Tal y como pasó con el cine en otros tiempos, el mundo de las series ha encontrado en los países nórdicos su propia interpretación de este fenómeno televisivo. Y a menudo, casi siempre, con excelentes resultados. Recordamos series como ‘Bron-Broen’ o ‘Borgen’ que hemos visto por aquí. Daba la impresión de que la incursión en la ciencia-ficción era lo último que pensábamos ver del norte de Europa.
‘Äkta Människor’ es, con sus dos temporadas emitidas en 2012 y 2014, un gran ejemplo de cómo aprovechar un argumento interesante y desarrollarlo bien. La idea de Lars Lundström se basa en un mundo actual –nada de futurismos baratos–, donde los hubots (human-robots) conviven con los humanos. Esta convivencia no siempre es sencilla. Se producen desajustes entre aquellos que los consideran prácticamente humanos y aquellos que los detestan y promueven su desaparición, a veces violentamente. Un grupo de hubots rebeldes que han cobrado conciencia de sí mismos luchan por su liberación.
Más allá de este conflicto, la serie invita a reflexionar sobre la realidad de la condición humana, lo que nos hace humanos y lo que no, así como una excusa para poner encima de la mesa temas como la tolerancia o el racismo hacia los diferentes. ‘Äkta Människor’ mantiene siempre la tensión y resuelve con soltura e inteligencia las situaciones comprometidas. Una buena serie sobre nosotros mismos y sobre cómo vemos a los demás. 8/10.
Televisión Española siempre ha sido productora de grandes series históricas. En tiempos recientes, esta «moda» se ha recuperado con ‘Isabel’ o con ‘Carlos, Rey Emperador’ que he terminado de ver hace poco. Podría decirse que ésta es una continuación de aquella, donde algunos personajes repiten interpretados o no por los mismos actores. A grandes rasgos, ‘Carlos’ tiene las mismas virtudes y defectos que su predecesora, pero al abarcar un espacio y un tiempo mayor con un presupuesto similar o inferior, el resultado se resiente un poco.
Contar la biografía de Carlos I, rey y emperador de media Europa y a la vez las peripecias de Hernán Cortés en América era una misión demasiado ambiciosa. Desconozco cuál ha sido lo gastado por episodio, pero está claro que se ha quedado muy corto. A pesar de todo, se resuelven con imaginación algunos momentos de gran complejidad como la conquista de Tenochtitlán (despachado en dos planos secuencia desde la pirámide de Moctezuma). Es precisamente en los fragmentos del Nuevo Mundo donde más se nota la precariedad de la producción. Apenas tres decorados, muy escuetos, que más parecen de una telenovela o de un ‘Estudio 1’ que de una serie histórica para el horario de máxima audiencia.
Por contra, el hándicap de contar con un mini-presupuesto, centra más la acción en la política del rey. Es más, se puede decir que el 90% de la serie es pura política del siglo XVI. Casi siempre en decorados interiores, se desgranan algunos de los momentos más importantes del reinado del monarca. Pasarán por el palacio real de Valladolid, Tordesillas, Sevilla o Granada, episodios como la Guerra de las Comunidades, las continuas batallas contra Solimán el Magnífico y contra Lutero y los príncipes alemanes o contra el Rey de Francia, el excesivo Enrique VIII de Inglaterra y los tejemanejes a favor y en contra del Papa de turno. Todos ellos en representaciones algo artificiosas (seguro que no fueron así) pero válidas cuando lo importante es contar la historia… desde el punto de vista español, claro. La conclusión: Las series históricas necesitan un presupuesto digno. Si no, es mejor no intentarlo. 5/10.
En 1962, Philip K. Dick publicó la novela ‘The Man in the High Castle’ (‘El Hombre en el Castillo’). Se trataba de una obra de ciencia-ficción ucrónica, el famoso «que ocurriría si…». El pasado mes de enero pude ver el episodio piloto de la adaptación para televisión que ha producido Amazon Studios. Un gran episodio piloto. Pero no ha sido hasta ahora cuando he podido ver la serie completa.
Al igual que la obra de Dick, nos cuenta un mundo muy diferente al actual. Hitler ha ganado la segunda guerra mundial y ha sometido a los países de la coalición aliada a su dominio junto a Japón. Los Estados Unidos han sido divididos en dos protectorados, uno para Berlín y otro para Tokio. En medio, una franja de nadie. Sólo un pequeño grupo resiste frente a la opresión. Entre ellos se pasan extrañas películas prohibidas en las que se muestra un mundo muy diferente, en la que los aliados ganan la guerra y destruyen el régimen del III Reich. Nadie sabe quién ni cómo han sido rodadas, pero un misterioso «hombre en el castillo» las colecciona sin saber para qué fin.
Como he dicho, el piloto deja con la miel en los labios. Y así he estado desde enero hasta ahora. Puede que esa desmesurada expectación me haya jugado una mala pasada. De los nueve episodios restantes poco puedo decir. Puede que esperara más respuestas, otro desarrollo algo más potente y con más miga. Y un guión menos tramposo, repleto de momentos poco creíbles. Por desgracia, hasta prácticamente las dos últimas entregas apenas cambia la situación de los protagonistas. Y la resolución, sin estar mal del todo, ha sido decepcionante. Tengo la sensación de que se ha desperdiciado una buena historia, unos buenos actores, un buen trabajo técnico y una buena puesta en escena. En definitiva, lo que parecía mucho se ha quedado en poco. 5,5/10.
Lo del ataque preventivo no es gratuito. El título de la famosa canción de Polanski y el Ardor, publicada en 1983, es fiel reflejo del pulso de unos tiempos convulsos. Y es precisamente ese tiempo confuso el que refleja la serie que nos ocupa hoy. Pocas veces la televisión ofrece un enfoque diferente ante un hecho histórico. Mucho más si este es reciente. La producción alemana de la RTL y AMC ‘Deutschland 83’ plantea una versión a la vez pop y marcial, formalmente de una elegancia «vintage» pocas veces vista y un guión tal vez muchas veces visto pero efectivo y bien ejecutado. Una visión ligera pero a la vez trascendental de una de las épocas más peligrosas del siglo XX.
Corre el año 1983. Martin Rauch, un militar de la Alemania Oriental es captado por los servicios de inteligencia para infiltrarse en el ejército germano-occidental para conocer los planes nucleares de la OTAN. Aunque es reacio, la contraprestación de conseguir un transplante para su madre enferma le convence. Una vez en occidente se sentirá confundido y vivirá entre el dilema de trabajar por la paz y contra la escalada armamentística y el deber con su país y con la salud de su madre.
La banda sonora de la serie está plagado de éxitos de los ochenta (del 83 concretamente) que reconoceremos de inmediatos. Desde el himno de Nena ’99 luftballons’ hasta el ‘Boys don’t cry’ de The Cure o ‘Blue Monday’ de New Order entre muchos otros. Es una pena que tan sólo sean ocho episodios. Saben a muy poco. 7,5/10.
Y una lista de las canciones que aparecen en la serie:
Vivimos unos tiempos de renovado interés por la política. Si hace cinco años un debate entre políticos no hubiera tenido ningún tirón, el surgimiento de nuevos líderes con discursos más o menos diferentes y de nuevos partidos (es lo que se ha llamado «la nueva política») ha hecho que, a pesar de todo, las cosas hayan cambiado un poco. No sabemos si uno de los frutos de ese tirón, que se vive también en otros países de nuestro entorno, es el éxito de la serie danesa ‘Borgen’.
Hasta la fecha cuenta con tres temporadas, emitidas en la televisión pública danesa en 2010, 2011 y 2013 respectivamente. A pesar de que esos tiempos nos suenan ya casi lejanos, los temas que trata la serie son de increíble actualidad en toda Europa. La historia nos cuenta la trayectoria política y personal de Brigitte Nyborg, líder del Partido Moderado, formación centrista que tras un escándalo del principal partido rival en el poder se ve con mayoría de votos, pero obligada a pactar con otras fuerzas para llegar al gobierno danés. Se convertirá así en la primera mujer que se hace cargo del timón del país. Paralelamente tendrá que lidiar con su cada vez más deteriorado entorno familiar y con los medios de comunicación, cada vez más ávidos de noticias exclusivas y que a veces no jugarán del todo limpio.
De toda esta mezcla compleja sale el éxito de ‘Borgen’. También de sus buenos actores –muchos son veteranos que proceden de los tiempos del Dogma 95— y de un guión verosímil y perfectamente ensamblado que convierte en adictivo lo que inicialmente podría ser aburrido. Es inevitable hacer comparaciones con otras producciones similares, como ‘House of Cards’. En realidad es justo la otra cara de la moneda. 8,5/10.
‘The Game’ es, más que una serie, un revival, un ejercicio de estilismo y un homenaje a las clásicas películas de espías de los sesenta y los setenta. Se trata de una producción de seis episodios dirigida por Niall MacCormick y Daniel O’Hara bajo la idea de Toby Whithouse y emitida por la BBC en 2014. Como siempre que hablamos de la cadena estatal británica, sabemos que estamos ante un producto de calidad, bien acabado, con grandes interpretaciones y con guiones sólidos. Pero como hablamos de homenaje a lo clásico, también cuenta –intencionadamente supongo– con todos los tópicos del género.
La serie transcurre en 1972. El MI5 –servicio secreto interior británico– recibe la información de que la URSS está preparando una operación secreta a gran escala llamada ‘Cristal’. Al mismo tiempo descubren que, entre el grupo de élite que se dedica a investigar el asunto, hay un topo que filtra los movimientos al enemigo. Este grupo, un tanto heterodoxo, está compuesto por agentes de todo tipo, cada uno con su vida privada y sus pasados, a veces un tanto turbios.
Es fácil disfrutar de ‘The Game’ una vez que se ubica en la maraña de nombres (avalancha diría yo) con los que empieza. El guión escrito por Whithouse, Sarah Dollard y Debbie O’Malley se resuelve con eficacia milimétrica, dosificando los momentos de suspense, de tensión y de acción. Poco a poco las piezas –sin dejar cabos sueltos– van encajando una a una hasta que el capítulo final colocamos la última y vemos el resultado: un final interesante y sorprendente con giros de guión que descolocan pero que tienen sentido. 7,5/10.
‘1992’, además del título de la serie que voy a reseñar, es un año clave en la historia reciente de Italia. Fue el año en que el proceso Manos Limpias, llevado a cabo por el fiscal de Milán Antonio Di Pietro, desmontó una amplia red de conexiones turbias entre la política, la empresa y el crimen organizado. Fue el año del asesinato de Giovanni Falcone y de Paolo Borsellino, por enfrentarse a las familias mafiosas. Y también fue el comienzo de cambio de la política italiana. De los viejos y acartonados partidos surgidos de la dinámica posterior a la segunda guerra mundial –la Democracia Cristiana, el Partido Socialista o el Partido Comunista prácticamente desaparecieron o redujeron en gran medida su representación en las elecciones de 1993– se pasó al triunfo de los nuevos partidos, principalmente Forza Italia (con Berlusconi a la cabeza) y la Liga Norte. Comenzaba la era de la política televisiva…
Y este es precisamente el trasfondo real del complejo argumento de la serie ‘1992’. En ella se desgranan y se solapan las historias personales de sus protagonistas, cada uno con sus secretos y sus ambiciones. Luca Pastore, policía de la fiscalía de Milán, está embarcado contra una farmaceútica que comercializó ilegalmente plasma infectado de VIH con la connivencia del Estado. Leonardo Notte es un publicista de élite en nómina de Publitalia. Cínico y narcisista, luchará para que sus ideas de considerar la política como un producto vendible más le traerá más de un problema. Su pasado también le persigue. Pietro Bosco es un soldado y exjugador de rugby que acaba de volver de la primera guerra de Iraq. Por un hecho fortuito es propuesto por la Liga Norte para engrosar sus filas y llegar al parlamento italiano. Sin estudios y de carácter rudo y simple, chocará con sus colegas de profesión. Junto al elenco protagonista masculino, está el femenino: Bibi Mainaghi, heredera inexperta del imperio farmaceútico que investiga Luca. Veronica Castello, una antigua prostituta de lujo que hará lo que sea para triunfar en el mundo de la televisión, pero con enormes contradicciones. Todos ellos, más los muchos secundarios –algunos casi protagonistas– que aparecen en el reparto, entrecruzarán sus destinos en esos momentos convulsos.
Aunque no he podido verla en versión original, y estoy seguro de que el doblaje no le hace justicia, todo en ‘1992’ es creíble. La recreación de la época, el trabajo estupendo de los actores, las situaciones –salvo algunos detalles que no terminan de encajar–, la creación de Stefano Accorsi, Alessandro Fabbri, Ludovica Rampoldi y Stefano Sardo funciona muy bien en la difícil tarea de aunar hechos históricos con las historias personales sin que parezca forzado. En conclusión, esta serie de Sky Atlantic ha sido un buen descubrimiento. 7,5/10.
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