«Deus ex Machina» y la «Suspensión de la Incredulidad»
Buscando artículos por internet sobre la serie Lost (Perdidos) a la que me estoy empezando a enganchar me encuentro con dos conceptos, que no sé si llamar filosóficos o cómo, que me han llamado la atención. El primero de ellos es uno que seguro que habéis oído muchas veces: «Deus ex Machina«, literalmente «Dios desde la máquina» que a su vez deriva de otra expresión griega. Hoy entendemos este concepto como cualquier intervención externa que soluciona un problema o una situación a priori irresoluble que podría atribuirse a la casualidad.
Es el típico ejemplo de cualquier película de aventuras en la que el bueno llega justo en el momento en que van a secuestrar a la chica de turno o cuando una mano salvadora evita que el protagonista caiga por el acantilado. Lo verdaderamente curioso es el origen de «Deus ex Machina«. Según la Wikipedia, proviene del teatro griego, en el que el papel principal era salvado en los momentos más comprometidos por una deidad que era introducida en el escenario por una especie de grúa o artilugio (de ahí lo de machina). En los últimos tiempos también se ha utilizado para referirse a un Dios-máquina, al estilo Matrix o Terminator.
El otro concepto, y que está ligado al anterior es el de la «Suspensión de la incredulidad«, unas palabrejas que todo guionista de cine o novelista ha de tener siempre presente. Más o menos viene a ser hacer creíble ante los lectores o espectadores aquello que es imposible fuera de las reglas creadas en un mundo imaginario, como por ejemplo aceptar como normal que existen varias razas de extraterrestres dentro del mundo de Star Trek o de Star Wars. Por supuesto que hay tener mucho talento e imaginación para hacerlo verosímil y en parte esa es la diferencia clave entre una buena y una mala obra de ficción.