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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
13 de mayo de 2008

El retorno de Serpentina

Hemos tenido que esperar cuatro años para poder escuchar el nuevo trabajo de Serpentina. El dúo valenciano nos sorprendió en 2004 con su debut en largo ‘Blancamañana’ (Annika Records). Su estilo, a pesar de basarse principalmente en referencias de los años sesenta, sonaba completamente diferente a cualquier otra cosa hecha en nuestro país en los últimos tiempos, quizás con la única excepción de los desaparecidos Niza. Aquel disco nos dejó al menos un par de temas antológicos y no exentos de cierta ironía y mala leche. Me refiero a ‘El apartamento’ y ‘Demasiado azúcar’. Aún hoy forman parte de mis listas de reproducción.

El nuevo ‘Planeando en Tu Azotea’ (Elefant Records, 2008) era muy esperado, y creo que no ha defraudado a nadie. Los temas que contiene, siempre cortos y sencillos, superan en su conjunto a su predecesor aunque no tiene «canciones bandera», el resultado es más coherente y luminoso. A mi me ha resultado mucho más difícil elegir mis cortes favoritos.

Su primer sencillo es ‘Querido miedo’. Quizás es un tema que no le hace justicia a todo el conjunto. Otros como ‘El universo’ o ‘Tan fácil’ me gustan más. Pero bueno, para gustos se hicieron los colores. ‘Querido miedo’ es además, si no me falla la memoria, su primer videoclip. Es interesante, pero poco original (sobre todo esos cuadraditos en plan Mondrian) y un pelín soso.

12 de mayo de 2008

La nueva web de RTVE ya es beta

Hoy sale en muchos blogs la noticia de que la corporación RTVE ha colgado una versión preliminar de su nuevo website corporativo. Reconozco que tenía grandes expectativas sobre los resultados. Había escuchado hablar bastante sobre los servicios que incluiría, sobre todo el archivo. Pero por desgracia, esas expectativas no se han visto satisfechas. No de momento…

Con esto no quiero decir que no mejore respecto a la antigua web. Aunque claro, tampoco había que hacer mucho esfuerzo para hacer algo mejor. Nada más entrar, la vista se me ha ido hacia esa rayita de colorines que se mueve… ¿De quién habrá sido la brillante idea? Siguiendo con lo puramente estético, llama la atención el desprecio absoluto por los colores corporativos de la cadena. Es más, los colores que se utilizan en la web chirrían un poco. No sé a qué vienen esos rótulos en plan CNN pero con tonos rosas y azules o el fondo negro de la cabecera. Ved, por ejemplo, las webs de la BBC o de France 2, donde en ningún momento se rompe la armonía.

Una de las características que había despertado más expectación es el archivo. En teoría allí se va a volcar buena parte del abundante material que nuestra televisión guarda. De momento podemos ver poca cosa. Sólo algunos fragmentos de pocos minutos de programas y momentos históricos, pero nunca en sus emisiones originales, sino dentro de otros espacios recientes dedicados a recordar aquellas imágenes. Esperemos que cuando la versión final de la web esté lista, sea un verdadero archivo con programas completos, tal y como se emitieron. Donde sí tenemos los programas completos (algunos) es en otro nuevo servicio llamado TVE a la carta, donde podremos ver espacios ya emitidos, incluidas las series de producción propia.

Es pronto para emitir un veredicto y aprecio el esfuerzo que la televisión pública está haciendo por modernizarse, pero pienso que aún quedan algunos obstáculos que salvar, «soltarse un poco» con el tema de internet y darle a la web la excelente imagen que puede verse en las cortinillas y cabeceras de televisión.

11 de mayo de 2008

Documentos elegantes con tu procesador de textos

Desde que empecé a hojear publicaciones técnicas foráneas, bien a través de internet o bien en libros, empecé a apreciar (y a envidiar) la forma tan exquisita en la que estaban maquetados, sin dejar al azar ningún detalle. No hay duda de que en el mundo anglosajón hay mucha más tradición y se pone más cuidado a la hora de hacer documentos con «buen aspecto». Desde los documentos administrativos hasta los científicos, ingleses y norteamericanos siempre me han maravillado en ese tema.

Por estas tierras tenemos algunos vicios y defectos que hemos de desterrar si queremos que tomen en serio nuestros trabajos. En mi día a día he visto documentos oficiales de la Administración escritos con Comic Sans, con cuerpos de letra enormes (16 o 18 píxeles, no exagero), títulos hechos con el nefasto WordArt, márgenes descuadrados y demás horrores. Supongo que ante eso poco se puede hacer. No importa que uno domine el Word o el procesador de textos de turno mientras la cultura de confección de documentos sea nula. Y menos mal que todas las administraciones dictan normas estrictas, con plantillas incluidas, sobre la apariencia que han de tener los escritos. Pero ni con esas…

Así que me he decidido a hacer un «octálogo» de obviedades (porque es lo que son) fruto del sentido común. Nada más. La idea que subyace en cada uno de estos «mandamientos» es el de aprovechar las enormes posibilidades que nuestro procesador de texto nos permite hacer. En nuestro día a día apenas utilizamos un 2 o un 4% de las opciones. Muchas de ellas nos pueden facilitar mucho las cosas y ahorrar tiempo.

Antes de nada conviene tener claro de antemano qué aspecto le vamos a dar a los diferentes elementos de nuestro documento. Improvisar no suele dar buen resultado. Lo mejor es elaborar un «documento piloto» con todos los elementos y sus formatos respectivos para saber si el resultado es el esperado. Incluso si nos queremos tomar la molestia podemos crear un estilo propio. Es aconsejable sobre todo cuando tengamos muchos documentos que formatear.

  1. Usa las fuentes adecuadas y no intentes combinaciones imposibles. Los tipos de letras que vienen con Word u otro procesador son más que suficientes para cualquier tipo de documento. No instales nuevas fuentes sólo porque te parezcan bonitas, los resultados no suelen ser buenos. Hay tipos que entre ellos no se llevan nada bien. No hay ninguna regla sobre ello, así que hay que confiar en el gusto y el sentido común de cada uno.
  2. Juega con los tamaños y los formatos de las fuentes. Una buena combinación de cursiva, negrita, fuentes en versalita y otros formatos puede dar un resultado muy profesional. No olvides ajustar el interletrado si utilizas cuerpos de letra muy grandes. Suele proporcionar un efecto más agradable a la vista. También es importante el interlineado, sobre todo para textos densos, porque ayuda a la lectura. ¡Cuidado con los colores! Evita su uso a menos que sea imprescindible, y siempre de forma discreta.
  3. Cuida los márgenes. Procura que sean generosos si hay mucho texto. Los renglones cortos son más fáciles de leer. Mantén una coherencia a la hora de tabular tu texto porque ayuda a jerarquizar mentalmente los párrafos.
  4. Cuida que los símbolos (porcentaje, euro, guiones, comillas) estén bien puestos y sean coherentes. Ya no digamos si hay fórmulas matemáticas. En ese caso usa el editor de ecuaciones. Te facilitará mucho el trabajo.
  5. No menosprecies el poder de tu procesador de textos. A lo largo de los años, las aplicaciones de edición de documentos han mejorado mucho y han incorporado funciones que ni siquiera sabemos que existen. Con el procesador de textos Word (y con cualquier otro también) se pueden hacer muchas más cosas de las que imaginas (índices, citas al pie, hiperenlaces dentro del documento, columnas).
  6. Pon cabeceras, encabezados y pies de página (y que sean discretos) y numera las hojas del documento.
  7. Cuida la ortografía. No necesita comentarios. Me he encontrado muchos documentos presuntamente serios pero con faltas.
  8. Sé original y elegante. Un documento ha de ser legible, eso es lo primero. Pero no significa que no pueda tener algo de creatividad, siempre que sea en aras de una mayor claridad. Así de repente se me ocurre usar sombreados, grandes márgenes o tipos de tamaños exagerados para marcar por ejemplo el comienzo de una nueva sección.

A ver si conseguimos entre todos que nuestros documentos sean un poco más elegantes…

10 de mayo de 2008

‘Shara’, la luz y la oscuridad de la vida

Siempre me ocurre lo mismo a la hora de comentar una película oriental, sobre todo si es japonesa. Uno sabe lo que quiere escribir pero nunca acierta con las palabras exactas. El análisis se vuelve casi imposible, indescifrable. Algo así me ha pasado con ‘Shara’ (2003) de Naomi Kawase. A pesar de haber leído unas cuantas críticas, ninguna de ellas en mi opinión, consigue reflejar el punto de vista sobre la película. Muchas caen en la pedantería, en las explicaciones enrevesadas que contrastan con la sencillez apabullante de la cinta.

La historia cuenta la vida de Shun y cómo vive la desaparición de su hermano Kei mientras jugaban en un jardín. Esa desaparición marcará su existencia y la de su familia y vecinos del barrio. Pero lejos de resignarse, Shun decide mirar adelante porque la vida sigue y el oscuro pasado queda cada vez más atrás.

Kawase tiene esa rara virtud que sólo tienen sus compatriotas de aunar esa simplicidad y esa parquedad de palabras tan cortante. Desconcierta pensar que ‘Shara’ cuenta más con sus elipsis y con las miradas de sus protagonistas que con sus palabras. De hecho, el film tiene muy pocos diálogos y muchas largas escenas en principio intrascendentes, pero que arman una estructura que cobra sentido a medida que avanzan los minutos. El simbolismo también tiene un papel muy importante. La naturaleza, la vida y la muerte (real o figurada), las relaciones familiares o el arte se mezclan con la vida cotidiana japonesa.

Estoy seguro de que en la traducción de los subtítulos se quedan muchas claves para entender la película. Sólo conociendo la idiosincrasia y la cultura del país asiático puede comprenderse por completo. Para quien quiera leer un artículo infinitamente más profundo de la película le recomiendo uno en la (abandonada) web de cine Tren de Sombras.

9 de mayo de 2008

Las baladas Child

La primera vez que oí hablar de las baladas Child fue leyendo el libro ‘The Drifters’ (1971) (aquí peregrinamente traducido como ‘Hijos de Torremolinos’) de James A. Michener, una de mis novelas de cabecera. En él, una de las chicas protagonistas llevaba siempre una guitarra con la que tocaba estas baladas. Hace ya unos doce años de aquello, y en su día me picó la curiosidad sobre esas baladas, pero no llegué a encontrar nada. Buscando estos días por internet he encontrado algo de información, tampoco mucha, y casi siempre en inglés.

Las baladas Child reciben su nombre del investigador Francis James Child que fue quien, entre 1882 y 1898, se dedicó a recopilar cánticos populares de Escocia e Inglaterra. Estas baladas emigraron junto a los primeros colonos hacia el nuevo mundo, por lo que existen versiones «americanizadas» de muchas de ellas. Todas ellas llegaron a nuestros días a través de viejos documentos que Child recopiló. En total son 305 baladas que abarcan cinco siglos (entre el XIII y el XVIII). Viendo la lista completa de títulos, puede adivinarse que la temática predominante era la fantástica, los cuentos de hadas, las gestas épicas del Rey Arturo, de guerreros, reyes, princesas, elfos y demás personajes del imaginario popular medieval. Unos cincuenta de estos cantos narran las hazañas y aventuras de Robin Hood.

Pero fue durante los años sesenta cuando el movimiento folk (y a veces no tan folk) reivindicó y versionó muchas de estas baladas. Joan Baez o Art Garfunkel están entre ellos. A pesar de su popularidad dentro del mundo anglosajón, apenas son conocidas fuera. De hecho, que yo conozca, ninguna de estas baladas han sido traducidas ni se ha publicado ningún libro sobre ellas en castellano. No hay más que echar un vistazo por la internet en español para darse cuenta de que apenas existe información en nuestro idioma. Así que ahí queda este apunte…

8 de mayo de 2008

Frank J. Tipler y ‘La Física de la Inmortalidad’

Hace unos meses hablé por aquí de Rupert Sheldrake, uno de los científicos más heterodoxos y polémicos que existen en la actualidad, vapuleado y admirado a partes iguales por su teoría de los campos morfogenéticos. No menos polémico es Frank J. Tipler, físico y matemático de la Universidad de Tulane en Nueva Orleans. Tipler es un investigador de reconocido prestigio en todo el mundo y ha publicado sus trabajos es las revistas más importantes del sector. En mi opinión es el vivo ejemplo de cómo usando las leyes de la física se puede teorizar sobre absolutamente cualquier cosa sin que nadie pueda rebatirlo con argumentos. Y es que Tipler utiliza argumentos tan sólidos, como volátiles y difíciles de comprobar.

Su principal obra, y la que provocó todo el revuelo hace unos años es ‘La Física de la Inmortalidad’ (1994), un ensayo donde expone una compleja teoría sobre la posible existencia de una conciencia superior (o más bien una suprainteligencia artificial), creada por las propias especies inteligentes, cuyos avances científicos llegarían a tal nivel que conseguirían controlar el comportamiento del universo y del tiempo. Esta ciencia todopoderosa conseguiría recrear el pasado, el presente y el futuro, de forma que podría simular la vida de todos los seres que han vivido. Sí, suena muy raro. En la Wikipedia creo que lo explican algo mejor:

El científico argumenta que la evolución natural de las especies inteligentes dará como resultado el crecimiento exponencial del progreso científico, posibilitando un control absoluto sobre el universo, incluso a la mayor escala.

Tipler predice que este proceso debe culminar con una inteligencia artificial casi todopoderosa cuya velocidad de computación y capacidad de almacenamiento informático crecerán del mismo modo exponencialmente, y a un ritmo que impedirá el colapso del universo, proporcionando así un infinito «tiempo virtual», el cual será utilizado para desarrollar simulaciones informáticas de toda forma de vida inteligente que alguna vez haya existido en la historia del universo. Dicho ejercicio de realidad virtual es lo que Tipler denomina la «resurrección de los muertos».

Juzgad vosotros si este hombre está para que lo encierren o si tiene razón. Yo no he leído el libro, pero tengo la sensación de que no hubiese servido de nada… Ah, por cierto, en el programa número 170 de ‘Redes’, Eduardo Punset le hizo una entrevista. No he podido verla porque no la he localizado.

7 de mayo de 2008

El Barómetro del Real Instituto Elcano

Esta semana ha salido en los medios de comunicación algunos resultados sobre la 17ª Oleada del Barómetro que realiza el Real Instituto Elcano, una fundación privada creada en 2001, pero con vocación de servicio público. Su principal misión es la de analizar las interacciones y relaciones de España y los españoles frente al mundo exterior. El barómetro está compuesto por una encuesta realizada a ciudadanos de todo el país y en la que se interroga al encuestado sobre diferentes asuntos de la actualidad internacional.

De esta 17ª oleada, se pueden sacar un montón de datos interesantes sobre nuestras opinión del mundo que nos rodea. Para un 56% de los españoles, la situación internacional es bastante mala. Somos pesimistas. El 26% piensa que es bastante buena y sólo el 4% que muy buena. Y aquí empiezan las conclusiones: a mayor edad, peor percepción. Los votantes declarados de la derecha también tienen una visión más pesimista de la situación del mundo. En cuanto a la visión del futuro, la cosa se reparte entre el 32% que cree que irá a peor, el 30% que cree que seguirá igual y el 28% que opina que mejorará. De nuevo aquí la izquierda es más optimista que el centro y la derecha.

En otra pregunta se radiografía a la perfección cómo piensan las ideologías. Los resultados son del todo previsibles. Se pregunta por las principales amenazas del mundo. Mientras que para el centro y la derecha, la principal es el terrorismo internacional, la izquierda se inclina más por el calentamiento global y para quienes ni la inmigración ni los gobiernos populistas en América Latina suponen una gran amenaza. Y siguiendo con la política, casi la mitad de los encuestados pensaron que la primera legislatura de Zapatero no presto suficiente atención a la política exterior.

Y aquí llega quizás el titular de toda la encuesta. O al menos es lo que más han recalcado los medios, sobre todo la prensa escrita. A la pregunta de qué candidato le gustaría que ganase las elecciones de noviembre en los Estados Unidos, un abrumador 38% apostaba por Barak Obama, mientras que Hillary Clinton se quedaba con un 23% y McCain con un testimonial 5%. Entre los encuestados de 18 a 64 años, Obama duplica a Clinton en preferencias. Sólo entre los jubilados gana Hillary con un 26% frente a un 25% de Obama. ¿Hay alguna forma de explicarse esto?. Barak Obama, como era previsible, arrasa entre los que tienen estudios más altos y entre los votantes de izquierda.

Cambiando de asunto, pero todavía centrados en los Estados Unidos, se preguntó a los españoles sobre la guerra de Irak. Las cosas siguen más o menos igual que hace cinco años. Un aplastante 91% piensa que la guerra no mereció la pena. Incluso entre votantes del PP ese porcentaje asciende hasta el 79%. La mitad opina que la situación en Irak es ahora peor que con Saddam Husein, incluso entre los votantes de derecha.

Podría estar destripando la encuesta un rato más, pero lo mejor es que, si os interesa le echéis un vistazo, porque se tratan otros temas de actualidad como el boicot a los Juegos Olímpicos de Pekín, la independencia de Kosovo, el «choque de civilizaciones» y otros muchos.



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