Joe Crepúsculo es posiblemente uno de los personajes del pop independiente nacional más discutibles y discutidos. La forma de interpretar sus temas con esa voz rasposa y susurrante, las letras a veces tan absurdas y naïf y esa mezcla de estilos sin complejos hacen que no puedas ser indiferente a su música. Yo no lo fui y coroné a su anterior trabajo ‘Supercrepus’ al primer lugar de los mejores discos nacionales de 2008, un disco de ni más ni menos que veinte temas. Y es que Joe Crepúsculo es uno de los artistas más prolíficos del panorama nacional. Si el año pasado lanzó ‘Escuela de Zebras’ y el mencionado ‘Supercrepus’, este año también tenemos un disco suyo. Se llama ‘Chill Out’ y llevo cosa de un mes escuchándolo con atención y con esa misma sensación apabullante que tuve en la ocasión anterior.
No sabemos si Joel Iriarte fagocita toda la música posible y la transforma, la procesa, la deconstruye o la reinterpreta a su manera, poniendo algo de armonía y orden en el revoltijo resultante, pero es la impresión que da al escuchar los doce temas de este nuevo álbum. Su producción es mejor, pero sigue sin separarse de esas cajas de ritmos y esos sintetizadores en plan amateur, algo cutres y como de verbena de barrio. Nunca sabemos si el Crepus va en serio o no. Esta sensación aumenta cuando vemos sus descolocantes videoclips. Hasta la fecha ha grabado dos. Ambos inclasificables y absolutamente originales. Aquí os los dejo:
‘Toda esta energía’:
‘Siento que muero’, un «megamix» de escenas televisivas ochenteras con estribillo que recuerda a ‘Clavado en un bar’ de… ¡Maná!:
La cinematografía de cada país tiene que aguantar una cruz, justa o injustamente asignada. La del cine español todos la sabemos, también hablamos de «americanada» y, por supuesto, un cine típica e inconfundiblemente francés. Quizás sea algo más sutil, pero los franceses han sabido explotar hasta la saciedad la herencia de la nouvelle vague, algunas veces con fortuna y otras no tanto. El caso que nos ocupa es ‘La Belle Personne’, una producción de 2008 realizada por Christophe Honoré. Es el clásico ejemplo de cómo una buena película puede llegar a estropearse (por poco, eso sí) por culpa de un exceso de «pretenciosidad intelectual» tan corriente en el cine galo de los sesenta, los setenta e incluso los primeros ochenta. Pero no hay que quitarle el mérito a Honoré al adaptar una novela de época (ni más ni menos que el hito de la literatura francesa ‘La Princesse de Clèves’ de Madame de La Fayette) a un instituto de hoy día.
La historia no es nueva. Junie es una chica que por circunstancias personales llega a un nuevo instituto. En un principio sólo conoce a su primo, pero su extraordinaria belleza revolucionará a sus alumnos masculinos e incluso a su profesor de italiano. A medida que avance la trama, las envidias, los celos y las intrigas conformarán un fresco de las miserias y los sentimientos humanos, tanto de los más bajos como de los más altos.
Pero como dije, el aire intelectualoide (esos alumnos de peinados imposibles con cara de póker o ese profesor de aspecto atractivamente taciturno…) y la pretenciosidad de lo que se adivina en algunas secuencias hace de esta una película un ejercicio de estilo que roza la pedantería en algunos momentos (no muchos, es verdad). Un aspecto que no parece culpa de los actores, cuyo trabajo es bastante bueno en general, con unas interpretaciones comedidas e incluso austeras. Esto ocurre en el caso de la chica protagonista (Léa Seydoux), que llena la pantalla con esa blanquísima belleza aunque aparezca en una esquina del plano. No necesita nada más para hacerse notar. Honoré lo sabe y ella siempre es el centro de la acción mientras esté en pantalla. En definitiva, una película interesante con alguna pega y en la que el espectador ha de poner bastante de su parte para sacarle todo el jugo.
Google ha presentado recientemente su lenguaje de programación llamado Go, un lenguaje que según aseguran tiene la eficiencia de un lenguaje de medio nivel como C o C++ junto con la rapidez de compilación y ejecución de los lenguajes interpretados, como Python. A simple vista tiene el aspecto clásico de C++, Java o PHP. A nivel de sintaxis sus estructuras de datos, de control, etc son aparentemente muy similares y no hay nada que me haga pensar que a nivel interno (gestión de memoria, de I/O..) sea muy diferente de C/C++. Si alguien conoce alguna característica bien diferenciada de otros lenguajes por el estilo, por favor que me la diga. Pero no he podido evitar descargármelo e instalarlo. De momento sólo está disponible para Linux y Mac OS X. Para que os hagáis una idea, este es el código del «Hola Mundo» copiado de la página oficial de Go:
package main
import "fmt"
func main()
{
fmt.Printf("Hola Mundon")
}
Una vez dicho esto, me viene una pregunta a la cabeza: ¿Para qué queremos otro lenguaje de programación? ¿No existen ya demasiados? Existen otros «lenguajes de moda» que pasaron por aquí, como Ruby, mucho más revolucionario que Go, pero que tengo la impresión de que ha pasado sin pena ni gloria. Lo mismo pienso de C#, la gran apuesta de Microsoft de hace unos años y que muy poca gente utiliza. Lo único que se consigue con esta diversificación tan gratuita es que los desarrolladores se vuelvan locos, no profundicen en todas sus posibilidades o que sea complicado especializarse en un lenguaje de programación con dudoso seguimiento. Aún así, bienvenido al mundo de la programación.
A pesar de que en los últimos años el mundo audiovisual ha crecido y el número de nuevos canales se ha multiplicado, aún es complicado escuchar algo sobre Zamora en alguno de ellos. Por eso cuando nos vemos reflejados en un programa de televisión se nos levantan las orejas, se hace el silencio en casa y nos quedamos mirando fijamente a la pantalla. Esta vez me he enterado a través de un enlace enviado por correo electrónico de que La Sexta emitió hace un tiempo un espacio sobre nuestra ciudad. Concretamente ha sido dentro de ‘Historias con Denominación de Origen’.
Pero no esperéis otro aburrido programa sobre Zamora, sobre el románico y todos los tópicos de siempre. Su principal virtud es precisamente todo lo contrario. Nada de tópicos. Es verdad que hay románico y gastronomía, pero también la otra cara de la ciudad, aquella que incluso para los que vivimos (o vivíamos) allí no conocíamos (raperos, travestis o un emigrante en Argentina que vuelve a su tierra). Recomendable. Aquí os lo dejo dividido en tres partes:
Ahora mismo están de actualidad los sistemas de interceptación de las comunicaciones. Lo estuvieron en su día cuando se habló por primera vez de Echelon, después con Carnivore, y ahora a nivel nacional con SITEL. Algunos han querido relacionar este sistema de escucha elaborado por la compañía sueca Ericsson en 2000 con los recientes casos de corrupción en el PP. No digo que esto no sea así, pero determinados medios de comunicación conservadores y ultraconservadores llevan algunas semanas sembrando dudas y sospechas sobre el correcto uso de este sistema. El tema es complejo porque entran en juego asuntos jurídicos y técnicos de gran calado. Esa complejidad se agrava cuando SITEL es un sistema más o menos secreto en su funcionamiento y alcance por razones evidentes. La información oficial sobre él, imagino, es clasificada. Pero sobre lo que yo quería hablar se escapa a las trifulcas partidistas a las que estamos acostumbrados.
Hay mucha gente que es dada a exagerar. Ya he leído calificativos como «El Gran Hermano de Zapatero», «La oreja electrónica de Zapatero» y otros por el estilo. Es verdad que los ciudadanos de a pie tendemos a inquietarnos con todo lo que suene a espionaje, porque pensamos que nosotros podemos estar siendo espiados. ¿La razón? Nadie nos dará una respuesta, pero parece ser que al poder les interesa mucho nuestra vida, nuestras conversaciones y nuestros correos electrónicos (ironía, por supuesto). Apliquemos el sentido común. Me resulta complicado pensar que exista una capacidad de procesamiento tal (ni de almacenamiento) que permita «capturar» simultáneamente todo el tráfico que se genera mediante las comunicaciones electrónicas. Y en el supuesto caso de que se pudiera guardar todo, esa información de por sí no sería útil, habría que someterla a un proceso de clasificación y selección. Por tanto, eso de Gran Hermano quizás deberíamos dejarlo para alguna película.
Sin embargo, la perdida de privacidad es un hecho incuestionable. Y no por el SITEL, sino por el desarrollo de la electrónica en general. Somos vulnerables. Cualquiera puede romper la protección de una red inalámbrica si no está adecuadamente configurada, recuperar información borrada de un disco duro o una tarjeta de memoria, averiguar datos navegando por redes sociales o incluso llevando el ordenador a reparar a una tienda de informática poco profesional. Son «orejas» electrónicas menos sofisticadas pero que pueden poner en grave peligro nuestra privacidad. Son mucho más mundanas y también por eso más temibles que un SITEL, con el que digan lo que digan, es un sistema «oficial» y por tanto tenemos ciertas garantías ante la Justicia. Conclusión, hoy día la única forma de escapar a esto es volver al siglo XIX ¿Estamos dispuestos? Yo no.
Ayer avanzaba que, contra todo pronóstico, Google había añadido una actualización mastodóntica a Maps Street View en cuanto a España se refiere. Desde que lo descubrí he dado muchas vueltas y me he metido por muchos rincones, a la búsqueda de lugares que he visitado o donde he vivido. También me ha sorprendido bastante que el coche de Google Maps haya pasado por muchos lugares con tal sigilo y rapidez que no haya quedado reflejado en la prensa local ni haya fotos en los foros especializados que se dedican a capturar estos avistamientos.
Un ejemplo es Zamora. Según el reloj del edificio de la Junta de Castilla y León, el coche pasó a eso de las diez y media de la mañana del 2 de octubre (del año pasado). Dio una vuelta por las calles, rondas y avenidas que rodean el último recinto amurallado (Trascastillo, avda del Mengue, avda de Portugal, Alfonso IX, La Vega, La Feria), la zona de entrepuentes y San Frontis y por otro lado Requejo, avda de Italia, Cardenal Cisneros, cuesta del Bolón, calle de Villalpando, avda de Galicia, etc. Las únicas incursiones en el centro fue para llegar a la plaza del Mercado. La cosa debió ser rápida, porque en la mayoría de las fotos, la imagen se ve algo torcida, como si las cámaras estuvieran desequilibradas.
En cuanto al resto de España, ahí va una lista de lo que hay y de lo que no hay en cuanto a ciudades importantes y capitales de provincia se refiere, porque a diferencia de hasta ahora, aparecen muchísimas localidades pequeñas, carreteras, autovías y autopistas. He clasificado esta lista en cuatro categorías: Completas: son aquellas que están fotografiadas al completo o casi al completo. Sólo las vías principales: en las que han sido fotografiadas algunas calles, quizás las más importantes. De pasada: aquellas en las que una vía cruza por ella y es esa vía la que ha sido fotografiada sin adentrarse en la ciudad. No: está claro, son las que no están en Street View.
Completas: A Coruña, Vigo, Lugo, Gijón, Oviedo, Bilbao, Pamplona, Zaragoza, Lleida, Madrid y área metropolitana, Barcelona y área metropolitana, Girona, Tarragona, Teruel, Burgos, Valladolid, Salamanca, Segovia, Cáceres, Toledo, Guadalajara, Cuenca, Castellón de la Plana, Valencia y área metropolitana, Albacete, Ciudad Real, Huelva, Sevilla, Córdoba, Jaén, Alicante, Murcia, Cartagena, Almería, Granada, Cádiz y Jerez de la Frontera
Sólo las vías principales: Vitoria, Logroño, Palencia, León, Zamora, Ávila, Badajoz y Málaga.
Ya podemos pasearnos por cualquier ciudad y pueblo español mediante la vista a nivel de calle de Google o Street View. Ha sido una sorpresa, ya que sólo Estados Unidos dispone de una vista tan completa… Es hora de ponerse manos a la obra…
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