Una buena compra: Toshiba Camileo s10
Aún a riesgo de contravenir el artículo 3.2.1 de mi Guía de estilo y buenas prácticas, que dice que no fomentaré el consumismo ni los posts se utilizarán para hacer publicidad encubierta, voy a comentar mis impresiones sobre la videocámara HD Toshiba Camileo s10, que encontré la semana pasada por 99 euros en Media Markt. Hace no mucho tiempo escribí una entrada sobre las videocámaras de bolsillo de alta definición y llevaba ya unos meses queriendo tener una.
Lo primero que me sorprendió fue su tamaño. Aunque ya había visto algunas fotos, hay que tenerla en la mano para darse cuenta de que tiene las dimensiones de un paquete de tabaco, aunque bastante más delgada. Es verdad que al tacto se nota que es puro plástico y da cierta sensación de fragilidad, pero también esos materiales le dan una ligereza que quizás de otro modo no podría conseguirse. La Camileo s10 viene con un montón de accesorios en la caja, lo que siempre es de agradecer: una buena funda, un cable USB, una pequeña correa, un cable HDMI, un trípode tamaño mini y el cargador. Hablando de cargadores, la batería, de la que había leído cosas no muy buenas, ha resultado ser mucho mejor de lo que me esperaba. La carga que venía de fábrica me duró un par de días. Una vez agotada, el recargado tardó unas dos horas y media. Por este precio sería mucho pedir, pero se echa de menos un zoom óptico, porque el 5x digital da ganas de llorar… Ya puestos con las pegas, los menús tienen un diseño bastante feo y son poco intuitivos. También cuesta adaptarse a su navegación (un joystick o una ruedita de botones no hubiera estado mal para realizar estas funciones.
A nivel de formatos, la videocámara es capaz de grabar vídeo en 1080p anamórfico (1440×1080 que posteriormente el códec H.264 «reinterpreta» a 1920×1080) a 30 fps, en 720p (1280×720) a 30 fps, en WVGA (800×480) a 30 y 60 fps, VGA (640×480) y QVGA (320×240). También toma fotografías a 5 Mpx. Tras muchas pruebas a todos los formatos he llegado a varias conclusiones: la primera es que, a máxima calidad, el vídeo resultante es impresionante, tanto viéndolo en una televisión LCD como en un ordenador. El color, la nitidez y en general la calidad de la imagen es infinitamente mayor de la que me esperaba. La segunda es la estabilidad del vídeo. Aunque claro, esto depende de la pericia del cameraman. Teniendo en cuenta que la cámara apenas pesa un centenar de gramos es complicado hacer un vídeo medianamente estable. Nos puede ayudar la función de estabilización que incorpora la cámara, prestación que no está disponible si estamos grabando a 1080p. Por suerte puedo utilizar el trípode que tengo de la cámara de fotos (la rosca que lleva es universal). La tercera conclusión es que hace falta tener un ordenador bastante potente para manejar y editar vídeo a máxima calidad, tanto a la hora de realizar un montaje como cuando queramos exportarlo para verlo en nuestra tele o reproductor multimedia portátil.
Una última ventaja con la que no contaba es que la videocámara se lleva muy bien con mi Mac. Los clips de vídeo grabados se guardan en un contenedor .mov de QuickTime, que como sabéis es el formato nativo que usa Mac OS X, con lo que a la hora de importarlos a, como es mi caso, iMovie ’09, todo va como la seda. Espero subir muy pronto un vídeo con algunas muestras para que veáis realmente de lo que estoy hablando.