Termina ‘Diario Pop’
Escuché ‘Diario Pop’ por primera vez un sábado de marzo de 1995. Por entonces el programa se emitía en horario de tarde los fines de semana. Fue el comienzo de mi andadura por el mundo de la música independiente, aquella que permanecía al margen y que rara vez se podía escuchar en otros medios. Rápidamente me aficioné al programa y me sirvió para descubrir a muchas nuevas bandas. Apenas hacía unos meses que Los Planetas habían publicado su debut en la multinacional RCA y Manta Ray o Nosoträsh aún sonaban en maqueta. Al frente de este oasis de independencia estaba Jesús Ordovás, un tipo que trataba con un respeto exquisito a cualquier banda de chavales ilusionados con cuatro canciones bajo el brazo. Quizás eso fue lo que más me impresionó. Ordovás era un descubridor de talentos y jamás cerró la puerta.
Lejos de motivaciones comerciales, ‘Diario Pop’ fue un escaparate del Estado de la Nación Indie durante muchos años y supuso un poco de aire fresco. Yo aprendí sobre música, sobre las últimas novedades del subsuelo musical (cuando aún no había internet) y tomé conciencia de que había vida más allá de los estantes de discos de las grandes superficies. ‘Diario Pop’ cumplía la función de servicio público. Otorgaba unos minutos de gloria a las pequeñas bandas, sonaban sus maquetas por mal grabadas que estuvieran, todo de forma directa.
La culminación de esta admiración por Ordovás y por ‘Diario Pop’ tuvo lugar el año pasado en Zamora, durante las conferencias del Festival Proactive. En una de ellas pudimos pasar un largo rato con él y preguntar a placer sobre todo lo que se nos ocurría. Pero todo eso son sólo buenos recuerdos. Jesús Ordovás deja, después de 25 años, su ‘Diario Pop’ para acogerse a la jubilación anticipada como empleado de RTVE que es. Es la segunda marcha tras José María Rey y su ‘Bulevar’. Me inquieta pensar en cómo será la nueva Radio 3 post-regulación, pero temo que las cosas vayan a peor.