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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
25 de septiembre de 2008

Plutoneros

Los que pensamos que ‘Acción Mutante’ es la mejor película de Álex de la Iglesia estamos de enhorabuena. Anoche se estrenó en La 2 de TVE una nueva teleserie llamada ‘Plutón BRB Nero’, una sitcom cañí-interestelar dirigida por el realizador bilbaíno. Acabo de ver el primer episodio y es innegable que esta producción televisiva tiene muchas similitudes con la ópera prima de De la Iglesia.

La primera impresión dicen que es la que cuenta y en mi caso me ha generado sensaciones contradictorias. Por una parte bien por el atrevimiento de hacer una serie de ciencia-ficción, friki y estrafalaria y que Televisión Española haya apostado por ello, pero por otro lado tengo la impresión de que, al menos en este primer capítulo, el resultado está conseguido sólo en parte. Pero es una impresión muy temprana. Habrá que esperar a que nos familiaricemos con los personajes.

El elenco cuenta con una baza importante, el «chanante» Carlos Areces (para mi gusto el mejor) en el papel del Teniente Querejeta. El personaje le queda que ni pintado. Junto a él, el Capitán Valladares (Antonio Gil), un poco soso en su papel. El resto de la estrafalaria tripulación del BRB tampoco tiene desperdicio, especialmente el androide Wollensky (Manuel Tallafé) y Roswell, un marciano encontrado en el desierto de Texas en el siglo XX, vive congelado y al que toda la tripulación teme por su ferocidad. Todos juntos (y revueltos) intentarán cumplir su misión de encontrar un planeta habitable a donde pueda trasladarse la humanidad tras haber destruido la Tierra.

Está claro que TVE quiere que ‘Plutón BRB Nero’ sea una serie de culto, con seguidores al estilo de otros éxitos de «humor alternativo» de La 2 como ‘Muchachada Nui’. Para ello han montado una web muy completa donde podrán verse todos los capítulos, fotos, información detallada de los personajes, foros, el blog de Álex de la Iglesia y descargas varias. Aún es pronto para saber si este esfuerzo se convertirá en un nuevo campanazo de la segunda cadena o se quedará en un intento más que interesante.

6 de septiembre de 2008

‘Little Britain’

Aunque tan sólo he visto los dos primeros episodios de la primera temporada de ‘Little Britain’, esta comedia a base de sketches me ha parecido genial. Lo es por el enfoque, creo que novedoso, nada sutil y bastante esperpéntica de la sociedad británica. Y digo británica con todas las consecuencias. Aquí no se salva nadie, ni escoceses, ni galeses, ni por supuesto ingleses. Detrás de ‘Little Britain’ están tres genios: Matt Lucas, David Walliams y Andy Riley. Heredan toda la tradición humorística de las islas, especialmente en los Monty Python y en su humor absurdo y excesivo, justo al límite de la grosería. Ellos escriben los guiones, dirigen la serie e interpretan a los personajes principales.

Como he dicho, cada episodio consta de varios sketches en los que aparecen personajes fijos, a cada cual más esperpéntico: Daffyd Thomas, y sus aventuras como el único gay de un pueblo galés, Ray McCooney, un excéntrico y medio loco escocés, propietario de una casa rural y obsesionado con los duendes, el ambiente victoriano y poseedor del flautín más irritante de toda Gran Bretaña o Vicky Pollard, madre soltera y adolescente, barriobajera, siempre con chándal y expresándose en una jerga casi indescifrable para los no ingleses…

Si algo tienen los ingleses es la admirable capacidad para reírse cruelmente de sí mismos y de su cultura, algo que hacen sin límite Matt Lucas y compañía. Viéndola me ha recordado lejanamente a Joaquín Reyes y a su muchachada. Salvando las distancias, tienen algo en común que los une y que no sabría definir. Quizás el tipo de humor absurdo y fresco o su gusto por los personajes cutres. De hecho el artífice de ‘La Hora Chanante’ es un admirador declarado de ‘Little Britain’.

La serie, que comenzó a emitirse inicialmente por la minoritaria BBC Three en 2003, se ha repetido en otros canales de la BBC dado su enorme éxito. En España, si no me falla la memoria, está siendo emitida con subtítulos (imposible traducirla) por Canal+. Muy recomendable para anglófilos, anglófonos y fans de los Monty Python y de ‘Muchachada Nui’.

30 de junio de 2008

El post definitivo sobre ‘Doctor en Alaska’

Ahora que estoy a punto de finalizar el visionado de las seis temporadas de ‘Doctor en Alaska’ me parece un buen momento para escribir sobre una de las mejores (o quizás la mejor) serie de televisión que he visto hasta la fecha. Aunque hace unos meses ya había hablado sobre ella, aquellas impresiones primerizas se quedan muy cortas. El mundo de Cicely muta, parece que todo sigue igual, pero sin embargo todo está cambiando constantemente poco a poco y capítulo a capítulo.

Son muchas las webs que los aficionados dedicar a ‘Doctor en Alaska’. Es una lástima que muchas de ellas estén ya abandonadas, sin actualizar y alguna hasta ya no existe. Tiene su mérito que una serie dirigida a un público minoritario y que dejó de emitirse en España hacia 1997, todavía concite la atención y sea objeto de culto por parte de muchas personas.

A lo largo de las diferentes temporadas mi idea sobre la serie ha ido madurando. Me comenzó pareciendo una serie «rara» y «poco convencional» en la primera entrega. Pero a medida que se iban quemando las nuevas etapas, comenzó a conformarse todo un universo propio con múltiples tentáculos que enraizan en los orígenes de la cultura norteamericana, tanto indígena como anglosajona, en las preguntas elementales del ser humano, en el particular humor casi indescifrable para el no iniciado o en la política.

Uno de los aspectos que a mi modo de ver hacen interesante a ‘Doctor en Alaska’ es el uso de un peculiar realismo mágico «made in» Alaska, donde se mezclan animales que parecen humanos, espíritus indígenas que vienen del más allá para aconsejar a los de su tribu sobre los asuntos más peregrinos (inolvidables las apariciones de El Que Espera, el anciano espectro que ayuda a Ed) o materializaciones de duendes. Esta faceta casi folklórica se mezcla con un extraño cosmopolitismo con continuos guiños al cine (sobre todo a Woody Allen y a Ingmar Bergman), a la televisión (por ejemplo con alusiones a ‘Seinfeld’, en las parodias a ‘Twin Peaks’ o en el episodio en el que Shelley se engancha a la televisión por satélite), a la cocina de alto nivel (mi personaje favorito de la serie es el paranoico, malhumorado y taciturno chef Adam), a la religión (sobre todo a la judía).

Sin lugar a dudas, por encima de todo esto, la verdadera columna vertebral de la serie es la relación de amor/odio entre los dos principales protagonistas, el maniático y cascarrabias doctor Joel Fleischman y la tan guapa como borde Maggie O’Connell. En torno a ellos giran todas las demás situaciones, sobre todo en las primeras temporadas. Después la serie se volverá mucho más coral y para mi gusto algo más aburrida.

Como dije antes, existen multitud de webs de fans de ‘Doctor en Alaska’. Ahí va una lista con algunas de las mejores:

30 de mayo de 2008

Los «lagartos» de ‘V’

Recientemente se ha publicado en DVD una de series de televisión más impactantes que recuerdo de cuando era pequeño. Y parece que en la España de mediados de los ochenta también causó sensación. Así lo atestiguan los artículos que, por ejemplo, el diario El País le dedicó entre febrero y marzo de 1985. Crítica y opinión se mezclaban en una serie que unos calificaron como de propaganda nortemericana mientras que otros la tildaban de antifascista:

«Desde su aparición como género, los telefilmes han sido uno de los principales vehículos de propaganda norteamericana. El último producto de la televisión norteamericana acaba de llegar a nuestros hogares.V plantea una aparentemente sencilla trama basada en la llegada a Estados Unidos de unos lagartos antropófagos que poseen un avanzado desarrollo tecnológico y una buena capacidad de camuflaje para hacerse pasar por ciudadanos. Frente a ellos se reúne un sector de resistencia bélica que utiliza técnicas de guerrilla urbana.

Los visitantes, de los que no se aportan más datos ideológicos que su maldad intrínseca y la fuerte jerarquía con la que se organizan, visten todos ellos con uniformes rojos y escriben en sus ordenadores en un idioma que, curiosamente, recuerda de inmediato a los caracteres cirílicos de la caligrafía del ruso.»

«Lagarto, lagarto», EL PAÍS, 23 de febrero de 1985.

«En V se califica, por boca de los propios personajes protagonistas, de fascistas a los visitantes extraterrestres, y de resistencia antifiascista a los guerrilleros que se les oponen. Las referencias en este sentido son múltiples: los principales miembros de la resistencia han estado implicados, de una manera más o menos directa, con distintos movimientos de guerrilla antifascista en todo el mundo: los guerrilleros de El Salvador (la primera imagen que aparece en el primer capítulo es la de un guerrillero salvadoreño clamando por la libertad de El Salvador, mientras es filmado por el periodista protagonista, Mike Donovan); los guerrilleros surafricanos (el sacerdote); incluso con las víctimas del nazismo durante la II Guerra Mundial (el viejo judío que estuvo en los campos de concentración nazis), etcétera. La misma resistencia que lucha contra los visitantes es una clara alusión a la resistencia antifascista durante la Il Guerra Mundial, y los visitantes han implantado un sistema con evidentes connotaciones comunes con el fascismo y el nazismo (incluso el logotipo principal de los visitantes es parecido a la esvástica nazi).»

«‘V’ , un telefilme antifascista», EL PAÍS, 5 de marzo de 1985.

Algunos pusieron el grito en el cielo por la violencia y las escenas demasiado impactantes que ofrecía la serie, emitida, no olvidemos, los sábados a las siete de la tarde, y con los niños frente al televisor:

«La emisión ayer, en hora de máxima audiencia infantil, del cuarto capítulo de la serie norteamericana V provocó la protesta de telespectadores, pues el programa terminaba con el parto, bastante explícito, de dos monstruos engendrados en la unión de una mujer con un alienígena de apariencia humana.

En llamadas a Televisión Española, según informaron fuentes de este medio, los telespectadores adujeron que el programa es supuestamente para niños y fue emitido en hora de máxima audiencia infantil: de 19.00 a 20.30 horas.»

«Protestas por la violencia y el parto de un monstruo en la serie televisiva ‘V'», EL PAÍS, 24 de febrero de 1985.

Yo, igual que muchos de vosotros, era ajeno a todas estas polémicas estúpidas y me sentaba frente a tele a ver la serie. La verdad es que, ahora que la he podido volver a ver, recordaba menos cosas de las que imaginaba. Sólo algunas escenas concretas, como esa en la que Mike Donovan lucha con un visitante y por primera vez le quita la piel sintética de la cara y debajo sale un bicho feo con pinta de reptil que para colmo saca la lengua como una vívora. Eso fue un susto tremendo porque creo que nadie se lo esperaba. De hecho, a partir de aquel momento, la serie ya me pareció más de terror que de ciencia-ficción. Otra de las cosas que recordaba era la parafernalia que usaban los visitantes: sus naves tan bonitas y bien diseñadas (incluso vistas con los ojos de hoy), sus uniformes o sus armas.

‘V’ fue un fenómeno social a todas las escalas. Las revistas juveniles venían con pósters de los personajes de la serie, se vendían pistolas a imitación de las de los temibles lagartos e incluso en las tiendas de chucherías se comercializaban gominolas con forma de ratoncitos imitando la comida favorita de Diana y los suyos.

Veintitrés años después las cosas son muy diferentes. Aunque el argumento de la serie me sigue pareciendo bastante bueno y está bien llevado, los efectos especiales son cutres y algunas situaciones son un poco de risa. ‘V’ es una serie que se ha quedado vieja si la comparamos con producciones actuales como ‘Perdidos’, pero tiene unos guiones sólidos y muy clásicos que siguen atrapando al espectador.

20 de mayo de 2008

‘The Office’, la telecomedia sin risas

En mi tarea casi imposible de descubrir nuevas series me he topado con ‘The Office’, la versión americana de la telecomedia británica del mismo nombre. A pesar de que la emitió Cuatro a altas horas de la madrugada hace algún tiempo, por mucho que he buscado en internet me ha sido imposible encontrarla, así que he empezado por la «copia» estadounidense. La serie está emitiendo ahora mismo la cuarta temporada en Estados Unidos. Yo pronto comenzaré con la segunda. Así que voy a contar mis impresiones sobre la remesa de los primeros seis capítulos.

‘The Office’ es una telecomedia de «nueva generación» (valga la expresión), de esas que intenta (y logra) romper con los tópicos de las sitcom clásicas. Nada de cámaras fijas, nada de decorados que parecen teatros y nada de risas enlatadas. Los actores establecen cierta complicidad con el telespectador mirando a menudo a la cámara, como si más que una serie de ficción se tratara de un documental en el que hay un operador que se mueve por todas partes.

Como su nombre indica, la historia de ‘The Office’ se sitúa en una oficina cualquiera de una empresa cualquiera (en este caso se trata del departamento de ventas de Dunder Mifflin, una empresa imaginaria de material de papelería), en un lugar cualquiera de los Estados Unidos. La peculiaridad la aportan los personajes, especialmente la de su jefe Michael, un tipo que va de gracioso y enrrollado, pero que se revela como un tirano repugnante, irritante, un hipócrita mentiroso que intentará hacer cualquier cosa por salvar el culo ante sus superiores. El resto de personajes forma un fresco caricaturesco de los típicos empleados que existen en casi cualquier oficina. Descubridlos vosotros mismos…

‘The Office’ juega a menudo con el sentido del ridículo, las situaciones embarazosas y una tensión malsana acentuada por la falta de risas de fondo, que siempre libera algo la tensión del momento. En cualquier caso, la serie me ha resultado muy ágil, muy corta (sólo 22 minutos por episodio) y bastante original. Espero poder ver algún día su original británico. Imagino que será mucho mejor.

21 de marzo de 2008

La primera temporada de ‘Doctor en Alaska’

Siempre tuve ganas de ver esa serie que ponían hace ya bastantes años en la tele a horas intempestivas llamada ‘Doctor en Alaska’. Igual que otras muchas, ‘Doctor en Alaska’ se ha convertido en objeto de culto y adoración por fans de todo el mundo, pero yo no había visto ningún capítulo entero. Así que me puse a ello y a día de hoy ya he visto la primera temporada y en breve comenzaré con la segunda.

La primera impresión que me dejó fue de que había perdido originalidad a lo largo del tiempo. Ha envejecido mal. Desde 1990 (año de estreno de la primera temporada) el auge de las telecomedias hizo que se rodaran infinidad de ellas, muchas muy originales (y geniales). Pero como digo esta fue mi primera impresión. La segunda fue bastante más positiva. Introducirse en un mundo ajeno por completo a lo que entendemos por civilización, con un elenco de personajes a cada cual más estrambótico, no deja de tener su encanto.

Y es que ‘Doctor en Alaska’, más que una serie de situaciones, es una serie de personajes. Todo el peso recae sobre ellos y sus vidas. El joven doctor de Nueva York recién salido de la universidad es testigo de excepción del plácido (y a veces no tanto) discurrir del tiempo.

Pero aún me quedan muchos capítulos por ver de las seis temporadas de que consta la serie y supongo que poco a poco iré entrando en ese extraño mundo de Cicely, el pueblo perdido en la «costa azul» de Alaska, y de sus protagonistas…

21 de febrero de 2008

La música de ‘Perdidos’

Ayer he terminado de ver las tres temporadas de ‘Perdidos’ y prontó empezaré con la cuarta. Pero no es ahora mi intención comentar lo que me ha parecido hasta el momento la serie. Eso lo reservo para más adelante. Voy a hablar de la música que aparece en la serie y que me ha sorprendido para bien. En principio uno podría pensar que unos naúfragos en una isla perdida y misteriosa no sería un buen argumento para meter temas musicales, los que hayáis visto todos los capítulos hasta la fecha sabéis que ‘Perdidos’ es mucho más que eso. AVISO: Si tenéis previsto ver la serie no sigáis leyendo porque puede que os «destripe» parte del argumento.

El tema más evidente que aparece en la primera temporada es el infumable ‘You all Everybody’ de Driveshaft, la banda ficticia de Charlie, uno de sus supervivientes del vuelo 815 de Oceanic Airlines. Este grupo tiene su historia, ya que parece ser que hay aspectos que tienen sospechosa similitud con determinada banda de brit-pop de todos conocida. A saber: son de Manchester, sus cabezas visibles son dos hermanos que no se llevan demasiado bien y uno de ellos se llama Liam. Efectivamente, Driveshaft parecen ser un guiño poco disimulado a Oasis. De hecho Charlie aparece en dos de los últimos episodios de la tercera temporada como músico callejero tocando ‘Wonderwall’ en los famosos flashbacks que plagan toda la serie.

Pero la música no se queda ahí. Hay dos canciones que podrían considerarse «troncales» y que yo asocio a dos personajes claves de la serie. El primero es el tema de Desmond ‘Make your Own Kind of Music’ de Mamma Cass que aparece en el antológico primer episodio de la segunda temporada (mi favorito) y en otros dos más. El otro es el tema de Juliet ‘Downtown’ de Petula Clark que también suena en varios capítulos.

Hay muchos más guiños musicales, algunos geniales como que la clave para detener la señal de interferencia al final de la tercera temporada son las notas de ‘Good Vibrations’ de los Beach Boys en un teclado numérico o Geronimo Jackson, un nombre peregrino para una banda imaginaria de la que sólo vemos la portada de un disco y una camiseta.



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