Desastre en Eurovision
Aunque tenía previsto haber escrito ayer sobre el Festival de Eurovision, al final decidí dejarlo para hoy y comentar tanto la retransmisión como el resultado de la participación de Televisión Española. Como todos sabéis, la infame canción de Soraya ‘La Noche no es Para Mí’ quedó penúltima, por encima del puesto que se merecía. Andorra, Portugal, Grecia y Suiza acudieron a nuestro rescate e impidió que la cosa fuera todavía peor. Pero después comentaré la canción, porque merece un párrafo aparte.
La organización de la gala por parte de la televisión pública rusa fue impecable en las formas. Tanto el grafismo que acompañaba a la presentación de cada país concursante como la rotulación fue imaginativa, moderna y bonita con profusión de tipografías Myriad y coloridas cortinillas. El escenario, como estamos acostumbrados en las últimas ediciones del festival, es impresionante y muy versátil, con partes móviles y paneles LCD por todas partes. Pero claro, cuando las formas eclipsan el fondo es que algo va mal. En un festival de la canción lo principal debería ser la música y, quizás complementariamente, el espectáculo. Lo que vimos anoche fue un espectáculo tan vacío como apabullante. Posiblemente fue la retransmisión eurovisiva más abrumadora y variada que recuerdo. Y también la que menos imaginación y talento ofreció en el escenario.
Ya nos habíamos acostumbrado en años pasados a encontrar alguna canción salvable, algo que rescatar de entre la purpurina y las lentejuelas. Recuerdo a Lordi, ganadores en 2006 para Finlandia y a algún otro valiente. El año pasado con la participación de Rodolfo Chikilicuatre entre otros, fue la edición más friki de la historia y quizás una de las más divertidas. Detrás de todo eso había algún buen tema, como ‘Divine’ de Sébastien Tellier. Y pensar que La Casa Azul pudieron estar ahí… Volviendo a lo que ocurrió anoche, en la fase de votaciones se batió un récord: Noruega, el país ganador, lo hizo con la mayor cantidad de puntos de la historia (387) y con la mayor diferencia sobre el segundo, Islandia (218 puntos). El culpable de llevarse el festival a Noruega es Alexander Rybak, una suerte de Harry Potter sin gafas y con violín, que traía un tema llamado ‘Fairytale’. La canción no puede ser más empalagosa ni contener más tópicos en su letra.
Dicen que en el país de los ciegos, el tuerto es el rey. En comparación con el ‘La Noche no es Para Mí’ de Soraya, el tema de Rybak es puro Mozart. Podría llenar páginas y páginas con adjetivos no precisamente buenos para calificar a esta canción: Sosa, rutinaria, gris, trillada… Pero si hasta el nombre no es original (‘La Noche no es Para Mí’ era un tema de Vídeo, un grupo tecnopop de los ochenta). La melodía parece un «megamix» que recuerda sospechosamente a decenas de temas latinos baratos que hemos oído en discotecas y bares. Es, con toda seguridad, el peor tema que Televisión Española manda a Eurovisión en lo que llevamos de década, que es mucho. Además, la penúltima posición de Soraya duele más que otras veces. Ahora no vale echarle la culpa a las estrategias geopolíticas, porque anoche se inauguró un sistema mixto, donde jurados nacionales de cada país compuesto por profesionales de la industria musical aportan el 50% de las votaciones, mientras que el otro 50% se obtiene del televoto de cada país.
Y ahora ya sólo me queda gritar: ¡Que venga otro Chikilicuatre!