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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
10 de septiembre de 2009

La industria musical chapotea para no ahogarse

Hay dos hechos que he estado observando últimamente y que nos dicen algo sobre lo que la (si nadie lo remedia) próxima a extingir industria musical. La venta de discos físicos sigue cayendo en picado. Como ya comenté aquí una vez hace tiempo, cada vez se venden menos discos. Las últimas filtraciones sobre ventas de discos en España nos hablan de que la pasada semana el más vendido consiguió colocar algo más de siete mil copias (el nuevo de Pereza) y los cuatro siguientes apenas suman los cinco mil. Todo esto, como según cuentan en Je Ne Sais Pop, contabilizando en algunos casos como copias vendidas aquellas que fueron distribuidas en su día a los puntos de venta pero que el usuario aún no ha comprado.

Yo, que he vivido hace años el despegue, el pleno auge del CD y también la angustia de no poder comprarme todos los discos que quería por tener el precio prohibitivo de 2.995 pesetas por ejemplar, ahora estoy saboreando la venganza porque tengo todo lo que quiero y gratis total. Porque (seré un antiguo) todavía se me hace raro pagar por contenido digital intangible en un formato que no sé si dentro de veinte años voy a poder reproducir o si me tocará volver a comprarlo. Y no creo que nunca lo haga. Ya que pago, prefiero tener el disco con su cajita, que por lo menos adorne en el salón, aunque luego la copia que escuche en el iPod o en el ordenador sea en formato MP3.

En este sentido, ayer Apple presentó un nuevo formato. Lo han llamado iTunes LP y viene a ser como un álbum de música, con su carátula, sus fotos, sus letras, pero con contenido adicional, como vídeos. Hasta aquí la idea no parece mala. Pero como suele ser habitual, se trata de un formato completamente cerrado. El paquete se compra como una unidad y no podemos extraer parte del contenido ni, por supuesto, gestionarlo con otro software que no sea iTunes. Tampoco copiarlo en reproductores que no admitan este contenedor. Dicho esto, el iTunes LP me huele a fracaso por su poca vocación de «universalidad». A mi por lo menos no me ha convencido.

Por otra parte, otra de las noticias de esta semana relacionadas con la industria musical y su intento de salir a flote es la publicación de toda la discografía (sí, otra vez) de los Beatles, remasterizada a partir de las bobinas originales y convertidos a estéreo aquellos temas que aún no lo eran. Más de lo mismo. Los discos ya se venden a casi 20 euros por unidad (el ‘White Album’ a casi 30 por ser doble) o los 12 en un estuchito (lo han llamado The Beatles Stereo Box Set) por unos 250 euros. En definitiva, aproximadamente los mismos precios de 1997, cuando yo me compré el ‘Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band’. ¿No os parece esto un abuso para unos discos que han vendido millones de copias a lo largo de cuarenta años?

A este respecto, la industria musical también presiona al poder político europeo en cuanto a los derechos de autor. Con la legislación actual, las primeras canciones de los Beatles, publicadas en 1962, pasarían al dominio público en 2012, con lo que perderían una gran tajada. El Parlamento Europeo votó (y aprobó) una propuesta para aumentar de 50 a 70 años la vigencia de los derechos de autor. Esto ocurrió a finales de abril de este año, con lo que actualmente no sé como estará la cosa. En conclusión, al final no son más que maniobras desesperadas de la gran industria del disco que no ve luz al final del túnel, sino más bien su propia tumba…

2 de septiembre de 2009

Prefiero Nikon pero…

Desde hace unos meses estoy queriendo jubilar mi Nikon D40. Estoy muy contento con ella: es pequeña, muy sencilla de manejar y siempre me ha hecho fotos muy buenas. En estos dos años y medio ha tenido bastante uso (unas diez mil fotos) y he explorado prácticamente todas sus posibilidades. El problema es que se me queda pequeña. Ahora tengo la necesidad de avanzar un poquito más de nivel en cuanto a calidad y prestaciones. En un principio no tenía dudas: quería una Nikon. Aparte del objetivo 18-55 mm que venía con la cámara, me he ido agenciando otros dos más: uno fijo de 135 mm y un 100-400 mm y quería aprovecharlos para una hipotética futura cámara.

Hace unos meses se presentó la Nikon D300s, una cámara ideada para el aficionado avanzado pero que se quedaba a medias en sus características: 12 megapíxeles, ISO máxima de 6400 y lo que es más importante para mí, grabación de vídeo como máximo en 720p a 24 fps en formato MJPEG. Esta última prestación supuso una decepción y la certeza de que esta no sería mi cámara. Una vez descartada, Canon, el eterno rival de Nikon, presenta la cámara que para muchos es una «D300s killer«. No es otra que la EOS 7D. Como indica su denominación, este nuevo modelo está por debajo de la espectacular (y carísima) EOS 5D Mark II y viene a servir de cámara enlace entre el usuario profesional y el aficionado. Sus prestaciones, con un precio previsto de cien dólares menos que la D300s (1799 dólares de la Nikon frente a los 1699 de la Canon), superan en prácticamente todo a la Nikon: 18 megapíxeles, visor con 100% de cobertura, ISO máxima de 12800 y vídeo a Full HD 1920×1080 y 30 fps codificado con H.264.

Visto este panorama, hay que replantearse las cosas de nuevo. He de confesar que tengo especial simpatía por Nikon, pero tampoco puedo negar la evidencia de que Canon le está ganando la partida de lejos, tanto en precio, como en tecnología, como en promoción, sobre todo en los últimos modelos comercializados. Veremos de aquí a las fiestas navideñas cómo evoluciona el mercado y si los que ahora somos «nikonistas» tendremos que migrar a la competencia.

14 de agosto de 2009

TDT de pago: los enemigos de mis enemigos

Si pensaban que el conflicto de intereses entre Imagina/Mediapro (La Sexta, Público) y PRISA (Cuatro, Digital+, El País) había terminado, estaban equivocados. Parece que lo que hace unos meses era una luna de miel entre estos dos grupos de comunicación se ha quedado en un espejismo. Finalmente, las negociaciones para que el grupo Imagina comprara la plataforma de pago Digital+ se quedaron en papel mojado. Han debido de estar muy cerca del acuerdo y en ciertos círculos ya se daba por hecha. A esto hemos de unir ahora la aprobación ayer en el Consejo de Ministros extraordinario del polémico Real Decreto Ley por el que se regula, para las concesiones de ámbito estatal, la prestación del servicio de televisión digital terrestre de pago mediante acceso condicional. O lo que es lo mismo, la TDT de pago. Desde hace unas horas, el canal Hogar 10 ha pasado a ser Gol TV. Para el futuro apenas se sabe nada. No sabemos si se ofrecerán también otros canales de pago en el mismo paquete o si existirán diferentes modalidades (pago por visión, por canales, etc).

No por esperada, la noticia ha caído peor en el grupo PRISA. Este mediodía, en el informativo de Cuatro, se hablaba de Mediapro como grupo afín al Gobierno y se ofrecía un reportaje sobre la falta de preparación de los decodificadores de TDT vendidos hasta la fecha para admitir la modalidad de televisión de pago. También el diario El País ofrecía titulares contundentes: «El Decreto de la TDT de pago «no tiene fundamento legal»» o «Los usuarios se quejan de la «improvisación» de la norma». Resulta curioso como cada medio, dependiendo de sus intereses económicos (al margen de la política) se inclinan hacia un lado o hacia otro. Paradójicamente los medios de Unidad Editorial (El Mundo, Marca, Veo TV) aplauden la medida del Gobierno con titulares como «Una medida que impulsa el sector audiovisual» (El Mundo) o «El aficionado se beneficiará del fin del monopolio del fútbol» (Marca). En cambio sus correligionarios de la COPE titulan en su web «Vuelva a la tienda y exija que le cambien su descodificador por uno con TDT de pago. Vendidos 18 millones de descodificadores que no valen.»

No sé si esta estrategia de Unidad Editorial responde más a «los enemigos de mis enemigos son mis amigos» o si se traen entre manos montar su propio canal de pago en el múltiplex de Veo, pero la verdad es que todos se han posicionado de una forma inusitadamente clara. Algo que me parece lamentable, porque se está ofreciendo una información sesgada (está claro que nadie dice toda la verdad) en base a los movimientos económicos de los grupos que ofrecen esas informaciones. La independencia está en entredicho… otra vez.

11 de agosto de 2009

Cámaras espía

La miniaturización de la tecnología está llegando a límites insospechados. Buscando en la web de SegundaMano.es un magnetoscopio para reproducir cintas obsoletas me encuentro con un anuncio donde se venden bolígrafos espía (sí, en plan James Bond). Me picó la curiosidad, porque ya sabía de la existencia de estos artilugios, pero quería saber si la tecnología había mejorado. Y ya lo creo que ha mejorado. El boli en cuestión es más o menos del tamaño de uno normal, pero incorpora una microcámara, de las llamadas pinhole, con un objetivo de tan sólo 2 milímetros de diámetro, capaz de grabar vídeo a una resolución de 640×480 a 20 fotogramas por segundo. Para almacenar la información cuenta con una memoria interna de 4 Gb, fácilmente accesible a través de un disimulado conector USB. ¡Pero si hasta se puede escribir con él! Su precio: no llegaba a los 70 euros.

Seguí buscando y en diversas tiendas encontré todo tipo de inocentes objetos pero con cámaras camufladas: relojes despertadores de todas las formas y colores, relojes de mesa, de pulsera, digitales, analógicos, muñecos de peluche, botes de lápices, tornillos, lámparas y un largo etcétera… Muchos de ellos utilizan tecnología inalámbrica por radiofrecuencia, por lo que no necesitan conexión. Se suele incluir también un receptor con una pequeña antena que se puede conectar a un ordenador o a cualquier televisor para ver las imágenes. El alcance puede llegar a los 100 metros en condiciones favorables. El más caro de estas cámaras espía con todo incluido puede llegar a los 150 euros y el más barato, en torno a 50. También pueden adquirirse las cámaras sueltas, que son del tamaño de la punta de un lapicero, con su pequeña antena, su conexión para alimentación y su receptor de radio para que nosotros podamos camuflarla en cualquier parte. Su precio oscila entre los 30 euros de una en blanco y negro a los 90 o 100.

No puedo ocultar que todo esto me ha alarmado bastante. Cualquiera puede adquirir uno de estos productos que son alta tecnología y utilizarlo a su antojo, normalmente para violar la privacidad y la intimidad de los demás. En la mayoría de los casos son prácticamente indetectables (bueno, existe alguna manera) al ir incrustados en aparatos que ya de por sí llevan circuitería. Lo mejor es echar un vistazo al diseño de todos los modelos de objetos que llevan cámara y comprobar que en vuestras casas no tenéis ninguno de ellos. Nunca se sabe…

1 de agosto de 2009

El Walkman, treintañero y obsoleto

El 1 de julio de 1979, Sony puso a la venta en el mercado japonés el primer Walkman, el TPS-L2. Aquel modelo inauguraría una serie de exitosos aparatos y un nuevo concepto: llevar la música a todas partes. Un concepto que llega hasta nuestros días con sus herederos naturales los reproductores mp3. Este primer y legendario Walkman, una caja plateada, azul, fue sólo el primer paso… O quizás el segundo, porque hay cierta polémica sobre el origen de esta idea revolucionaria. En 1972, el inventor germano-brasileño Andreas Pavel desarrolló el Stereobelt (el «cinturón estéreo»), que patentó en 1977. Aunque Pavel ofreció su invento a algunos de los principales fabricantes de electrónica de consumo de la época (Philips, Grundig y Yamaha), estos lo rechazaron asegurando que nunca nadie se pondría auriculares en público para escuchar música. Un error antológico. Sony le copió, aunque no lo reconoció hasta 1986. Desde entonces el inventor recibe royalties por cada Walkman vendido, pero nunca consiguió que se le reconociera la autoría del sistema. La compañía japonesa llegó en 2003 a un acuerdo extrajudicial (supongo que multimillonario) para terminar con el litigio.

Sony consiguió lo que las compañías a las que visitó Pavel con su Stereobelt no veían claro. Hoy nos parece de lo más normal. Todo el mundo lleva cascos por la calle, pero en 1979 ponerse un auricular de diadema en público a la vista de todos era algo inaudito. Por supuesto sólo era algo cultural. Tras una enorme campaña de marketing, en unos pocos años comenzaron a verse a lo largo y ancho del planeta a practicantes de footing y a paseantes con esos auriculares y un cordoncito conectado a una caja.

Yo tuve mi primer Walkman Sony en 1990. Era un aparato de lo más sencillo. No tenía sintonizador de radio y su tamaño era bastante reducido, prácticamente del tamaño de las cassettes. Lo tuve conmigo muy poco tiempo, aunque le di un uso intensivo. Al año siguiente me compré otro Walkman Sony, esta vez con radio. Unos años después me pasé a Aiwa, un aparato muy bueno y robusto que me acompañó hasta que tuve mi primer reproductor mp3 en 2001. De hecho lo seguí utilizando para escuchar la radio hasta hace cuatro o cinco años.

Visto con ojos de 2009, el Walkman de cassette estaba lleno de incovenientes. A la ya escasa calidad de sonido de las cintas había que unirle su gran consumo eléctrico puesto que tenía que mover un motor con todas sus partes mecánicas. Y es precisamente la mecánica lo que lo hacía mucho más frágil y sensible a los golpes que los actuales reproductores mp3. En ocasiones, las cintas se reproducían más lentamente de lo normal por falta de fuerza en el motor (sobre todo las de 90 minutos, que tenían que soportar más arrastre). Personalmente era una cosa que no soportaba y uno de los motivos por los que dejé de escuchar cassettes en el Walkman y a cogerles un poco de manía.

Buscando en la hemeroteca de La Vanguardia, me he econtrado con un curioso artículo publicado en el ejemplar del día 17 de marzo de 1981 y que se titulaba «Con la música en la oreja» y con el llamativo subtítulo de «El estéreo del bolsillo, la nueva moda en todo el mundo occidental»:

Con la invención de este curioso «gadget», la industria japonesa ha desatado una verdadera revolución, probablemente sin proponérselo. En principio se trata simplemente de la puesta a punto, evolucionada, de un aparato lector de cassettes, de bolsillo, conectado a un auricular ultraligero. Todo ello miniaturizado al máximo y capaz de llevar directamente al oído, en estéreo, la clase de música que elija el usuario, sin que trascienda el sonido al exterior. Y tan perfectamente logrado que es una auténtica joya de la técnica sonora.

25 de julio de 2009

Más allá de Second Life

No sé por qué azares del destino me decidí a volver a Second Life casi dos años después de certificar su declive. El descarado mercantilismo, la exagerada cobertura en los medios, que tal vez por puro desconocimiento quiso ver más allá de lo que en realidad era, conduciría posteriormente a una decepción en masa. En aquel artículo sobre la decadencia de Second Life aludía a lo dicho por David de Ugarte en su blog al respecto. El caso es que he vuelto a entrar con un personaje nuevo. Es verdad que sigue entrando gente nueva, pero la cosa definitivamente no ha cuajado. Demasiadas zonas privadas, demasiada gente a la caza del dinero fácil y poco (o nada) auténticamente interesante que ver o que hacer. Coincidiendo con este retorno mío a los cibermundos, vuelvo a encontrarme con un artículo con la siempre estimable firma de De Ugarte que trata sobre estos mundos virtuales.

Después del mero «juguete» que supuso Second Life, muchas empresas, y muy serias, siguen investigando y desarrollando dentro del mundo de los universos virtuales y de la realidad virtualizada. En el ámbito hispano destaca Hispagrid, una comunidad (o según sus palabras «un grupo de pirados») que entiende el futuro de internet como una interacción en un mundo tridimensional artificial, siempre bajo la filosofía del código abierto. Es, como vemos, un paso natural (quizás muy aventurado todavía) que nos conduce hacia una nueva forma de entender la comunicación con los demás y la prestación de servicios.

Existen varias herramientas de código abierto que nos permiten jugar un poco con esto de los mundos virtuales, pero la que por el momento se lleva la palma por su versatilidad y modularidad es OpenSim, un servidor de aplicaciones tridimensionales que nos proporciona todo lo necesario para desarrollar en un entorno 3D. Más allá de ser una mera curiosidad, OpenSim puede ser útil para crear entornos de realidad virtualizada, a través de los cuales se reproduzcan modelos virtuales parciales de la realidad para poder interactuar con ellos en lugar de con los reales o bien que sirvan como ayuda para comprender y gestionar mejor grandes cantidades de datos. Las aplicaciones dentro de la ciencia, la ingeniería o la medicina pueden ser casi infinitos.

21 de julio de 2009

Las cámaras del Apollo 11

El otro día escribí una entrada dedicada en parte a los documentales del Discovery Channel ‘When We Left Earth. The NASA Missions’. Como dije, en el capítulo 3 se muestran secuencias espectaculares sobre la llegada del hombre a la Luna. De entre esas secuencias me llamó la atención especialmente una toma alternativa del descenso de Neil Armstrong del módulo a la que hemos visto siempre. Se trata de una secuencia en color, de mucha más calidad que la retransmitida por televisión, tomada desde el interior de la nave por Buzz Aldrin. Esto despertó mi curiosidad sobre la equipación tanto fotográfica como cinematográfica que llevaban los astronautas en la misión Apollo 11. Buscando información por internet he encontrado varias fuentes, alguna de ellas muy buena, pero siempre incompletas. Así que, a grandes rasgos, estas son las cámaras que llevaban los primeros seres humanos que pisaron la Luna:

  • Cámara de cine Maurer 16mm DAC (Data Acquisition Camera). Se trata de la única cámara de cine que llevaban. Era capaz de filmar a 6, 12 y 24 fotogramas por segundo, además de poder tomar imágenes fijas. Estaba preparada para ser anclada a diversas partes del módulo lunar o bien ser utilizada «a mano».
  • Cámara de televisión ¡en blanco y negro! Westinghouse Apollo Lunar Television Camera. Era una «caja» de 28x15x8 centímetros y, con casi toda seguridad, la cámara de televisión más pequeña fabricada hasta el momento. Iba montada en el exterior del módulo en una de sus patas. Junto a ella dos objetivos: un gran angular y otro para tomas del «día lunar», un trípode, un cable de unos treinta metros que la conectaba con el Eagle, la antena y los circuitos de transmisión. Las imágenes que todos conocemos del momento histórico fueron transmitidas a la tierra a través de esta cámara. Después, la cámara fue colocada en un trípode a cierta distancia (está claro que no más de treinta metros) para seguir retransmitiendo imágenes en directo de los astronautas.
  • Cámara fotográfica Hasselblad 70mm EDC. Con esta cámara se tomaron las fotos de la superficie lunar, del módulo posado y de diversos detalles geológicos. Es una modificación que la compañía Hasselblad hizo del modelo comercial 500 EL. Utilizaba chasis de película de 70 mm. Carecían de visor, por lo que los astronautas debían fotografíar «a ojo» y necesitaron gran entrenamiento para obtener unos buenos resultados. En el documental del Discovery Channel se ve a Armstrong con esta y otras cámaras haciendo pruebas durante ese entrenamiento. Con motivo del 40º aniversario, la compañía ha colgado en su web un especial conmemorativo con promociones para quienes compren las cámaras herederas de aquellas. Hoy día son digitales y pueden llegar a los 60 megapíxeles en el caso de la H3DII-60.
  • Cámara fotográfica estereoscópica ALSEP (Apollo Lunar Surface Close-up Camera). Esta cámara estuvo destinada a tomar imágenes en relieve de la superficie lunar para ser estudiadas posteriormente.

Y paremos de contar. Sorprende que en una misión que cambiaría la historia de la humanidad sólo se utilizara una cámara de televisión para transmitir las imágenes, una sola cámara fotográfica y otra de cine (y sólo de 16mm). Hemos de tener en cuenta que el peso que soportaba el módulo Eagle era muy limitado y estaba muy estudiado. De hecho, para evitar problemas de sobrecarga a causa de las muestras lunares que se trajeron, tuvieron que dejar en nuestro satélite algunas de estas cámaras… Qué pena.

El vídeo de las imágenes de las que hablaba al principio, pero en versión sin restaurar, tomadas con la Maurer DAC:



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