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La bitácora personal de Ricardo Martín
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24 de agosto de 2012

El «vuelo americano» de 1956

En el mundillo de la cartografía y en especial de las fotografías aéreas destinadas a la elaboración de mapas se conoce como «vuelo americano» aquel vuelo fotogramétrico que fue realizado por el servicio cartográfico del ejército estadounidense (el Army Map Service) a través de la USAF entre marzo de 1956 y septiembre de 1957. Se trató de un proyecto completamente militar, tanto en los medios utilizados como en su finalidad. En la práctica se trató del primer vuelo sistemático de estas características que se realizó a nivel nacional, incluyendo también las posesiones españolas del norte de África y Canarias.

El «Proyecto Español», como así se llamó, comenzó justo después de que el USAF realizara el mismo trabajo en Italia. Por entonces, los Estados Unidos estaba en plena estrategia de combate del comunismo, y España era un punto clave de esa estrategia, tanto a nivel geográfico como político. En ese marco hemos de entender el acuerdo entre el gobierno de Franco y el ejército estadounidense para la realización de un proyecto de enorme envergadura y –supongo– coste. Pero no era la primera vez que esta colaboración se producía. Como se indica en el trabajo ‘Los Mapas de España del Army Map Service (1941-1953)’ [PDF] de Luis Urteaga, Francesc Nadal y José Ignacio Muro, los norteamericanos llevaban años confeccionando cartografía sobre España. En este mismo artículo se habla de un olvidado vuelo fotográfico de la USAF ya en los años cuarenta.

El plan establecido eran utilizar seis aviones Beechcraft RC-45 con sede en el aeródromo de Getafe (Madrid) y con los de León, Zaragoza, Sevilla, Albacete, Palma de Mallorca, Barcelona, Valencia y norte de Marruecos como apoyo. Las cámaras montadas eran Fairchild T-11 de gran formato para fotografía aérea y lentes Metrogon de 6 pulgadas con un f/6,3. El negativo utilizado era de 70mm, con lo que ofrecía una definición notable.

Hasta hace muy poco tiempo, la existencia de estas imágenes aéreas era desconocido para casi todo el mundo. En 2011 las autoridades militares, a través del Centro Geográfico del Ejército de Tierra (CEGET), llevaron a cabo el proyecto de digitalización de los 60.000 fotogramas almacenados en 600 bobinas que componen el «vuelo americano». Hoy día, todo ese material ha sido transferido a las comunidades autónomas y a las confederaciones hidrográficas que, por lo general, las han puesto en internet libremente a disposición del público en imágenes de formato TIFF de alta calidad. En el caso de Castilla y León, estas imágenes pueden consultarse mediante el FTP del Instituto Agrario de Castilla y León.

Por supuesto, lo que más me interesaba es buscar esas imágenes aéreas de la ciudad Zamora que serían, al menos hasta el día de hoy, las más antiguas que se han realizado. Concretamente están tomadas en octubre de 1956 y permiten a los curiosos como yo, escrutar e imaginar cómo sería la Zamora de los años cincuenta. Lo primero que llama la atención es la incipiente urbanización de los terrenos fuera de las murallas. La avenida de Requejo y la de las Tres Cruces se muestran como las avanzadillas de esta expansión que tendría su explosión en los años setenta. La Opinión de Zamora dedicó un artículo en marzo al «vuelo americano».

NOTA: Muchos de los datos de este artículo han sido extraídos de este documento [PDF] elaborado por la Confederación Hidrográfica del Segura.

21 de agosto de 2012

Tumbas antropomorfas en pleno centro de Zamora

A veces ojeando viejos libros sobre historias de Zamora uno se encuentra con cosas curiosas que, al menos, merecen cierta atención. Ayer mismo leía apresuradamente ‘Memorias Históricas de la Ciudad de Zamora’ del historiador Cesáreo Fernández Duro. Un volumen antiguo que, aunque virtual, se notaba su origen decimonónico. El capítulo que leía era una recopilación de notas y apuntes de otros historiadores, casi como prólogo al erudito recuento de hechos relevantes de la historia de Zamora que vendría en las siguientes páginas. Allí di con una carta remitida por Tomás Garnacho a la Real Academia de la Historia, bajo el título de ‘Informe dirigido a la Real Academia de la Historia acerca de unos sepulcros descubiertos en Zamora, por don Tomás M. Garnacho.’ (Aquí el manuscrito original). Esta nota decía lo siguiente:

A poco más de 400 metros de las murallas, en dirección al Oriente de la ciudad y en el camino que desde la puerta de Santa Clara dirige al Duero por la ermita de la Peña de Francia; antes del bifurque del que conduce a la Huerta de las Pallas y caserío de la Aldehuela; contiguas a la pradera llamada el Prado Tuerto, hace años que se ven marcadas en la roca por donde va la senda, algunas líneas en forma de trapezoide, que señalan varias sepulturas llenas de tierra, apelmazada por el tránsito.

Si bien no pasaban inadvertidos estos signos tan característicos para muchos de los que transitaban por aquella vereda, lo cierto es que ninguno se había determinado a destapar los sepulcros […]

Sin embargo, unos curiosos, movidos hace algún tiempo por la noticia que de la existencia de estas sepulturas el Sr. D. José Alonso Manjón les había dado, y por el anhelo de encontrar monedas antiguas, hicieron la exhumación de los huesos que contenían algunas de ellas, sin encontrar lo que buscaban; y últimamente, el mismo Sr. Manjón, hoy teniente de alcalde, con el celo que se distingue y en la esperanza de ser más afortunado, hizo abrir otras, días pasados, cubiertas con losas de pizarra, con la poca suerte de no hallar tampoco objeto alguno que revele la época a que pertenecen, pero sí un cráneo, que recogió cuidadoso.

Estos sepulcros, en número de diez o doce, están abiertos a pico en la roca pudinga que constituye la formación de la mayor parte de la meseta en que está asentada Zamora, sin guardar alineamiento entre sí, pero ofreciendo la particularidad de estar todos mirando al oriente.

Sus dimensiones son generalmente las ordinarias, aunque hay algunos más pequeños; siete pies de longitud por tres y medio de profundidad. Los más tienen la forma de ataúd, y en varios se advierte mayor anchura hacia la parte que ocupan las caderas.

En la embocadura de los sepulcros tienen todos labrada a cincel una muesca para el encaje de la tapa, a fin de que no gravitara esta sobre el cadáver, y abierto en el fondo un hueco semicircular, donde se amoldaba y descansaba la cabeza. Las tapas de las sepulturas, según las dimensiones de las muescas donde descansaban, debían ser gruesas y labradas de la misma roca, la circunstancia de estar algunas cubiertas con pizarras, y muchas sin ellas, y solo llenas de tierra, demuestra que ya en antiguos tiempos han debido ser exhumados los cadáveres que contenían, y utilizado tal vez las tapas de piedra para otros usos, a lo que hay que añadir que el número de esos sepulcros debió ser mayor, según los que, destrozados por los barrenos para explotar la roca o utilizar el terreno para labor, se distinguen en el confín del camino y el sembrado adyacente.

Garnacho explica que adjunta un croquis de esas tumbas, pero lamentablemente ni en los manuscritos ni en el libro de Fernández Duro se reproduce el mismo. También la localización exacta del lugar es como mínimo ambiguo hoy día. En el siglo XIX, la zona extramuros del este de la ciudad era un conjunto de ruinas antiguas de monasterios (el de San Benito por ejemplo), tierras de labranza y caminos que se cruzaban. Podemos hacernos una idea viendo el plano que dibujó Francisco Coello en 1865, donde el mundo urbano de Zamora terminaba en las murallas:

Pero poco a poco conseguí algunas pistas más que arrojaron luz sobre el asunto. Primero, algo tan simple, pero tan revelador, como la toponimia. Después de haber acotado la zona de búsqueda a unos 400 metros de las murallas en dirección este y al camino que conducía a la Huerta de las Pallas y la Ermita de la Peña de Francia (ese camino probablemente se hayan transformado en las calles Leopoldo Alas Clarín y calle Magallanes), descubro que la calle que separa el antiguo edificio de la delegación provincial del Banco de España y el de los servicios múltiples recibe el nombre de Prado Tuerto. Desde luego ese nombre no es arbitrario y se corresponde con ese antiguo lugar. La distancia entre la antigua puerta de Santa Clara y el edificio del Banco de España arroja una distancia aproximada de 450 metros, con lo que las piezas encajan.

Terminan de encajar cuando, buscando más datos, me encuentro con el trabajo ‘El Conjunto Cerámico de la calle Obispo Acuña de Zamora’ [se descarga archivo PDF] realizado por Hortensia Larrén y Araceli Turina. En él se detallan los hallazgos arqueológicos durante las labores de excavación de los cimientos del número 33 de la calle en los primeros años noventa. Para contextualizar este descubrimiento se enumeran algunos antecedentes en la zona. Y es aquí donde otra pieza encaja:

[…] Sabemos de la existencia de restos humanos –¿enterramientos?- y fragmentos cerámicos –entre ellos una posible pieza de telar, lanzadera o pesa de red de pescar hecha en arcilla micácea– y varias sepulturas de tipo antropomorfo, –muy probablemente una necrópolis a juzgar por las informaciones recibidas– hallados al hacer los actuales Banco de España y Edificio de Usos Múltiples en el lugar conocido como «Prado Tuerto», y de donde procede un «cuchillo», depositado en el Museo de Zamora (Soler, 1993: 217; Civitas, 1993), aunque ninguno de los casos citados ha podido ser confirmado arqueológicamente.

Por último, en una zona no muy lejana, la antigua Huerta de las Pallas, hoy en las inmediaciones del puente de los Tres Árboles, también existen noticias de descubrimientos arqueológicos similares en fechas recientes. Así lo testimonia el ‘Catálogo Arqueológico de Zamora’ [PDF], editado por el Ayuntamiento en junio de 2011. En el se recopilan con bastante detalle todas las actuaciones que han tenido lugar en el entorno urbano de la ciudad. La ficha nº 21 (página 173) está dedicada a la actuación en Las Pallas.

Como conclusión, y vistos todos estos datos, yo me pregunto si, tanto los restos de cerámica de Obispo Acuña, como los hallazgos de Prado Tuerto y de Las Pallas, no formarían parte de un mismo núcleo, de una población perdida y alejada de lo que ha sido la ciudad de Zamora hasta hace poco más de un siglo, de un lugar (quizás prehistórico, quizás medieval) del que ya no tenemos ninguna noticia. Ojalá lo sepamos alguna vez.

19 de agosto de 2012

Muestra Musical 95

Aquí llega una nueva cita con Muestra Musical, mi recopilación personal de música que no se vende ni se descarga. En la edición 95 como siempre hay una mezcla de bandas veteranas y viejas conocidas con nuevas propuestas. 15 nuevos temas que forman la tercera entrega de este 2012. De momento, aquí os dejo los videoclips:

4 de agosto de 2012

‘Les Neiges du Kilimandjaro’

Volver al cine de Robert Guédiguian es siempre bueno. Es como abandonar el mundanal ruido para sumergirse en ese microcosmos siempre luminoso y portuario, aunque conflictivo, de Marsella. Como siempre, el realizador francés cuenta con sus actores habituales para ‘Les Neiges du Kilimandjaro’ (‘Las Nieves del Kilimanjaro’). Este título, producido en 2011, es también el de una canción de Pascal Danel que, por supuesto, aparece en la película. En esta nueva entrega no faltan los dilemas morales o la pregunta sobre la naturaleza de la verdadera justicia, aunque como veremos, planteados quizás de una manera poco creíble.

Michel es un veterano trabajador y sindicalista de unos astilleros públicos en el puerto de Marsella. Debido a un ajuste de plantilla se queda sin trabajo junto a otros 19 trabajadores. Ha de iniciar una nueva vida junto a su mujer, sus hijos, nietos y amigos. Pero un día es robado en su propia casa. Por una casualidad identifica a uno de los atracadores, que resulta ser un antiguo compañero de trabajo que atraviesa por graves dificultades económicas y familiares. Y aquí comienza el dilema y la puesta a prueba de los ideales por los que siempre luchó.

A pesar de haber recibido la Espiga de Plata en la SEMINCI de Valladolid, la película me ha dejado algo frío. El argumento, aunque bien planteado, chirría un poco en su desarrollo con secuencias y comportamientos en mi opinión poco o nada creíbles. También la irrupción de algunos tópicos no ayuda a mejorar mi opinión. Aunque el dilema principal que nos plantea el director es válido y nos hace pensar e, incluso, incomodarnos, quizás lo que lo rodea (no quiero dar demasiados detalles para no «destripar» la película) sea demasiado artificial y parezca «preparado». En cualquier caso no es un mala película, ni mucho menos, sólo que de Guédiguian nos esperábamos algo más.

2 de agosto de 2012

‘Un Dígito Binario Dudoso’, Alan Turing e Hidrogenesse

Este post podría considerarse de admiración doble. Por un lado hacia el británico Alan Turing, el, entre otras cosas, matemático, físico y, sobre todo, pionero de la informática del que se celebra el centenario de su nacimiento. Y por otro hacia Hidrogenesse, esa banda de electro-pop inclasificable y que a menudo se les ha tachado de frívolos, cuando lo que realmente hay detrás es una inteligencia, un sentido del humor y una sensibilidad fuera de lo normal dentro del panorama musical nacional.

Carlos Ballesteros y Genís Segarra han publicado su particular homenaje a Turing en forma de disco conceptual, ‘Un Dígito Binario Dudoso’. Se trata de un trabajo repleto de instrumentaciones electrónicas y guiños a la biografía del londinense que quizás resulte demasiado oscuro para los seguidores de la banda, aunque conservan ese desparpajo falsamente naif que esconde un gran talento para las letras. Podemos comprobarlo claramente en temas como ‘CAPTCHA Cha-Cha’, una aproximación musical de andar por casa al concepto de test de Turing.

Además se les ha ocurrido la idea de crear una lista en YouTube con clips de todos los temas del disco, con lo que podéis escucharlo tranquilamente:

En cuanto a la figura de Alan Turing, sin duda es una de las biografías más interesantes, intensas y dramáticas del mundo de la ciencia del siglo XX y desde luego merece una película. Su final prematuro fue terriblemente trágico, víctima de la intransigencia y los prejuicios de la anticuada sociedad británica de la época. De nada sirvieron sus servicios impagables para acelerar el fin de la guerra ayudando a descifrar el código Enigma utilizado por los nazis para transmitir sus órdenes. Ni siquiera el que sentara las bases de la informática moderna tal y como hoy la entendemos. Para aquellos interesados, leed la entrada de la Wikipedia y buscad el documental ‘Codebreaker: Alan Turing’s Life and Legacy’. Creo que en España solo ha sido emitido en Canal+ y en TV3. Os dejo con el trailer:

1 de agosto de 2012

‘Jiro Dreams of Sushi’

Japón es un país muy dado a los tópicos. Inmediatamente nos vienen a la cabeza un montón de ellos. Lo cierto es que muchos no son realmente tópicos, sino que son realidad. La cocina es uno de ellos. El uso del pescado crudo y del arroz de esa forma tan particular es lo que los ha hecho mundialmente famosos. Hoy día el sushi y el sashimi están en todos los rincones del planeta. Pero más allá de las modas pasajeras, un puñado de restaurantes siguen preparándolo según el modo tradicional. El documental de David Gelb ‘Jiro Dreams of Sushi’ (‘Jiro Sueña con el Sushi‘) es un excelente ejemplo que nos muestra la idiosicrasia japonesa acerca no sólo de la comida, sino del estilo de vida del país nipón.

Jiro Ono, a lo largo de sus 75 años de carrera (ahora tiene 86), ha conseguido levantar el que para muchos es el mejor restaurante de sushi del mundo, Sukiyabashi Jiro. De apariencia humilde, el pequeño local se encuentra en un pasillo de la estación de metro de Ginza, en Tokio. Tan pequeño que sólo cuenta con 10 sillas y el baño está fuera. Aún así, la Guía Michelin le ha otorgado las tres estrellas, el máximo galardón de la prestigiosa guía gala. También Jiro ha batido el récord del chef más veterano en activo y el único octogenario que consigue esas tres estrellas. Pero ‘Jiro Dreams of Sushi’ va mucho más allá. Es una oda al perfeccionismo, al esfuerzo continuo, a la capacidad de no conformarse nunca con nada y seguir mejorando día a día. En ese sentido se trata de un documental muy inspirador e interesante de ver incluso para aquellos a los que no les gusta la cocina ni la cultura japonesa.

Formalmente, el documental es extremadamente elegante en su puesta en escena, con un buen montaje y un guión que mezcla la biografía de Jiro con el día a día de su negocio. Esto hace que sea entretenido e incluso adictivo. En definitiva, es un documento recomendado para todo el mundo, aunque si eres «japonófilo» lo disfrutarás mucho más.



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