Muchas bitácoras se hacen eco estos días del trigésimo aniversario de la compañía Apple. Muchos identifican a la empresa de la manzana mordida con un modo de vida, un estilo diferente, progresista, minoritario, que Apple ha sabido cultivar a lo largo de los años.
La historia de la gestación del primer Apple es una historia más que conocida por todos los aficionados a la informática. Corría el año 1976 cuando Steve Wozniak (25 años y empleado de HP) y Steve Jobs (estudiante en la Universidad de Berkeley) presentaron su ordenador hecho a mano, con una carcasa de madera muy rudimentaria. El aparato fue presentado en Berkeley y tuvo una gran aceptación. Vendieron doscientas máquinas. Rápidamente buscaron quien les financiara. Encontraron a Mike Markkula, quien invirtió para que la compañía Apple Computer pudiera ser fundada. El 1 de abril de 1976 la empresa se presenta en sociedad.
Desde entonces y hasta la llegada del Macintosh en 1984, Apple ocupó un discreto lugar en el todavía incipiente mercado de la informática. El ‘Mac’ supuso el principio de la popularización de los ordenadores Apple. Eran bonitos, silenciosos y tenían un sistema operativo con interfaz gráfico. Estaban a años luz de otras computadoras como los IBM PC, mucho más grandes y feos. Rápidamente, el ‘Mac’ se convirtió en símbolo de diseño, de estilo y de búsqueda de algo diferente. El eslógan ‘Think Different’ es buena muestra de como Apple explotó este aspecto. Durante los años ochenta, la saga de los Macintosh fueron sinónimo de multimedia, de potencia gráfica y de sencillez de uso.
Pero las cosas cambiaron cuando, a principios de los noventa, Microsoft sacó la versión 3.0 de su entorno gráfico Windows. Todos aquellos que tenía un IBM PC o compatible podrían ahora instalar un entorno gráfico intuitivo basado en ventanas, como el MacOS. La primera mitad de la década fue de mal en peor para Apple. Sus ordenadores comenzaron a quedarse obsoletos. Tenían que hacer algo. La revolución comenzó por dentro, por el corazón. En 1995 se sustituyeron los viejos procesadores 68000 de Motorola por los PowerPC de IBM, con mucha más capacidad de proceso. En 1998 llegó la revolución exterior. Las carcasas cambiaron el gris por el rojo, el azul, el amarillo, el verde. Había llegado el iMac. El nuevo producto de Apple supuso una nueva revolución. Apple volvía a reinventarse. Los nuevos ordenadores, con su atrevido diseño, imprimieron una nueva personalidad a la compañía. Nunca más un Mac se confundiría con un PC.
Si el hardware cambió, también lo hizo el software. El nuevo MacOS X cambió el diseño de interfaces, y el estilo cristalino del ‘Aqua’ hizo furor. El Mac era ahora mucho más sencillo de manejar. Toda esta revolución se tradujo en un espectacular aumento de ventas de los iMac. El lanzamiento en 2000 del iPod supuso la revolución de los reproductores MP3, que hasta entonces habían conseguido tímidos avances. Este pequeño reproductor con ruedecita también fue la puerta de entrada para nuevos ‘maqueros’ atraídos por la estética y la robustez del iPod.
Lo último de Apple es el anuncio del abandono de los procesadores PowerPC por los Intel, que han impulsado todos los Mac durante los últimos doce años.
Yo, como humilde simpatizante ‘maquero’ y orgulloso poseedor de un iPod 4G de 20 Gb, felicito a Apple por este aniversario y ¡que cumpla muchos más!