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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
18 de enero de 2008

El mito de ‘Holocausto Caníbal’

Cartel de la película

El otro día me puse a ver ‘Holocausto Caníbal’, una de las películas que tenía pendientes y sobre la que se ha dicho de todo. Esta producción italiana dirigida por Ruggero Deodato en 1980 ha dado mucho que hablar y se han dicho tantas cosas que no podía pasar más tiempo sin verla. Supongo que todos conocéis más o menos que ‘Holocausto Caníbal’ pasa por ser una de las películas de cine «comercial» más polémicas de la historia debido a sus crudas escenas de violencia extrema. A grandes rasgos el argumento viene a contar el contenido de unas cintas encontradas en la selva amazónica por unos antropólogos que acuden al rescate de unos colegas desaparecidos misteriosamente tiempo atrás. En esas cintas, que originalmente deberían contener un documental sobre una tribu de nativos, se revela el destino cruel del equipo de científicos, mostrando todo tipo de mutilaciones, rebanamientos y abundante material cárnico. Yo antes que filmar el descuartizamiento de mis colegas hubiera corrido selva a través como alma que lleva el diablo… pero bueno, cuestión de licencias cinematográficas…

Hay muchos elementos en esta película que son de lo más interesante y otros que lo son mucho menos. En primer lugar, el planteamiento general del argumento (las cintas perdidas) me parece impecable y de lo más original en aquella época. Después fue bastante copiado (véase si no ‘El Proyecto de la Bruja de Blair‘). Otro asunto interesante es el tratamiento realista que tiene la película. Si la producción hubiera sido más espléndida, el resultado hubiese sido más falso. Usar cámaras baratas (nada de Panavision) y escenarios selváticos y nativos auténticos le dan una pátina de verosimilitud. El tercer punto a favor es la sabia combinación de maquillaje y vísceras reales (se supone que de animales), aunque seguramente un cirujano o un forense encontraría los desmembramientos de la película como un puro disparate. Debieron dejar todas las carnicerías de la región sin existencias. De todos modos algunas de las escenas no son tan realistas como se ha querido hacer ver (por ejemplo, la chica empalada se nota demasiado que es un muñeco).

Pero ‘Holocausto Caníbal’ también tiene algunas cosas que se le vuelven en contra. Lo principal es que los actores son un poco malos, con interpretaciones ramplonas y poco creíbles en determinados momentos. Lo segundo, el maltrato animal. Aquí no hay muñecos ni maquillaje que valga. Las muertes y descuartizamientos de animales son tal cual, reales como la vida misma. Tercero: las connotaciones racistas hacia los indígenas, dando a entender que realmente existe una tribu tan sanguinaria como la que aparece en la película, cuando es evidente que en el Amazonas la inmensa mayoría de los nativos llevan ya camisetas de Ronaldinho. Quizás si la ambientación se hubiera localizado en las selvas de Nueva Guinea…

En definitiva, ‘Holocausto Caníbal’ ha tenido la suerte de haber sido prohibida en multitud de países europeos tales como Reino Unido, Finlandia o Noruega. Ha sido una publicidad tremenda y una forma de aumentar el mito que la rodea. Pero no deja de ser un ejercicio cinematográfico mediocre que, eso sí, ha sabido jugar muy bien con sus limitaciones. Y ese es su gran mérito.

17 de enero de 2008

Buenafuente y el MacBook Air

Me parto con este hombre:

17 de enero de 2008

Sobre el «asunto Gallardón»

A estas alturas ya se ha dicho casi todo sobre la exclusión del alcalde de Madrid en las listas del Partido Popular por la capital en favor de Esperanza Aguirre. A lo largo de los últimos días hemos visto y leído un montón de elogios, sin duda merecidos, a Gallardón. En mi opinión, el PP pierde tal vez su principal activo, un personaje político que es difícil que caiga mal y que tiene algo, prudencia y brillantez, de lo que carecen los actuales figurones del partido, repleto de mediocridad.

Pero no nos engañemos, Gallardón tampoco es un santo, y su ambición no conoce límites. Tras una vida política en un discreto segundo plano, sólo alzó tímidamente la voz cuando se jugaba algo gordo. Su aspiración a ser candidato a La Moncloa está, de momento, truncada, pero dudo que deje la política después del 9-M como se ha dicho. Precisamente si Rajoy fracasa, y especialmente si ese fracaso es rotundo, podría suponer un punto y aparte que abriría las puertas a una renovación, y Gallardón debería estar allí.

17 de enero de 2008

Probando Time Machine

Captura del interfaz de Time Machine

A Apple hay que reconocerle al menos un mérito: hacer sencillo lo que otros hacen complicado. Por eso siempre digo que si quieres tener un ordenador y no tener quebraderos de cabeza, cómprate un Mac. Cuánta gente que conozco se ahorraría miles de problemas si en vez de tener un PC con Windows (que el XP no me parece un mal sistema operativo, pero sí demasiado complicado para un usuario básico) se pasaran a Macintosh. Adiós a los problemas de virus, antivirus, ventanitas raras, mensajes de seguridad a todas horas, falta de archivos, mensajes ininteligibles, pantallazos azules, mal rendimiento, tener que formatear el disco de vez en cuando y un larguísimo etcétera.

Captura de la pantalla de configuración de Time Machine

Seguramente el mejor exponente de esta filosofía de simplicidad es el sistema de copias de seguridad automáticas Time Machine. Windows XP tiene también una aplicación que hace copias de nuestros datos. Pero, lo sé por experiencia propia, uno puede echar al menos una tarde en intentar configurar el maldito programa para que haga las copias de seguridad en otro ordenador conectado por red local, y que esas copias sean a una determinada hora. Aún no lo he conseguido. La idea de Time Machine es bien sencilla: hace copias de seguridad de todo el sistema cada cierto tiempo en un disco externo. Si el disco no está conectado no la hace. Así de simple. Lo único configurable son las carpetas que no queremos que sean copiadas. Cuando el disco externo se llena, en la siguiente copia reemplazará a la primera que se hizo y así sucesivamente, de forma que tendremos unas cuantas versiones de nuestro sistema almacenadas.

Lo mejor de todo y también lo más visual es el modo de recuperar la información antigua. Lo hace mostrando una batería de ventanas (ver la primera foto), cada una de ellas correspondiente a una copia almacenada. Podemos movernos tranquilamente por nuestras carpetas del disco duro y a la vez «retroceder en el tiempo» para rescatar un archivo que quizás borramos hace unos días.

La entrada ha quedado casi como si yo fuera un «MacEvangelista», pero lo cierto es que me ha sorprendido lo sencillo del funcionamiento de este sistema. A ver si Windows, por el bien de sus usuarios, se inventa algo parecido y que nunca más pierdan sus datos. O mejor, que se pasen a Mac.

16 de enero de 2008

Una biblioteca escasa

El pasado lunes se abrió la nueva Biblioteca Pública de Cáceres, un momento que llevaba esperando bastante tiempo, así que me pasé por allí para hacerme socio y así poder pasar mis solitarias tardes cacereñas entre libros. Me gustó el diseño del edificio, las enormes cristaleras que han puesto y el detalle de que además de los típicos puestos con ordenadores para consulta de internet, haya internet vía wifi en todo el recinto. Muchos usuarios ya tenían sus portátiles plantados en las mesas.

Pero también he podido comprobar como no andan muy allá en cuanto a fondos. Para una ciudad de 90.000 habitantes y un campus universitario con unas cuantas carreras, me parece una biblioteca algo escasa. Pocos libros técnicos, pocas novelas. No cuenta con una sala específica de lectura, sino que las mesas están repartidas a lo largo de las dos plantas.

Algo decepcionado me voy a la zona de audiovisuales. Aquí se me cae el alma a los pies. Poquísimas películas, poquísimos discos y mal colocados. Una decepción. Y a pesar de todo había bastante gente y parece que la inauguración ha sido todo un éxito. Conozco ya unas cuantas Bibliotecas Públicas a lo largo y ancho de nuestra geografía y tengo que decir que sin duda la que gana es la de Zamora. ¡Cómo la echo de menos!

15 de enero de 2008

Fin de legislatura

Este blog nació casi con el comienzo de la era Zapatero. Fue tan sólo cinco meses después de que el PSOE regresara a La Moncloa tras ocho años de gobierno de la derecha. Desde el principio he llevado a este sitio todas las vicisitudes y espantos que me provocaba o que me sugería el devenir de los acontecimientos en la que ha sido, sin duda, la legislatura más dura y sucia desde 1977. El Partido Popular, tras su inesperada derrota, se dedicó principalmente a restar legitimidad al nuevo Gobierno, a negar la mayor y a excusarse en los hechos del 11-M para justificar su derrota, cuando precisamente en esos días es donde está la clave injustificable de su fracaso, el momento en que el dique de basura acumulado a lo largo de los últimos cuatro años reventó y la ola se volvió contra ellos.

11-M, las fatídicas siglas del mayor atentado en suelo nacional, han sido algunas de las más repetidas a lo largo de todo este tiempo y uno de los ejes del discurso del Partido Popular, retorciendo sus argumentos hasta el delirio. Parece que hoy, a 15 de enero de 2008, ya nos hemos olvidado de la matraca que la derecha ha venido dando hasta hace bien poco con la autoría. Como por obra de encantamiento, el 11-M ha desaparecido sin dejar rastro. Sólo quedan algunos flecos (cada vez menos) en páginas interiores de El Mundo para alimento de los irredentos de la secta de los Peones Negros. ¡Qué tiempos aquellos del ácido bórico!

La utilización de la gente poco informada ha sido también una constante. Recordamos aquella recogida de firmas contra el Estatut catalán, ya fuera en mesitas en plan «ayuda-para-los-pobres» o bien a través de internet, con resultados de lo más jocoso. Recordamos la demagogia con el tema de los papeles de Salamanca, del absurdo boicot a los productos catalanes o de las docenas de archivos de Power Point (¡maldita la hora en que se inventaron!) con falacias y hasta calumnias sobre Cataluña que proliferaban por los ordenadores de media España.

También hemos visto como los obispos se manifestaban en la calle. La derecha se confundía con la ultraderecha a la hora de condenar los matrimonios entre personas del mismo sexo, o de «denunciar la persecución de la Iglesia» por parte de un Gobierno con cuernos y rabo. Hemos visto resurgir a los integristas católicos, Hazte Oír, los neocatecumenales, los de la COPE y demás personajes raros.

El último gran tema de acoso al Gobierno ha sido ETA. Unas siglas vomitivas que hemos tenido que oír hasta la extenuación a lo largo de esta legislatura. Primero como autores o co-autores junto al PSOE, a Al Qaeda, los servicios secretos marroquíes o quién sabe qué otros y después con el alto el fuego permanente y los contactos para explorar una posible salida dialogada a la violencia. El Partido Popular no podía desaprovechar la coyuntura para intentar introducir sus «argumentos». Aquellos meses se dijo de todo. Que se estaba negociando políticamente, que se entregaba Navarra a los terroristas (cuando al final fue el PSOE quien se lo entregó al PP después de las autonómicas de 2007), que el PSOE estaba pagando favores a los terroristas por el 11-M (sí, se dijo en algún medio afín a la derecha) y más cosas de las que es casi mejor no acordarse. Cuando ETA atentó en la T4, estoy seguro de que muchos se alegraron. Lo cierto es que se acabó la tregua, aunque no las acusaciones de seguir negociando. Después llegaría el asunto de De Juana, que quemaba al Gobierno en las manos y que terminó resolviendo no demasiado bien.

Y si hablamos de terrorismo, no podemos olvidarnos de la AVT. En estos cuatro años hemos visto que la principal asociación de víctimas se ha metido en política ocupando su lugar a la derecha del Partido Popular, en ese extremo tan concurrido junto a algunos obispos, «comunicadores», políticos y piezas de ajedrez. Han perdido una credibilidad que les costará mucho recuperar. Lástima por las víctimas.

Sí, ahora el Partido Popular se escuda tras las economía, un argumento normal y honesto que ha sido argumento de campaña desde siempre, para no tener que recordar todo lo que han dicho en su día, todo lo que hemos tenido que oír y ver. Aunque lo hagan agitando el espantajo de la crisis, la recesión y otras tonterías que esperemos que no calen en la gente, es un argumento normal.

Pero también voy a criticar al Gobierno. Me parece de lo más criticable su actitud pasiva ante todas estas provocaciones, agresiones e insultos. Quizás haya sido lo mejor, pero estoy seguro de que el Ejecutivo tiene infinidad de posibles herramientas que utilizar para neutralizar o al menos aplacarlas. Una de esas herramientas es la comunicación. Este ha sido un Gobierno autista, que no ha abogado por explicar sus argumentos a los ciudadanos de forma clara, rotunda y serena. Creo que hubiera sido una buena baza frente a la contaminación de la poderosa apisonadora mediática de algunos medios. Simplemente información y dejar las cosas claras. No hemos estado lo suficientemente informados.

La política de juventud del PSOE ha sido, en mi opinión, bastante mala. Desde las Keli Finder hasta la falta de ayuda para la vivienda ¡No queremos alquiler, queremos comprar un piso!. El mileurismo endémico se extendía por los jóvenes más afortunados mientras la especulación urbanística seguía imparable. El empleo es cada vez más precario, más temporal y peor pagado. La «flexibilidad» laboral no es más que un eufemismo, una excusa para que las empresas puedan contratar y despedir a su antojo a sus empleados, pura mercancía. Cierto que cada vez se firman más contratos indefinidos, pero son insuficientes. Lamentablemente, en estos asuntos, derecha e izquierda se tocan…

Me dejo muchas cosas atrás que por pereza u olvido prefiero no escribir. Quedan menos de dos meses para las elecciones y el resultado es incierto. Nadie puede aventurarse a pronosticar un resultado. Algo que aparte de emocionante es peligroso. No me quiero ni imaginar un empate técnico. ¿Qué ocurrirá? ¿Quién pactará con quién? ¿Entraremos en una nueva crisis política? ¿Habrá nuevas elecciones?

14 de enero de 2008

Los wikis llegan a la lengua castellana

El fenómeno de los wikis o webs colaborativas que almacenan una información colectiva no es algo nuevo. Pero poco a poco va introduciéndose en ambientes tradicionalmente «serios» e inmovilistas. Desde el ejemplo paradigmático de la Wikipedia o enciclopledia global y abierta hasta los wikis particulares o de pequeñas colectividades. La filosofía de los wikis va unida a la de información libre y abierta. Y pocas cosas más libres y abiertas como una lengua, un idioma que comparten millones de ciudadanos.

Con bastante retraso, como siempre pasa por estas tierras, se lanza ‘Wikilengua’. Se trata de un proyecto patrocinado por BBVA, la Agencia EFE, Accenture, Red.es y la Universidad Autónoma de Madrid a la que se han adherido otras empresas, organizaciones y medios de comunicación. De lo que se trata es de, según se dice en la propia web, crear un punto de encuentro para especialistas y aficionados a la lengua castellana así como un lugar abierto al debate sobre la aplicación de las normas o a crear un compendio de errores y vicios frecuentes en el uso del idioma en medios de comunicación. También se delimita bien que no se trata de una web con ánimos normativos ni académicos.

La ‘Wikilengua’ se estructura en varias secciones principales: gramática, ortografía, nombres propios, léxico, diseño y el mundo de la lengua. Dentro de cada uno de estos aspectos básicos podemos encontrar (o crear) artículos que resuelvan o planteen dudas sobre su utilización o bien propuestas de normas para futuras revisiones.

En general me parece una buena propuesta, aunque está más pensada para gente del mundillo que para cualquier ciudadano. De hecho al registrarse para colaborar se exige una dirección de correo electrónico que no sea de un servidor gratuito tipo Yahoo!, Gmail o Hotmail. En cierto modo, se traiciona el espíritu de los wikis, restringiendo consciente o inconscientemente la participación. Si esta medida se toma para evitar sabotajes en los artículos, creo que no es la mejor manera, porque, al final todo quedara, como siempre, entre especialistas.



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