego, un videojuego sencillo. Requiere un tiempo hacerse con todas las opciones y es casi obligatorio seguir algunos de los tutoriales con que cuenta el juego. Cuanto más grande sea nuestra ciudad, más problemas tendremos, más difícil será mantener la seguridad ciudadana o evitar las zonas degradadas con nuestro limitado presupuesto. Para hacer más fácil la tarea contamos con varios asesores que nos aconsejarán sobre lo que podemos hacer para mejorar o solucionar los problemas que se nos van presentando.

Aunque es muy bueno, SimCity 4 tiene muchas cosas que no me gustan. La principal de ellas es que está orientado hacia ciudades norteamericanas, con lo que el aspecto y la filosofía general que se le imprime a la gestión a las ciudades nos son muy poco familiares. También se echa de menos alguna opción para poder negociar, por ejemplo, con el coste de los terrenos y ganar así un dinero extra o una mejor gestión de la relación con los vecinos… En fin. Son detalles que no impiden disfrutar horas y horas…

22 de julio de 2009

Gibraltar, los patriotas y un poco de historia

Hay algunos temas que cada cierto tiempo vuelven a la actualidad impulsada por algún acontecimiento. Eso es lo que ocurre con el llamado contencioso de Gibraltar. En este caso las noticias y los gestos se tiñen de cierto patriotismo obligatorio que nos conmina a muchos a defender que el peñón es español. Ese patriotismo de mala gana se convierte en patrioterismo de garrafón para algunos (todos sabemos quiénes) y que les sirve, además de para llenar programas de radio y televisión y páginas de la prensa y para erigirse en jueces de la españolidad y decidir los que son buenos patriotas y los que no. Pero lo cierto es que, más allá de todo esto, Gibraltar es una tierra vecina, y estamos obligados a llevarnos lo mejor posible con ellos, más que nada por el bien de todas las poblaciones circundantes. El aislamiento jamás conduce a nada bueno. Por eso la visita del Ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación Miguel Ángel Moratinos no sólo es oportuna, sino necesaria. «Cooperación» pone en su cartera ministerial. Pues cooperemos.

Ya que estamos con Gibraltar, nunca está de más recordar la historia reciente de este pedazo de tierra. Nos tenemos que remontar hasta 1704, en plena guerra de sucesión española, por la que entraron en litigio dos bandos, uno favorable a Felipe V (Borbón) y otro partidario del Archiduque Carlos de Austria. En este contexto, fuerzas navales inglesas y holandesas desembarcan y conquistan el peñón. Ambos ejércitos luchaban a favor del Archiduque, y en su nombre tomaron la roca. Los habitantes locales, fieles a Felipe V, huyeron hacia otras poblaciones cercanas. Años después, en el Tratado de Utrecht (1713), Gibraltar pasó definitivamente a ser una posesión inglesa. En su artículo X se dice:

El Rey Católico, por sí y por sus herederos y sucesores, cede por este Tratado a la Corona de la Gran Bretaña la plena y entera propiedad de la ciudad y castillo de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen, dando la dicha propiedad absolutamente para que la tenga y goce con entero derecho y para siempre, sin excepción ni impedimento alguno.

A cambio, todos los países firmantes reconocían la legitimidad de Felipe V como rey de España. Se firmó el Tratado. Gibraltar y Menorca permanecerían como colonias británicas y, mientras Menorca fue cedida por los ingleses en 1802, con Gibraltar no ocurrió así. Pero desde luego fue una firma voluntaria que, aunque legitimó una conquista por la fuerza (como por otra parte ha habido muchas en la historia), quedó ratificada sobre el papel. Los británicos fueron más listos que nosotros y supieron jugar muy bien sus bazas y sus alianzas internacionales. Ni más ni menos. En cuanto al futuro de la colonia, soy muy escéptico. Creo que la posición ventajosa y los privilegios que disfrutan los gibraltareños les hace (con razón) no querer oír ni una palabra sobre su anexión a España. Quizás llegue un día en que la metrópoli deje vía libre y Gibraltar se convierta en un estado plenamente independiente.

16 de julio de 2009

Tocándonos las narices

El pasado lunes se celebró el seminario «El impacto de la crisis en el sistema de protección social» en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo (UIMP) de Santander. El Secretario de Estado de Seguridad Social, Octavio Granado, que fue uno de los ponentes, hizo unos comentarios que así leídos son tan ofensivos como verdaderos. Lo chocante es que provengan del propio Gobierno. Dijo literalmente que «Contratamos para ocho horas sabiendo que van a estar cuatro tocándose las narices y luego cuatro trabajando, porque realmente el trabajo que necesitamos es de cuatro horas.». Desconozco el contexto el que fue dicha la frase, pero en cualquier caso estoy absolutamente de acuerdo con él. Los que estamos dentro conocemos algunos casos en los que la plantilla, o bien está sobredimensionada, o bien no se tiene la suficiente carga de trabajo para la creación de un puesto.

Una vez dicho esto, yo me pregunto: ¿Y de quién es la culpa? Yo lo tengo claro: de la planificación. Dentro de la Administración hay destinos «ingratos» porque conllevan horarios poco amigables o una cantidad de trabajo excesiva, mientras en otros sobra personal. ¿Qué hace falta? Procesos de selección mucho más racionales y ajustados a los puestos a desempeñar. Más especialización. Y posiblemente también escuchar más a quienes estamos al final de la cadena. Precisamente, en un comentario del artículo de Expansión sobre esta noticia, se daba la clave: «Y si quieren tener funcionarios trabajadores busquen los jefes adecuados, hagan las oposiciones adecuadas y organicen adecuadamente. En la empresa privada se puede hacer y en la Administración también. Sin fastidiar a nadie que no lo merezca. Gente dinámica y capaz de no levantar envidias ni recelos porque vale y aprecia a los demás EXISTE. Y capaz de mejorar y mucho un equipo, EXISTE».

De todos modos Celestino Corbacho, Ministro de Trabajo e Inmigración (o sea, el «jefe» de Granado), ha salido al paso para desmentirle. Tampoco es quién para hacerlo. Aquí quien tiene competencias al respecto es el Presidente del Gobierno, la Vicepresidenta Primera y Ministra de Presidencia y la Secretaria de Estado para la Administración Pública. De todos modos, la polémica reflexión sobre jornadas a tiempo parcial no parece tan descabellada, siempre y cuando se desarrolle en unas condiciones y unas garantías laborales adecuadas y con la posibilidad de optar a otro tipo de puestos a jornada completa. Ya sólo nos faltaba que la precariedad laboral invadiera también la Administración. Nadie entendería que el sueño de todo liberal que se precie lo ejecutara un gobierno socialdemócrata. Esperemos que no sea precisamente este Ejecutivo el que degrade lo público. Sería una paradoja.

14 de julio de 2009

Honduras: La historia se repite otra vez

Por desgracia estamos acostumbrados ya a ver en las noticias la convulsa historia de América Latina. Vemos o escuchamos informaciones sobre guerras civiles, guerrillas, guerras civiles y otros con bastante indiferencia, sin pararnos a preguntarnos el por qué de esa situación. El último caso lo tenemos en Honduras. Han transcurrido ya dieciséis días desde que, el 28 de junio, el ejército hondureño irrumpió en el palacio presidencial y detuvo, para posteriormente deportar, al presidente democrático Manuel Zelaya Rosales (del tradicional Partido Liberal de Honduras). En su lugar ocupó el poder ¡otro compañero de su mismo partido!, Roberto Micheletti. Desde el punto de vista de las democracias europeas esto es inaudito.

El Partido Liberal de Honduras tiene, como su nombre indica, una orientación liberal (se entiende que económicamente), mientras que a nivel político y «moral» se acercaría más a un centro-derecha europeo. El espectro político hondureño es muy diferente a la de los países de nuestro entorno. Mientras que la derecha y el centro-derecha está sobredimensionado, en las últimas elecciones legislativas de 2005, la izquierda (la suma de los partidos Innovación y Unidad, que es algo así como la socialdemocracia del país, y Unificación Democrática) apenas alcanzó el 2% de todos los sufragios y 7 diputados de un total de 128. Todos estos datos los comento porque hay quien ha dicho que la razón principal del golpe de estado ha sido evitar que Zelaya se perpetuara en el poder y se convirtiera en el Hugo Chávez centroamericano y por tanto un gobernante «peligrosamente izquierdista».

Pero, evidentemente, las razones del golpe militar no son fáciles de averiguar. He leído algunos artículos sobre esas posibles causas, y, como suele pasar en estos casos, no hay una sola razón. Los partidarios de Micheletti aluden a la reforma de la Constitución de 1982 que pretendía llevar a cabo Zelaya. La Carta Magna del país sólo permite un mandato presidencial de cuatro años, tras lo cual no puede someterse a la reelección (lo dice el artículo 4º: «La alternabilidad en el ejercicio de la Presidencia de la República es obligatoria.»). En las próximas elecciones generales de noviembre, se aprovecharía para añadir una «cuarta urna» en la que se realizaría una consulta popular para el establecimiento de una Asamblea Constituyente que deliberara sobre la reforma de la máxima ley hondureña. Esa reforma consistiría básicamente en retirar la limitación de un mandato presidencial sin posibilidad de reelección. En principio no se trata de nada escandaloso. A mí por lo menos no me lo parece. ¿Qué país prohíbe la reelección presidencial al menos una segunda vez? Es verdad que las cosas no son tan sencillas. El propio Congreso aprobó, días antes del golpe, una ley que prohibía la consulta para la reforma constitucional. También se significó en el mismo sentido la Suprema Corte de Justicia. Por cierto, el mandato de Zelaya termina en enero de 2010. Esto significa que ni en el mejor de los casos, la Constitución estaría reformada para entonces. Zelaya nunca podría beneficiarse de esos cambios…

Hay razones más probables y más sutiles que aluden a las luchas de poder internas dentro del Partido Liberal, al mantenimiento un statu quo para unos pocos que es sinónimo de opacidad y tráfico de influencias en la vida política y administrativa, algo con lo que Zelaya quería acabar. Es decir, bajo una apariencia democrática, donde apenas hay alternativas al Partido Liberal (algo así como el Partido Revolucionario Institucional mexicano), Honduras es, de facto, una oligarquía, un estado políticamente endogámico donde hace muchos años que no entra aire fresco. Seguro que Manuel Zelaya no era la panacea para solucionar esta situación, pero abrió la caja de Pandora y sufrió las consecuencias.

11 de julio de 2009

Los Elegantes

La historia del pop-rock es casi siempre injusta y olvidadiza. Muchos de los grandes grupos que la forman han pasado sin pena ni gloria por la prensa musical y por nuestras cadenas de alta fidelidad. Sin saber exactamente por qué me he acordado de Los Elegantes, la banda madrileña de pop-rock, soul y r’n’b que desarrolló la mayor parte de su carrera en los ochenta. Eclipsados por otros grupos de mayor entidad y más promocionados por sus discográficas, Los Elegantes nunca cosecharon gran éxito comercial, pero nos dejaron un buen puñado de buenos temas que nunca es tarde para recuperar. Muchos los conocerán por ‘La calle del ritmo’, su gran hit y uno de los himnos segundones de la Movida, pero está claro que detrás de este tema hay muchos otros. He intentado conseguir toda la discografía, pero me ha sido imposible. Aún me faltan un par de ellos… Pero vamos con ello.

Los Elegantes nacieron en 1980 como una banda de inspiración sixtie y mod. De hecho fue uno de los principales representantes del movimiento junto con otras viejas glorias como Brighton 64, aunque siempre fueron mucho más permeables a otros estilos. Su primer trabajo en LP fue ‘Ponte Ya a Bailar’ (1984), un compendio de canciones pop (a veces power-pop), toques «rockistas» y algo de soul. Aparte de la ya mencionada ‘La calle del ritmo’, el disco tiene otros temas memorables como ‘Lo intento’ o ‘No importa dónde’. En 1985 lanzan su segundo trabajo, ‘Paso a Paso’, donde siguen la estela de su debut e incluyen un par de versiones. Mi favorita es ‘Soy tremendo’, versión del éxito de 1968 de Rocky Roberts ‘Sono tremendo’ y que desde años llevo en mi iPod. La otra versión es ‘Luisa se va’, reinterpretación del tema de los cincuenta de Richard Berry ‘Louie Louie’. ‘Los Gatos de mi Barrio’ (1987) y ‘Perder o Ganar’ (1989) serían sus siguientes trabajos, dos discos que no he podido conseguir… Saltando a 1990 y coincidiendo con su décimo aniversario, la banda publica un doble disco en directo llamado ‘En el Corazón de la Resaca’, donde sorprende escuchar a Julio Ruiz de ‘Disco Grande’ haciendo de maestro de ceremonias. Y así llegamos a lo que, hoy por hoy, es su último álbum de estudio con material original. Se trata de ‘A Fuego Lento’ (1991), un disco del que tengo algunos recuerdos de la época. Me acuerdo de haber escuchado en los Cuarenta Principales ‘Adiós al verano’ o ‘No soy tan duro’ (el mejor tema del disco para mí) y que sería su último sencillo.

Veintinueve años después de su formación, la influyencia de Los Elegantes quizás no sea evidente en los grupos pop de hoy día, pero no cabe duda de que formaciones de finales de los ochenta como Los Flechazos, recibieron (y posteriormente dulcificaron) buena parte de su herencia melódica como correligionarios del movimiento mod. La verdad es que la producción de sus discos, vista a día de hoy, nos parece bastante vieja por haber estado sometida a los vaivenes de las modas de cada época. Aún así siguen teniendo un buen puñado de canciones muy interesantes que nunca está de más rescatar.



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