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La bitácora personal de Ricardo Martín
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2 de julio de 2012

Gustave Doré y la visión romanticista de Zamora

En 1862, el grabador, dibujante y pintor francés Gustave Doré consiguió convencer a Charles Davillier, un acaudalado coleccionista de arte, para que realizara con él un viaje por España. El resultado iría publicándose por entregas dentro de la revista parisina de viajes y aventuras ‘Le Tour Du Monde’. Davillier aceptó y juntos crearon una peculiar obra que sirve como testigo (probablemente muy distorsionada por la visión romanticista de ambos y sus inevitables prejuicios) de un lugar y una época.

Su viaje comenzó en la frontera de La Jonquera, y de aquí por toda la costa levantina y andaluza. Son memorables sus incursiones por el interior. Doré dedica varios de sus dibujos a la Alhambra de Granada, idealizada por el romanticismo. También los capítulos dedicados a Córdoba y Sevilla son amplios. De aquí se dirigen hacia La Mancha, seguramente con el ideal de Don Quijote en la mente. Después una interesante visión de Madrid, con minuciosos dibujos de algunas de la calles tal y como se veían en la época. Extremadura, Salamanca y, vamos a lo que nos interesa, Zamora.

Por desgracia, Doré y Davillier no parecieron especialmente impresionados a su paso por la provincia zamorana. La despachan en unas pocas líneas que os reproduzco aquí:

La carretera de Salamanca a Zamora, que recorrimos en seis horas con la diligencia, no ofrece puntos de especial interés. Sin embargo Doré hizo un buen uso de su tiempo dibujando una pareja de «civiles» –la policía de España–, que desfilan por las calles bajo la luna, y también un funeral, una escena simple, pero conmovedora: El cuerpo de un campesino tendido en un carro, el rostro cubierto, tirado por dos bueyes, y seguido por sus amigos y familiares. También dibujó a un grupo de mendigos y, en una pequeña aldea en la que se detuvo, una guapa granjera de pavos que posaba para su retrato con mucha complacencia. Zamora es una pequeña ciudad que todavía parece pertenecer a una época pasada, aunque el ferrocarril la ha puesto en comunicación con Medina del Campo. Se pretende continuar la línea hasta la frontera de Portugal, a unos cuarenta kilómetros de distancia. La catedral y las ruinas del palacio de Doña Urraca son casi los únicos objetos de interés de la ciudad. Doña Urraca, una princesa que vivía en el siglo XII, jugó un papel importante en el Romancero del Cid. Durante la Edad Media, Zamora fue llamado «La Bien Circada». «Zamora no se tomó en una hora», dice el proverbio. La ciudad se hizo famosa durante la guerra de los Comuneros de Castilla, cuando el obispo de Zamora, ordenó en persona a un batallón de lucha contra los sacerdotes que él mismo había formado.

Al día siguiente nos fuimos a Toro, otro carece de importancia, antigüedad, de aspecto indolente, que no cuenta con ninguna industria especial. La región circundante es, sin embargo, fértil y produce un trigo excelente. El Duero, paralelo a la carretera, y que pasa por la ciudad, debe ser una corriente bastante notable, así como un valioso recurso de los indígenas, que comparan sus aguas nutritivas con el caldo de pollo.



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