Creo que me repito bastante cuando digo que tanto el cine alemán como las producciones para televisión están poco valoradas y poco vistas en España. Siempre que llega alguna de estas series de nueva factura que provienen del país centroeuropeo intento no perdérmela. Es complicado que me defrauden. En esta ocasión he visto ‘Babylon Berlin’, una obra producida por Sky con la colaboración de la televisión pública alemana ARD en las dos primeras temporadas y por Netlix en la tercera. La dirección corre a cargo del trío Tom Tykwer, Achim von Borries y Henk Handloegten. El ambiente del Berlín de entreguerras, en el que se comienza a atisbar la catástrofe que llegará, es un caldo de cultivo perfecto para una serie policiaca muy interesante. El argumento está basado en las novelas de Volker Kutscher, bastante exitosas en Alemania.
Berlín 1929. Gereon Rath es un policía llegado desde Colonia se incorpora a la plantilla de Berlín, una ciudad convulsa y efervescente donde política, música y arte se mezcla con la pobreza, la delincuencia común y el espionaje de las potencias extranjeras. En este mundo brutal y excesivo vive Charlotte Ritter, una colaboradora ocasional para la policía que sabe moverse bien en los bajos fondos. Ambos formarán una extraña pareja que intentará resolver varios asuntos complejos a la vez que lidian con sus vidas personales tan extremas como interesantes.
‘Babylon Berlin’ sabe mezclar perfectamente las dosis justas de humor, brutalidad, suspense, música e incluso historia –las continuas referencias al contexto de la época son inevitables–. Una capacidad de evocación y una ambientación que son prodigiosos y un trabajo de los actores que acompañan perfectamente a unos guiones bien estructurados, nada previsibles y originales. Es verdad que podrían haber sido algo menos encorsetados y teatrales, pero tal vez sea algo buscado. Por cierto, excelente banda sonora. Imprescindible. 8/10.
He terminado de ver la que para muchos es la serie del verano, incluso la serie del año. ‘L’effondrement’ es una discreta producción francesa de 2019, ideada y creada por el colectivo Les Parasites. Poco podían imaginarse por entonces que en este accidentado 2020 su guión iba a verse no como una distopía, sino casi como un reflejo de la actualidad –exagerada, eso sí–. Son ocho episodios no necesariamente ordenados cronológicamente –de hecho el último sería el primero–.
La historia que nos cuenta es lo que vemos a través de sus protagonistas y las situaciones que viven. Nada sabemos de la causa del fin del sistema establecido, aunque sospechamos algunas cosas. Supermercados que cierran de repente, cortes de luz, falta de suministro de productos, los sitemas bancarios que no aceptan las tarjetas de crédito de los clientes… Pequeñas cosas que por sí mismas no serían dignas de un argumento de ficción se van tejiendo una entre la otra hasta que nos hacemos una idea de lo que ha ocurrido, y lo que es más inquietante, lo que ocurrirá en el futuro inmediato.
Mucho se ha comentado el que los episodios están rodados en un solo plano secuencia. Para mí eso no aporta gran cosa ni es reseñable. Quizás le otorgue un plus de verosimilitud, pero el realismo no debería medirse en si hay o no cortes o planos y contraplanos. Respecto al contenido de los capítulos, el resultado es bastante irregular. Los tres primeros y el último sin duda son los mejores. Los otros cuatro me resultaron demasiado falsos, poco creíbles. En todo caso, aunque no es un ‘Black Mirror’ a la francesa, es una serie interesante. 7,5/10.
Paolo Sorrentino se ha revelado como uno de los directores actuales más originales. Cierto que eso no significa que tenga que gustar a todo el mundo. Su particular visión cosmológica de lo divino y lo humano, mezclándolo a veces o revistiéndolo de atractivos envoltorios no es siempre entendido. Y que conste que yo soy el primero que, viendo ‘La Grande Bellezza’ por primera vez, termina por quedarse con la carcasa y sólo en una segunda visión puede captarse todo el contenido, ya dejando de un lado los posibles artificios cinematográficos que con tanta habilidad usa (y abusa). Por aquí ya vimos la primera entrega de esta serie –en realidad otra serie diferente– ‘The Young Pope’ y sus polémicos giros de guión. Aquí, a lo largo de los nueve episodios, Sorrentino no cae tan radicalmente en ellos. El argumento, aunque sigue siendo original y atractivo, se hace más sólido y menos tramposo.
Tras caer en coma el papa Pío XIII, es elegido un nuevo pontífice ¿diferente?. Proveniente de la nobleza británica, Sir John Brannox, sofisticado, educado, amable y cercano, el nuevo papa Juan Pablo III tendrá que lidiar con la popularidad creciente de su predecesor. Mientras, el secretario de estado Voiello intentará gestionar la situación.
No hay duda de que Paolo Sorrentino continua generando obras únicas, polémicas (mucho en este caso) tocando temas como la religión, el mundo contemporáneo, el postmodernismo, los iconos pop o los dilemas morales (a veces falsos dilemas). Todo ello en un pastiche bastante entretenido y sorprendente con ánimo casi de musical (esos bailes al final de cada capítulo). A veces sainete y a veces filosofía profunda. Sorrentino puede tener una carrera irregular y no gustar a todos, pero es imposible negarle el talento para crear obras audiovisuales con sello propio. Por cierto, espectacular trabajo de John Malkovich, alma de la serie, sin el que nada sería igual. 8/10.
Hay todo un género en el mundo de las series dedicado a la tecnología, a su historia y a sus historias. Unas con más fortuna que otras, tenemos ‘Pirates of Silicon Valley’ (que nunca me entusiasmó), ‘Mr. Robot’ (de desarrollo desigual aunque entretenida) o la clave de comedia de ‘IT Crowd’ (una absoluta genialidad). Acabo de terminar las cuatro temporadas de diez capítulos cada una de ‘Halt and Catch Fire’, una producción estadounidense que comenzó a emitirse en 2014 y finalizó en 2017 con muy buenas críticas.
La serie cuenta la historia de cuatro personajes principales, Cameron Howe, una joven irreverente e inadaptada pero con grandes dotes para la informática y la programación, Joe McMillan, experto en ventas procedente de IBM que siempre busca el reverso comercial de cualquier cosa, Gordon Clark, el ingeniero friki que domina el mundo del hardware y John Bosworth, el clásico tejano con una visión algo anticuada de los negocios pero siempre eficaz tras algunos chistes. Todos irán evolucionando desde el reto de construir un ordenador portátil en 1983 hasta la era de internet. Una historia que dura 12 años, los 12 años más apasionantes de la informática, donde los ordenadores, las consolas y las redes conquistaron los hogares. El dilema entre mantener la independencia creativa y económica o venderse al capital empresarial y perder el alma.
Si puedo dar un consejo antes de comenzar a verla, os diré que sólo veáis las dos primeras temporadas y luego la abandonéis. No tengáis la tentación de seguir viendo un lento pero inexorable declive tanto en argumentos como en situaciones e incluso en el trabajo de actores. Da la sensación de que poco a poco se quedan sin argumentos, sin historia que contar hasta llegar a una segunda mitad de la última temporada en la que he estado a punto de tirar la toalla por puro aburrimiento. Una pena. 6,5/10.
Y por último, no puedo dejar de poner aquí la espectacular cabecera de la serie. Una obra maestra total.
Tras ‘1992’ y ‘1993’ llega ‘1994’. Sí, parece obvio, pero hablando de una serie de televisión, no lo es tanto. Cada temporada de esta producción italiana de argumento político hace referencia a un año crucial de la historia del país transalpino. El cierre de la que sin duda ha sido una de las mejores series europeas de la década nos ha dejado un poco fríos, algo decepcionados y pensando en que se podía haber hecho algo mejor que una conclusión de folletín barato. Fabbri, Rampoldi y Sardo parece que aquí se quedan sin ideas y, tras un comienzo bastante bueno –a la altura de las otras temporadas– comienza un descenso que en los dos últimos capítulos se hace bastante aburrido. Da la impresión de que esta vez la cosa no daba para más de cinco o seis entregas y el resto no es más que un relleno cutre.
En ‘1994’ se continua con la historia de Leonardo Notte, ahora como asesor de Berlusconi en Forza Italia. Veremos el ascenso de Il Cavaliere y sus devaneos con el partido ultraderechista Lega Nord, que necesitará para obtener su primera victoria. Es precisamente en la Lega donde seguimos viendo a Pietro Bosco, como subsecretario del Ministro del Interior. Y en medio de todo Veronica Castelo, diputada novata con ánimos de cambiar las leyes para mejorar la vida de las mujeres.
Para quienes seguimos esta producción desde el principio era necesario terminar el ciclo, pero quizás se ha hecho precipitadamente. La historia política italiana de los noventa daba para mucho más, así que cerrarlo así supongo que obedecerá a razones más allá de las artísticas. Una pena. 7/10.
La mayoría de las series nórdicas que vemos por aquí suelen ser de género policiaco, crimenes, etc, lo que conocemos como «nordic noir». En el caso de ‘Vår Tid Är Nu’ (la traducción literal sería ‘Nuestro Tiempo es Ahora’, aunque se ha traducido inexplicablemente como ‘The Restaurant’) las cosas son muy diferentes. Se trata de un retrato doble. Por una parte la microhistoria de un negocio, de sus propietarios y de su evolución a lo largo de las décadas. Y por otro la macrohistoria, la de Suecia que es también la de toda Europa. La posguerra, la consecución de los derechos sociales, la evolución de las costumbres…
Hasta la fecha se han rodado tres temporadas de diez capítulos cada una. A lo largo de todo este tiempo el guión se retuerce y se fuerza quizás demasiado, dando unos giros algo inverosímiles y con unas situaciones que más recuerda a una telenovela que a una serie de calidad (en todos los sentidos) como es el caso. Tampoco la originalidad es uno de sus principales valores. Pero a pesar de todo, el conjunto es una obra adictiva la mayor parte del tiempo. Sobre el trabajo de los actores, diremos que es correcto la mayor parte de las ocasiones.
En definitiva, otra cara diferente del mundo nórdico que radiografía tres décadas de la historia del siglo XX (desde 1945 hasta 1971). Entretenida. 6,5/10.
Las series basadas en hechos históricos son un género en sí mismo. Si además lo relacionamos con la historia del arte entramos en un nicho muy específico del que no hay muchos ejemplos. ‘Bauhaus. Die Neue Zeit’ es una producción del canal Arte que conmemora el centenario de la creación de la escuela de la Bauhaus en la ciudad alemana de Weimar en 1919. Es verdad que este tipo de producciones «de encargo» no suelen funcionar demasiado bien. En este caso el resultado es bastante correcto, lejos de la artificialidad de querer idealizar lo que se conmemora.
La serie se centra en los primeros años de la Bauhaus, concretamente desde su fundación hasta su traslado a Dessau en 1925. El desarrollo se realiza a partir de la narración del propio director de la escuela, Walter Gropius, en una entrevista en 1963. De cómo las facciones vanguardistas y reaccionaria se enfrentarán sin remedio. De hecho, a lo largo de todos los capítulos se muestra esta lucha entre la ortodoxia de la creación y la enseñanza y los nuevos métodos y formas de crear y la nueva filosofía de pasar del arte «artesano» a la producción industrial en cadena.
El trabajo de los actores es bueno, sin excesivos alardes, y cumplen su función. El guión consigue atrapar al espectador incluso cuando el tema no le resulte interesante (no es mi caso) y desde luego consigue su principal objetivo, que es acercar a las masas lo que fue para la historia el movimiento de la Bauhaus. Una serie curiosa e imprescindible para los amantes del arte y las vanguardias del siglo XX. 7/10.
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